El año 2021 volvió a estar protagonizado por la covid-19. La pandemia ha marcado las agendas de todo el mundo y muchas decisiones han estado supeditadas a intentar controlarla. Con la ayuda inestimable de las vacunas se logró reducir su impacto, pero sucesivas olas demostraron que el virus estaba dispuesto a seguir sorprendiéndonos.
También ha servido toda esta situación para poner en valor tanto la salud pública como la educación sanitaria, dos disciplinas que hasta hace poco eran consideradas menores, pero que han demostrado que tienen un valor trascendental para conseguir que los sistemas sanitarios no colapsen. En ANIS hemos querido contar con la opinión de tres expertos miembros de nuestro Comité Asesor, que nos han hecho una valoración del pasado año y explicado los retos de la salud pública y la educación sanitaria en nuestro país.
Un año marcado por las vacunas
“La diferencia fundamental con respecto a 2020 es que hemos contado con las vacunas. Y la gran tarea de la salud pública ha sido poner en marcha una importante campaña de vacunación, que en el caso de España ha tenido excelentes logros”, explica Daniel López Acuña, epidemiólogo, profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública y exdirector de Asistencia Humanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud. Para María Sainz, fundadora y presidenta de la Asociación y Fundación de Educación para la Salud (ADEPS/FUNDADEPS), la vacunación también ha sido un hecho destacado en 2021. “Hasta finales de año pudimos alcanzar casi un 80% de toda la población, y somos 47 millones de personas. Sin duda, podríamos titularlo como el año de la vacunación masiva de la población”.
Sin embargo, la importancia que se le ha dado a las vacunas ha hecho que se hayan descuidado otros aspectos trascendentales para controlar la pandemia, como destaca Daniel López Acuña: “Hemos bajado mucho la guardia con respecto a otras medidas no farmacológicas. Y esto no ha sido favorable. Se ha apostado mucho a la vacunación, que es importante, pero con ella sola no podemos resolver el problema pandémico. Y esto lo hemos visto muy particularmente con la sexta ola, que no se debe solo a la variante ómicron, sino también, en gran medida, a la falta de acción en cuanto a evitar los contagios y poner un dique a la transmisión con medidas de salud pública”.
Aun a pesar de esto, los expertos hacen un balance del año positivo, pero no dudan tampoco en destacar que es preciso mantener la atención sobre el virus. “En 2021, la covid-19 nos ha demostrado que está aquí para quedarse y que tiene la capacidad de seguir dándonos sorpresas. De ahí que las administraciones deban tener muy claras cuáles son las estrategias que necesita para ir transitando hacia el futuro y deban estar preparadas para reforzar, reconfigurar y reimaginar cómo funciona el sistema de salud pública”, destaca Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández y presidente del Comité de Políticas de la Federación Mundial de Asociaciones de Salud Pública.
La pandemia ha desvelado las carencias de salud pública
Durante años, los expertos en salud pública se han quejado del desprecio que se tiene a este ámbito. La crisis económica de 2008 tuvo como una de sus primeras consecuencias el recorte de muchas inversiones, y una de las primeras en sufrir el azote de las tijeras en sus presupuestos fue, precisamente, la salud pública. La llegada de la pandemia ha desvelado de forma flagrante las carencias derivadas de todos estos recortes. “Y las ha desvelado no solo en España, sino prácticamente en todos los sitios, incluso en países con unas estructuras más sólidas de salud pública, en donde se han visto con la necesidad de pensar que tienen que rediseñar cómo será esta en el futuro”, destaca Ildefonso Hernández.
“Si algo ha quedado evidenciado con la pandemia es la debilidad y el deterioro que venían sufriendo tanto la salud pública como la atención primaria en España. Por eso, cuando algunos fuimos convocados a la Comisión de Reconstrucción del Congreso, en mayo de 2020, en ese momento señalamos que era fundamental centrarse prioritariamente en la salud pública y en la atención primaria con inversiones que recuperaran capacidades y con desarrollo institucional”, destaca Daniel López Acuña.
Para María Sainz, una de las principales consecuencias derivadas de la falta de apoyo a la salud pública y a la atención primaria ha sido, sin duda, la falta de profesionales. “Fundamentalmente, de profesionales de la primera línea asistencial. Había un déficit que se arrastraba ya de años anteriores, y esos profesionales se encontraban ya al límite de sus posibilidades y capacidades. Todo eso derivó en un sobreesfuerzo tremendo que fueron capaces de sacar adelante solo gracias a su gran ejercicio”.
Muchas palabras, pocas acciones
Aunque la pandemia puso sobre la mesa todas esas carencias, Daniel López Acuña considera que falta una acción más decidida para intentar solventarlas. “Yo creo que ha quedado mucho en el discurso y poco en la práctica. Los hechos que se han puesto en evidencia es que es necesario tener un sistema más solvente de vigilancia epidemiológica, control de casos, rastreo y seguimiento. Lo que me preocupa es que no está habiendo un refuerzo sostenido y sostenible de las infraestructuras de salud pública”.
Ildefonso Hernández también se muestra escéptico sobre la cuestión de si se habrán aprendido las lecciones derivadas de la pandemia. “Ya tuvimos una pandemia, que fue de una magnitud mucho menor, con la gripe A. Y ahí muchos reconocieron que había que reforzar la salud pública. Pero cambió el gobierno y vino otro más conservador y la salud pública siguió despreciada. Es más, la Ley General de Salud Pública y la Ley de Nutrición se incumplieron de forma palmaria en todo ese tiempo. Y ahora nos hemos tenido que enfrentar con sistemas decimonónicos a la peor crisis de salud pública que hemos vivido en toda nuestra historia”.
María Sainz considera que es necesario aprender de lo sucedido y empezar a tomar medidas, ya que con más recursos se hubiera podido gestionar todo mucho mejor. “No se puede improvisar en salud pública. En la crisis de emergencia sanitaria de 2020 hemos vivido de las rentas y de la gran capacitación que tenemos de nuestros profesionales. No podemos mantener una salud pública capitidisminuida, porque tiene que estar sostenida y mantenida en el tiempo. ¿Se ha hecho lo que se ha podido con los recursos que se tenían? Por supuesto, pero se podría haber hecho mejor con más.” También Ildefonso Hernández cree que con más recursos la crisis hubiera sido menor: “Se hubiese hecho más eficiente la respuesta, impidiendo la dispersión de esfuerzos y homogeneizando y escogiendo las mejores actuaciones en cada momento, lo cual hubiera atenuado las primeras embestidas de la pandemia”.
Inequidades territoriales
Algo que han destacado también los expertos como un aspecto negativo de la gestión de la pandemia durante 2021 fue la falta de homogeneidad en las medidas tomadas por las diferentes comunidades autónomas: “Han tenido una variación amplia en sus respuestas. Y esto, sin duda, repercute en la equidad sanitaria. Y no solo en el acceso o no a los servicios de salud, sino también, incluso, en la provisión de servicios o de bienes para poder hacer la prevención y poder evitar la transmisión”, apunta Ildefonso Hernández.
De forma similar se expresa Daniel López Acuña: “Se han balcanizado las decisiones. Hay quienes han puesto en marcha restricciones y otros que han decidido no hacerlo. No hay un criterio unificado y tenemos heterogeneidad en la información, lo que afecta a la comparabilidad”. El epidemiólogo señala cómo la diferencia en la mortalidad excesiva entre algunas comunidades como Asturias, Cantabria o Galicia, donde se sitúa alrededor del 10%, con respecto a otras como Madrid, con un 34%, se sustenta en buena parte en esas diferencias: “Deberíamos tener más convergencia de medidas, porque las pandemias no están limitadas por los confines de un país. Tener toda esta heterogeneidad ha sido, a mi modo de ver, absolutamente absurdo y podía haberse evitado con un consenso de verdadera cogobernanza en el marco del Consejo Interterritorial y de la Comisión de Salud Pública”.
Para Daniel López Acuña, toda esta disparidad de criterios, además, ha tenido un impacto en la credibilidad de las medidas por parte de la población. “Todo esto ha creado confusión en la ciudadanía, al no existir una adecuada pedagogía por parte de las autoridades sanitarias, dejándola muy desvalida con respecto a cómo entender y reaccionar ante la gestión de la pandemia. Ha faltado una verdadera coordinación nacional, europea y mundial a este respecto”.
La comunicación como una de las claves de la salud pública
Aunque la campaña de vacunación ha sido un éxito, también es cierto que han surgido movimientos de antivacunas o incluso negacionistas de la pandemia y del virus. No han sido fenómenos nuevos, ya que antes se había visto esta problemática con grupos que impulsaban pseudoterapias para otras enfermedades, pero sí quizás han acaparado más atención mediática. “Esos movimientos siempre los vamos a tener, es parte de la libertad de expresión de todas las sociedades. Es cómo responden las sociedades a esos movimientos y expresiones lo que hemos de tratar. Y esto lo hemos de hacer desde algo tan importante como es la formación en las escuelas, pero también en los centros de salud y en las actividades sociales y culturales. Por desgracia, en nuestro país esta educación para la salud ha caído a unos niveles bajísimos. Y esto se consigue con programas y proyectos que duran meses y años. Esta formación es lo que en verdad podrá frenar o minimizar esos movimientos”, comenta María Sainz.
Aquí también tienen una función fundamental los medios de comunicación, tanto para ayudar en la educación sanitaria como para implementar medidas de salud pública que puedan ser eficaces. “La influencia de los medios es clave. Cuando algo es deseable socialmente, es mucho más fácil legislar y hay menos agentes en contra. Por lo tanto, los objetivos de salud pública se consiguen de una manera inseparable de la comunicación”, apunta Ildefonso Hernández, y con él coincide María Sainz: “Son la correa de transmisión más necesaria para la divulgación y la información de los temas de salud y de la ciencia a la población general. Los medios de comunicación han hecho una gran labor para la salud pública durante estos años de pandemia, y creo que la mayoría de los profesionales de los medios de comunicación lo han tomado como una parte muy importante de su acción de información”.
“Tenemos que entender que las acciones de salud pública deben sustentarse en un pilar que es la comunicación. Pero es algo que no es exclusivo solo de los medios de comunicación. Las autoridades sanitarias también tienen una responsabilidad de pedagogía y comunicación que no han cumplido suficientemente en esta crisis”, apunta, por su parte, Daniel López Acuña, que resalta cómo la comunicación y la salud pública deben ir siempre de la mano, a la vez que hace hincapié en la necesidad de una buena formación de los profesionales de comunicación para conseguirlo.
Más relación entre profesionales y una formación adecuada
Para esto es de gran importancia que haya una relación más cercana entre los periodistas y los profesionales de salud pública, que sirva para hacer un mejor producto de comunicación, como destaca Ildefonso Hernández. “Cuando hablamos de la calidad de los productos de consumo, si hay que comer carne o no, o de los retos del cambio climático y las consecuencias de la pérdida de la biodiversidad, son cuestiones complejas y que necesitan que esté muy entreverada la producción científica de salud pública y sus recomendaciones con la comunicación. Solo con una comunicación de calidad podremos afrontar los retos de salud que tenemos, que son y serán de una magnitud extraordinaria”.
Un tema en el que también insisten los otros dos expertos: “Los lenguajes de la ciencia y de la medicina deben de saber combinarse con los de la comunicación y la noticia: ¿dónde se preparan los que transmiten la información? En las facultades de Ciencias de la Información hay muy escasas asignaturas relacionadas con la comunicación sanitaria”, apunta María Sainz, mientras que Daniel López Acuña recalca que “se pone de manifiesto la importancia que tiene que el periodismo esté bien capacitado para hacer las coberturas objetivas y profesionales en situaciones de crisis”.
¿Qué nos puede esperar en 2022?
Sin tener una bola de cristal que ayude a predecir el futuro, lo más posible es que durante 2022 el covid-19 siga siendo quien acapare buena parte de la atención en materia sanitaria. “Nos falta todavía un trecho muy largo para lograr coberturas vacunales adecuadas en todo el mundo, no inequitativas como son ahora. No sabemos cómo nos puede ir en cuanto al surgimiento de nuevas variantes y tenemos que estar preparados”, apunta Daniel López Acuña.
También Ildefonso Hernández coincide en que el virus es capaz aún de darnos sorpresas. “Y tenemos que estar preparados para cualquier sorpresa desagradable, pero trabajar pensando que van a ir bien las cosas. Me gustaría ver, sin duda, un refuerzo de la salud pública, que ayude a trabajar en la planificación y la anticipación de esos escenarios y, así, estar preparados para cualquier contingencia”.
Porque lo que está claro es que el virus ha venido para quedarse, como señala María Sainz: "La población tiene que empezar a aprender a vivir con el SARS-CoV-2. Tenemos una nueva enfermedad, que se llama covid-19, y que, afortunadamente, gracias a todas las acciones no farmacológicas y a las medidas preventivas sumadas a las vacunas, podemos controlar. Muchos podemos morir con el covid-19, pero no por el covid-19, que es una gran diferencia. Y eso lo tenemos que aprender y asumir".