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XIX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO)

  • El adipocito necesita mantener un ciclo celular activo para ejercer su función

  • La acumulación excesiva de grasa corporal afecta aspectos biológicos, psicológicos y sociales

  • Se avanza en el conocimiento de los mecanismos responsables de que las células de la grasa produzcan leptina, la hormona que controla la saciedad, sugiriendo una alternativa terapéutica muy prometedora para los pacientes con obesidad

Sevilla, 24 de noviembre.- La identificación de nuevos marcadores y dianas terapéuticas útiles en el campo de la obesidad promete revolucionar el manejo futuro de esta enfermedad. Una de las principales líneas de investigación pasa por la identificación y caracterización de nuevos factores moleculares clave relacionados con la célula adiposa (el adipocito). En el marco del XIX Congreso de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), que está celebrándose en Sevilla, el investigador Francisco José Ortega, del Instituto de investigación Biomédica (IDIBGI, en Girona), ha mostrado importantes progresos en este ámbito. 

Una de las hipótesis más vanguardistas de los últimos años en esta área de trabajo, defendida en primera instancia por el grupo sueco de la doctora Kirsty Spalding y que está consolidándose con destacados trabajos del grupo de Francisco Ortega, es que “ante el exceso de energía que supone una dieta y estilos de vida inadecuados, el adipocito necesita mantener un ciclo celular activo para ejercer su función”, asegura este experto, quien apunta que “si su ciclo celular se detiene, la célula grasa puede entrar en un estado de senescencia, acentuando la inflamación característica de esta condición y el riesgo de sufrir los problemas de salud comúnmente vinculados a un fenotipo obeso”. Y es que, como ha subrayado, “el adipocito también envejece y se hace mayor”.

Con el foco puesto en el tejido adiposo

La acumulación excesiva de grasa corporal afecta aspectos biológicos, psicológicos y sociales, se asocia con un mayor riesgo cardiovascular, e implica una disminución en la calidad y esperanza de vida. Sin embargo, a nivel fisiológico no es tanto la condición de obeso como los límites del propio tejido adiposo lo que propicia gran parte de la patología subyacente, empezando por el trastorno del metabolismo sistémico y acabando con una mayor probabilidad de caer enfermo. 

El tejido adiposo es un órgano metabólico y endocrino esencial. “Es dinámico, plástico y complejo, y desempeña la función de almacenar energía. A su vez, representa una de las primeras líneas de defensa contra estilos de vida que incluyen ingestas calóricas inapropiadas y alimentos de baja calidad”, asegura Francisco J. Ortega.

 La célula adiposa por antonomasia, el adipocito, es una célula singular: altamente especializada a la vez que versátil y maleable. En calidad de protector de las principales reservas energéticas del organismo, su plasticidad y habilidad para interactuar con células adyacentes y tejidos y órganos lejanos determinan la diferencia esencial entre un estado metabólico balanceado o descontrolado. La disfunción de la célula adiposa altera su actividad interventora, y se perfila como el detonante de trastornos metabólicos que pueden cursar en problemas mayores, tales como la enfermedad cardiovascular, la diabetes y el cáncer. 

Factores moleculares importantes

El grupo de investigación liderado por el doctor Francisco J. Ortega dedica gran parte de su actividad investigadora a tratar de entender la biología del adipocito, con el propósito de aliviar la carga de la obesidad. Así, han podido encontrar nuevos factores moleculares esenciales en y para la función y supervivencia de la célula adiposa. 

Entre los descubrimientos más recientes, como destaca este investigador, “se ha observado como la expresión insuficiente de placofilina-2 en el adiposo de pacientes con obesidad rompe la dinámica molecular del adipocito y conduce a su senescencia o muerte prematura”. También han confirmado que una expresión anormalmente baja de olfactomedina-2, característica del tejido adiposo de sujetos obesos, compromete el ciclo de la célula adiposa y altera su comportamiento.

Succinato, leptina y genes reloj

Otra de las líneas de investigación de mayor interés en obesidad se centra en el estudio del succinato, la leptina y los genes reloj. En concreto, se ha dado a conocer en este Congreso el trabajo llevado a cabo en el grupo de investigación DIAMET y que ha permitido identificar uno de los mecanismos responsables de que las células de la grasa produzcan leptina, la hormona que controla la saciedad actuando sobre el cerebro. 

A pesar de que la leptina se conoce desde los años 90, apenas había evidencias sobre cómo se controla su producción por parte de la grasa“Nuestro estudio demuestra que el succinato, a través de su receptor SUCNR1, regula los genes reloj y la producción de leptina por parte de los adipocitos”, indica Sonia Fernández-Veledo, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM), en Tarragona

El succinato es un metabolito que se produce de manera natural tanto por nuestras células como por parte de la microbiota intestinal. Durante mucho tiempo sólo se le atribuían funciones energéticas, pero ahora se sabe que puede actuar como las hormonas, al tener un receptor específico (SUCNR1) que se expresa en muchas células. “Llevamos varios años trabajando sobre sus funciones y nuestros resultados están suponiendo un cambio de paradigma en el campo”, afirma esta investigadora, cuyo grupo de trabajo postula que el succinato y su receptor participan en la coordinación que hay entre metabolismo, inmunidad y microbioma, aspectos clave en el desarrollo de enfermedades metabólicas como la obesidad y la diabetes”.

En los pacientes con obesidad, donde hay hiperleptinemia pero resistencia a la acción de la hormona (el cerebro no responde a la señal de saciedad), este sistema dependiente de succinato está hiperactivado, ya que los pacientes con obesidad tienen niveles circulantes de succinato elevados pero, además, los adipocitos expresan más receptor. “Creemos que la desactivación de esta ruta, disminuyendo los niveles de succinato, por ejemplo, podría restaurar los niveles de leptina. De este modo, podría recuperarse su función ‘saciadora’ en estos pacientes”, según argumenta Sonia Fernández-Veledo. 

En base a estos hallazgos, se considera que ésta puede ser una alternativa terapéutica muy prometedora para los pacientes con obesidad, a los que no les funciona correctamente el mecanismo de freno de la ingesta que tiene nuestro organismo..

Para más información/confirmación/gestión entrevistas:

Paco Romero. Telf. 639.64.55.70; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

https://congresoseedo.es/index.php#SEEDO23

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