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La enfermedad de Alzheimer es la principal causa neurológica de deterioro cognitivo y dependencia (demencia) y los signos de esta patología comienzan a aparecer en el cerebro hasta 20 años antes del inicio del deterioro de la memoria y otros síntomas. Hasta hace unos años, se entendía que el diagnóstico de confirmación tan solo era posible con la realización de la autopsia, tras el fallecimiento del paciente. Sin embargo, hasta un 17% de los casos de alzhéimer diagnosticados mediante criterios clínicos presentan en la autopsia otras enfermedades. En la actualidad, la introducción de biomarcadores permite un diagnóstico de precisión de la enfermedad de Alzheimer, incluso en estadios tempranos, en la fase de deterioro cognitivo leve.

Según el Dr. Alberto Lleó, neurólogo y director del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau en Barcelona, “estos biomarcadores detectan los signos biológicos en fases iniciales de la enfermedad”. Asimismo, el Dr. Pablo Martínez Lage, neurólogo y director científico de la Fundación CITA-Alzhéimer de San Sebastián, añade que “la principal aportación de los biomarcadores es que nos permiten hacer un diagnóstico certero de la enfermedad y dar la posibilidad de hacer un diagnóstico a tiempo”.

En España, en la práctica clínica habitual, están disponibles dos tipos de biomarcadores: los que utilizan tecnología de imagen PET (tomografía por emisión de positrones) y los biomarcadores bioquímicos. Mediante el PET se puede identificar en el cerebro, en vivo, depósitos de unas proteínas llamadas β-amiloide y tau, que son las que definen la presencia de la enfermedad de Alzheimer. Por otro lado, los biomarcadores bioquímicos, obtenidos mediante punción lumbar utilizan una muestra de líquido cefalorraquídeo para el análisis de las proteínas β amiloide, tau y tau fosforilada. Si los niveles de β amiloide están bajos y los niveles de tau fosforilada están altos, junto a un perfil clínico compatible, se confirmaría el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. No obstante, solo el PET de amiloide está aprobado en España para uso clínico.

No todos los centros cuentan con estas técnicas de detección. El acceso de los profesionales sanitarios, y como consecuencia de los usuarios, a la realización de un diagnóstico de la enfermedad es limitado y desigual en las distintas comunidades autónomas. En palabras del Dr. Pascual Sánchez, neurólogo y director científico de Fundación Cien (Centro de Investigaciones Enfermedades Neurológicas), “el PET precisa de un nivel de tecnología que no está al alcance de todos, por lo que no hay una distribución homogénea de la disponibilidad”. Por otra parte, el Dr. Martínez Lage señala una dificultad logística: “tampoco los radiofármacos necesarios para estas pruebas pueden llegar a todas las comunidades autónomas desde los centros de producción”.

Un diagnóstico preciso y oportuno de la enfermedad de Alzheimer ayudaría a facilitar el acceso a la asistencia y tratamiento adecuados, al tiempo que capacitaría a los pacientes y a sus cuidadores para planificar acciones necesarias. “Los biomarcadores permiten hacer un diagnóstico preciso en personas con un deterioro cognitivo leve que conservan un nivel funcional adecuado que les permite aún llevar una vida independiente. Su detección temprana hace posible que la persona pueda tomar decisiones en un momento en el que todavía está capacitada como, por ejemplo, sobre quién quiere que le cuide, hacer un documento de voluntades anticipadas o poner sus papeles en regla. También, desde el punto de vista terapéutico y preventivo, puede hacer frente a factores de riesgo que pueden hacer que su enfermedad evolucione más rápido o incluso potenciar estilos de vida saludables, como mejorar su alimentación o hacer más ejercicio físico. Además, la comunicación de un diagnóstico certero y a tiempo disminuye los niveles de ansiedad y depresión tanto en la persona afectada como en su entorno”, explica el Dr. Martínez Lage.

En este sentido, los biomarcadores han supuesto un cambio de paradigma en el diagnóstico y seguimiento de la persona con enfermedad de Alzhéimer, evitando a la vez falsos diagnósticos y permitiendo un abordaje terapéutico apropiado.

Nuevas técnicas en la investigación clínica

Asimismo, desde la investigación clínica, se están llevando a cabo distintos estudios en España para ampliar la cartera de biomarcadores y solventar estas limitaciones de los actuales, permitiendo que sean más ampliamente utilizables. El Dr. Pascual Sánchez destaca que “estamos trabajando fundamentalmente con marcadores de plasma para que, a través de un análisis de sangre, se puedan detectar las distintas proteínas que indicarían que esa persona padece la enfermedad de Alzheimer”. Por su parte, el Dr. Alberto Lleó añade que “se prevé que en un futuro próximo se puedan implementar los biomarcadores en sangre en la rutina clínica para el diagnóstico de la enfermedad, esto facilitará mucho y disminuirá las necesidades técnicas y los costes asociados al diagnóstico precoz”. Por último, el Dr. Pablo Martínez-Lage comparte la idea de que “los biomarcadores en sangre permitirán la identificación de personas en las que estará indicado llevar a cabo una punción lumbar o una PET y quizás puedan contribuir a mejorar la eficacia de la acción coordinada entre la Atención Primaria y la Especializada”.

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