- La evidencia científica demuestra que la práctica de ejercicio físico puede reducir el riesgo de padecer un cáncer renal hasta un 23 %1, mitiga los efectos secundarios del tratamiento, mejora la sensación de fatiga, contribuye a mantener el peso y recuperar la fuerza y masa muscular o fortalece el sistema inmune, entre otros beneficios.
- Expertos en ejercicio oncológico recomiendan la práctica de ejercicio, combinando diferentes tipos (cardiovascular, de fuerza, flexibilidad y equilibrio) en todas las fases del proceso oncológico: antes, durante y después del tratamiento médico.
- Nutriactivos renal es una iniciativa de ALCER, SOGUG e IPSEN, en colaboración con Fundación Alicia, para ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas con cáncer renal a través de la alimentación y el ejercicio físico, como hábitos saludables.
Ipsen (Euronext: IPN; ADR: IPSEY), compañía biofarmacéutica global centrada en innovación y atención especializada, la Fundación del Grupo Español de Oncología Genitourinaria (SOGUG) y la Federación Nacional de Asociaciones para la lucha contra las enfermedades del riñón (ALCER), en colaboración con la Fundación Alicia, han lanzado a través de la plataforma Nutriactivos renal, una serie de planes de entrenamientos y vídeos sobre ejercicio físico para ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes con cáncer renal.
Nutriactivos renal nace en 2022 como una plataforma para formar a las personas con cáncer renal en aspectos relacionados con una nutrición adecuada para mejorar su calidad de vida. Ahora, Nutriactivos renal amplía esta información al ámbito del ejercicio físico, teniendo en cuenta el creciente interés y la evidencia científica sobre el beneficio clínico de los programas de ejercicio físico en la reducción del riesgo de padecer cáncer, hasta un 23 %[1], y en la mejoría del estado funcional de quienes lo padecen.
Los beneficios que la práctica de ejercicio otorga a cualquier persona se han demostrado ampliamente. En términos generales, ayuda a controlar el peso, a mejorar la función cardiovascular y muscular, o la salud ósea, entre otros factores. Además, “también puede contribuir a reducir o mejorar las posibles enfermedades que pueden estar presentes en un paciente con cáncer como la diabetes, la enfermedad cardiovascular o la depresión, entre otras”, explica el doctor Martín Lázaro, responsable de actividades con pacientes de SOGUG y jefe de sección del Servicio de Oncología Médica del Complexo Hospitalario Universitario de Vigo. “La práctica de ejercicio físico puede influir en los factores de crecimiento celular, puede reducir niveles de proteínas que podrían estar relacionadas con el crecimiento del tumor o incrementar la fosforilación de algunas, como la beta-catenina, así como incrementar la sobreexpresión de genes supresores de tumores, mejorando los resultados de los tratamientos que se dan”, detalla el doctor Lázaro.
En el caso del cáncer renal, “la incorporación del ejercicio físico a la vida diaria del paciente es fundamental”, explica Juan Carlos Julián, director general de la Federación Nacional de Asociaciones para la lucha contra las enfermedades del riñón (ALCER). “Una de las funciones del riñón es la producción de eritropoyetina (EPO), que es la encargada de regular la producción de glóbulos rojos, que son los encargados de transportar el oxígeno a través de la sangre, por lo que cualquier enfermedad que afecte al riñón produce fatiga al reducirse la producción de EPO. Sin embargo y a pesar de ello, el ejercicio físico siempre se puede adaptar y siempre es beneficioso. Estamos convencidos de que un paciente con cáncer renal que lo incorpore a su rutina diaria va a mejorar su calidad de vida”, añade el director general de ALCER.
“El ejercicio físico debería constituir parte del plan de tratamiento para mejorar la salud de las personas con cáncer. De ahí que desde Ipsen hayamos apostado por ampliar el contenido que ofrece Nutriactivos renal a este campo con propuestas y consejos prácticos avalados por profesionales con amplia experiencia en oncología y el ejercicio físico. Es una manera más de ayudar a mejorar la calidad de vida de los pacientes, en línea con nuestro compromiso”, afirma Aurora Berra de Unamuno, directora general de Ipsen Iberia.
Beneficios fisiológicos y del sistema nervioso del paciente
Desde el punto de vista funcional, la práctica de ejercicio físico “disminuye la limitación del paciente y mejora su capacidad funcional, reduce las molestias que puedan derivarse de tratamientos como la radioterapia o la cirugía y, realizado de forma coordinada con fisioterapeutas y rehabilitadores, puede ayudar a prevenir problemas de suelo pélvico, mejorar la postura y la funcionalidad del abdomen, así como la funcionalidad sexual”, explica Soraya Casla, licenciada en Ciencias de la Actividad física y el deporte y doctora en ejercicio oncológico.
La práctica de ejercicio también puede aportar importantes beneficios fisiológicos como “una mejora de la capacidad cardiovascular, prevenir los problemas derivados de determinados tratamientos que pueden alterar la funcionalidad cardíaca a largo plazo, o incluso alterar la funcionalidad cardiaca a largo plazo generando hipertensión”, añade Soraya Casla, que también detalla los beneficios que el ejercicio físico puede aportar al sistema nervioso de los pacientes con cáncer: “Hay tratamientos que pueden derivar en neuropatías periféricas, en una alteración de la sensibilidad por deterioro de los nervios. El ejercicio físico puede ayudar a estimularlos para que vuelvan a regenerarse”.
Soraya Casla ha colaborado estrechamente con Ipsen, SOGUG y ALCER en la puesta en marcha de este proyecto y en el desarrollo de entrenamientos y consejos prácticos para que los pacientes con cáncer renal incorporen fácilmente el ejercicio físico a su rutina diaria. Los nuevos contenidos están disponibles en Nutriactivos renal.