La maternidad tardía es una realidad cada vez más frecuente en la sociedad española. De hecho, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en la última década, los partos de mujeres de 40 años o más han aumentado un 19,3% y, a nivel europeo, España ya se sitúa a la cabeza de los países con mayor porcentaje de nacimientos de madres mayores de 40 años. Los cambios en los roles de género, así como las condiciones laborales y económicas, entre otros factores, han fomentado este retraso en la maternidad. Sin embargo, gracias a los avances en medicina reproductiva, hoy en día existen más opciones a la hora de decidir cuándo y cómo formar una familia.
En este sentido, la congelación de óvulos se ha convertido en una opción cada vez más popular entre aquellas mujeres que se plantean la maternidad a futuro. Preservar la fertilidad supone una oportunidad para ejercer el control sobre la propia capacidad reproductiva y tomar decisiones acordes a las circunstancias personales.
La preservación de óvulos es un proceso sencillo que dura alrededor de 12 días. En primer lugar, la mujer se somete a un ciclo de estimulación ovárica, en el que se administran medicamentos para estimular la producción de múltiples óvulos en lugar de uno solo, como en un ciclo natural. Luego, se realizan controles médicos para monitorear el crecimiento de los óvulos y determinar el momento óptimo para la extracción. Tras ello, se procede a la extracción de los óvulos mediante una breve e indolora intervención quirúrgica llamada punción folicular. Una vez obtenidos los óvulos, se procede a su congelación. Se utiliza una técnica llamada vitrificación, que implica la congelación de los óvulos en laboratorio a una temperatura de -196º. Finalmente, estos se almacenan en nitrógeno líquido.
La Dra. Marina González, responsable de la clínica de reproducción asistida y fertilidad Ginemed Bilbao, afirma que “una vez realizado este proceso, las tasas de viabilidad de los óvulos vitrificados tras la descongelación alcanzan el 80-90% de supervivencia, así como las tasas de fecundación. Una vez vitrificados, los óvulos, al igual que los embriones, pueden mantenerse durante largos períodos de tiempo, sin que esto afecte a su calidad o influya en las probabilidades de éxito del tratamiento de reproducción asistida”.
Uno de los mayores impedimentos a la hora de someterse a un proceso de congelación de óvulos es la edad de la paciente, puesto que la calidad y la cantidad de los óvulos disminuyen con el paso del tiempo. Por ello, se recomienda que este procedimiento se realice antes de los 35 años, edad a partir de la cual la reserva ovárica comienza a disminuir significativamente.
Muchas pacientes en torno a los 40 años llegan a las clínicas de reproducción asistida para conseguir embarazo. Cuando la prescripción médica lo permite, algunas de ellas inician tratamiento con Fecundación in vitro. “En aquellos casos de FIV con óvulos propios es habitual completar el proceso con el análisis genético de los embriones (Test Genético Preimplantacional, PGT-A) antes de transferirlos al útero ya que, a medida que aumenta la edad del óvulo, también se incrementa el riesgo de alteración cromosómica en el embrión, que se relaciona con menor tasa de implantación y mayor riesgo de aborto”, comenta la Dra. Marina González.
La ovodonación, una alternativa eficaz para lograr embarazo
La ovodonación es una técnica que consiste en utilizar óvulos de donantes jóvenes anónimas para ser fertilizados y transferidos al útero de la mujer que desea ser madre y no puede con óvulos propios. En este sentido, la Fecundación In Vitro con óvulo donados es actualmente una de las técnicas con mejores tasas de éxito dentro de la medicina reproductiva en España. De hecho, el porcentaje de embarazos por ovodonación alcanza el 60% después de una primera transferencia embrionaria y puede aumentar a un 90% en los siguientes intentos. Estos tratamientos de fertilidad permiten la consecución del embarazo a madres que no pueden lograrlo con sus propios óvulos.
La Fecundación in Vitro con óvulos donados fue la opción elegida por María, paciente de Ginemed, quien afirma que “con 45 años, conseguir un embarazo de manera natural comenzaba a parecer inviable, ya que mi reserva ovárica era muy escasa. Tras un largo camino, finalmente optamos por recurrir a la técnica de ovodonación, que era la más adecuada teniendo en cuenta mi situación”. Y añade “aunque fue un proceso duro a nivel psicológico, lograr el embarazo fue muy gratificante y el nacimiento de mi hija Carmen compensó todo el esfuerzo”. La especialista de Ginemed apunta las ventajas de la ovodonación: “La ovodonación permite esquivar muchos de los obstáculos que limitan las posibilidades de conseguir el embarazo de la paciente, como son la edad, los problemas genéticos o el Fallo Ovárico Oculto, lo que explica que sus tasas de éxito sean tan elevadas”.