Una nutricionista de Vithas Vigo resalta la importancia de diferenciar la selectividad alimentaria de las intolerancias y neofobias
- Este martes se conmemora el Día Mundial de la Nutrición
- La lactancia materna prolongada reduce las posibilidades de que un niño sea selectivo
Vigo, 28 de mayo de 2024. La dietista y nutricionista del Hospital Vithas Vigo, Sara Rivas Pereira, destaca la importancia de saber diferenciar entre un proceso natural de selectividad alimentaria de una patología más grave que puede tener repercusión en la salud de los niños. Este consejo coincide con la conmemoración, este martes, del Día Mundial de la Nutrición, dedicado a los hábitos saludables y sostenibles.
Para poder distinguir estos procesos que en ocasiones pueden confundirse entre sí o, incluso, con una neofobia alimentaria, es importante tener claros los conceptos de cada una de ellas.
Así, la selectividad alimentaria es un proceso natural que desarrollan algunos niños entre los 2 y los 6 años en el que dejan de querer comer –paulatinamente o de golpe- determinados alimentos que antes comían sin problema.
La intolerancia alimentaria se da cuando al comer un alimento el niño presenta algún tipo de reacción adversa involuntaria. Una neofobia se caracteriza por el rechazo a comer alimentos que no había probado previamente y es más común entre los 18 y 24 meses. La selectividad alimentaria es un proceso del desarrollo y una intolerancia es la incapacidad del cuerpo para digerir algo a causa de una deficiencia enzimática.
Sin embargo, la selectividad alimentaria se caracteriza por el rechazo a la comida, la escasa variedad y las ingestas restrictivas de algunos alimentos que se ingieren habitualmente, centrándose en la elección de los alimentos según su composición nutricional (proteínas, hidratos de carbono, etc.) y/o aspectos sensoriales (textura, olor, sabor, etc.). Es decir, “el rechazo a alimentos que anteriormente aceptaban por razones diversas”, resume Rivas. Coincide con una bajada en la tasa de crecimiento además de un rápido desarrollo cognitivo y de autonomía.
En el caso de la selectividad, hay un grupo alimentario que se ve especialmente afectado, las hortícolas. Esto es porque los niños nacen con la preferencia innata al sabor dulce y a los alimentos calóricos (porque la leche materna es rica en azúcares), además de los sabores salados.
Por ello, tienen una aversión (también innata) a los sabores amargos, debido a que este se relaciona con alimentos tóxicos, sobre todo en el caso de las verduras más oscuras. Sin embargo, si hablamos de sentidos, “hay algunos que les pueden costar más y presentan mayor rechazo, que son la apariencia visual y el sabor, pero sobre todo las nuevas texturas; en concreto aquellas que son más complejas, como las que cuesta más masticar, que se meten por los lados de la boca…”, afirma Sara Rivas.
Esto puede ser debido a una mala habilidad de masticación, es decir, a que no se hayan incluido alimentos texturizados en la llamada “etapa crítica de introducción de los alimentos” o “ventana de oportunidad para la introducción", que es, preferiblemente, antes del primer año.
Lactancia materna
La lactancia materna influye de forma positiva en la selectividad alimentaria, es decir, “un niño alimentado con leche materna tiene menos probabilidades de ser selectivo, sobre todo, cuanto mayor sea su duración”. Para la nutricionista de la Unidad de Sobrepeso y Obesidad del Hospital Vithas Vigo, esto se debe a que “la leche materna permite el paso de sabores de ciertos alimentos que la madre consume, así, si esta tiene una dieta variada y rica en vegetales, el niño, cuando los pruebe por sí mismo, de cierta forma ya conocerá el sabor, y será menos probable que rechace esos alimentos en un futuro, debido a esta exposición temprana”.
Por lo general, la selectividad alimentaria se pasa sola con tiempo y un poco de implicación de los padres. Para ello, Sara Rivas aconseja comer los alimentos que el niño rechaza en familia, “porque los niños imitan lo que hacen sus padres” y acudir a un especialista si se nota que el niño come un número muy limitado de alimentos “sólo 10 o 15”, si rechaza un grupo alimenticio al completo, por ejemplo, no consumir ninguna fruta o verdura; o si con 6 o 7 años no quiere probar alimentos nuevos o rechaza los que antes consumía sin problema. También hay que acudir al especialista en caso de sospechar que puede tener algún tipo de intolerancia alimentaria.
Sobre Vithas
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