La Asociación por un Acceso Justo al Medicamento denuncia la falta de acceso a la asistencia sanitaria y medicamentos en Gaza y otras zonas de guerra
- La AAJM resalta la labor del personal humanitario y se suma al lema de la ONU #ActuarPorLaHumanidad
Con motivo del Día Mundial de la Asistencia Humanitaria que se celebrará el próximo 19 de agosto bajo el lema #ActuarPorLaHumanidad, la Asociación por un Acceso Justo al Medicamento resalta la labor de miles de mujeres y hombres solidarias que se juegan la vida cada día en zonas de conflicto bélico, especialmente en Gaza, donde este año han muerto más de 224 trabajadores humanitarios.
El 19 de agosto de 2003 un atentado bomba en el hotel Canal de Bagdad mató a 22 trabajadores humanitarios y, cinco años después, la Asamblea General de la ONU estableció este día como Día Mundial de la Asistencia Humanitaria. El objetivo de esta conmemoración, es tener memoria, y rendir homenaje a esas mujeres y hombres solidarias que se juegan la vida, cada día, para ayudar a otras personas que nunca han visto. Naciones Unidas resalta que las trabajadoras y trabajadores humanitarios “no tienen otro propósito que salvar y proteger vidas, así como auxiliar a los afectados atendiendo sus necesidades básicas para sobrevivir”.
Uno de los escenarios de actuación del personal humanitario es Gaza donde, desde el 7 de octubre del 2023, han muerto más de 224 trabajadores humanitarios, de Naciones Unidas, de Cruz Roja y la Media Luna Roja, y más de 70 han resultado heridos.
También han perdido la vida en Gaza siete miembros de la World Central Kitchen, organización sin ánimo de lucro promovida por el cocinero José Andrés, que fueron asesinados por el ejército israelí mientras llevaban alimento a niñas y niños hambrientos. “Estos héroes humanitarios lo arriesgaron todo para alimentar a personas que no conocían y que nunca conocerán”, afirmó José Andrés, quien, a pesar de todo el dolor, reanudo el servicio de comidas en Gaza.
El terrible atentado perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, que causó la muerte a 1.200 israelíes inocentes, y el secuestro de más de 253 personas, desató una respuesta violenta del gobierno de Israel, con el objetivo declarado de destruir a Hamás. Es comprensible la indignación. Pero es inadmisible la masacre indiscriminada de la población palestina, que ha causado ya más de 40.000 muertos, la mitad de ellos niñas y niños, y más de 88.000 heridos que no han tenido acceso a la asistencia sanitaria y a los medicamentos que necesitan.
Durante estos meses, la mitad de la población de Gaza, que supone más de un millón de personas, está desplazada de sus casas destruidas por las bombas y en condiciones de supervivencia catastróficas. Y, además, la llegada de ayuda humanitaria está seriamente comprometida. El pueblo de Israel tiene derecho a una vida en paz, sin duda, pero el camino no puede ser más tanques y más bombas.
En estos meses han muerto en Gaza, al menos, 224 trabajadores humanitarios, tres veces más que la media de los que, desgraciadamente, suelen morir anualmente en su labor solidaria en todo el mundo. También han muerto 100 periodistas que informaban sobre el terreno. Todas ellas y todos ellos tenían nombres, familias, amigos, proyectos de vida. A todos ellos, la AAJM expresa su admiración, respeto y gratitud por intentar construir un mundo mejor.
En el Informe 2022-2023 de Médicos Sin Fronteras y del Instituto de Estudios sobre conflictos y acción humanitaria, señalan algunos avances positivos. Por ejemplo, en España, la Ley 1/2023 de 20 de febrero sobre cooperación para el desarrollo sostenible, así como el aumento de financiación para Acción Humanitaria que ha llegado a 158,48 millones de euros en 2022, un 47,32% más que el año anterior. También ha crecido la financiación para Acción Humanitaria global, hasta 46.900 millones de euros, pero han crecido mucho más las necesidades. Y, en comparación, el gasto militar mundial ya supera los dos billones de dólares en 2022.
La situación de falta de asistencia sanitaria y de medicamentos se repite en las más de 30 crisis bélicas activas, entre las que destacan las guerras en Ucrania, Yemen, Tigray, R.D. Congo, Nagorno Karabaj, Sudán, Somalia, Myanmar, Burkina Faso y Siria. A ello, se añaden los efectos del cambio climático (inundaciones, huracanes, sequías), los terremotos, el aumento de las desigualdades y la pobreza, las migraciones que buscan escapar del hambre y la guerra. Y también las enfermedades. Superada la pandemia de la COVID-19 no se han tomado medidas para prevenir una futura pandemia, ni para hacer frente a la misma. La Asamblea Mundial de la Salud, en Ginebra, cerró sus sesiones el pasado mes de junio sin llegar a un acuerdo sobre el Tratado de Pandemias que se ha venido discutiendo durante casi tres años.
La falta de acceso a medicamentos sigue afectando en el mundo a más de 2.000 millones de personas, y sigue provocando la muerte de más de 10 millones, cada año. Más de 300 millones de personas en el mundo están en situación de crisis humanitaria, en riesgo de hambrunas, sin cobijo, sin paz. Más de 100 millones de personas están desplazadas forzosamente de sus hogares. La prevención y respuesta a catástrofes humanitarias, y a la falta de acceso a medicamentos, requiere soluciones locales, pero también globales. La Organización de las Naciones Unidas se ha ido debilitando en los últimos tiempos y no tiene fuerza suficiente para impulsar cambios en las relaciones de poder, que pongan los intereses de las personas por encima de los intereses de algunos poderes económicos o políticos. Los directivos de las grandes multinacionales y gestores de fondos de inversión tienen más capacidad de incidencia mundial que el secretario general de la ONU. La AAJM considera que es preciso reforzar la gobernanza mundial a través del multilateralismo.
En ausencia de una gobernanza global, que reduzca las desigualdades, que redistribuya los recursos a través de políticas fiscales, que promueva políticas de desarrollo respetuosas con la conservación de los recursos naturales, que garantice el derecho humano a la salud y la atención sanitaria, a la alimentación, a la vivienda digna y a un medio ambiente saludable, el gobierno lo ejercen unos pocos mil-millonarios, a través de gobiernos condicionados a sus intereses y, en cada vez más casos, promoviendo gobiernos populistas que degradan la democracia y favorecen el sálvese quien pueda.
El ejemplo de las trabajadoras y trabajadores de acción humanitaria, cuya memoria honra la AAJM este Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, nos muestra que el valor de la solidaridad sigue siendo capaz de mover voluntades y salvar vidas, y nos anima a creer que otro mundo es posible, donde la justicia social sea la base de una convivencia pacífica y democrática.