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Pablo Martínez Segura (19 de octubre de 2024).
Ateneo de Madrid. Secciones de Farmacia y de Ciencias de la Salud.
Ciclo Hospitales de peregrinos en el Camino de Santiago (VIIª sesión)
INTRODUCCIÓN
Hablar del Camino de la Santiago desde la perspectiva de la historia implica cuestionar la verosimilitud de los datos que nos han llegado sobre su origen. José Luis Martín, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Salamanca, señala:
“Ruta de peregrinación, ante todo, el Camino de Santiago es mucho más: es, en primer lugar, una prueba de la clara importancia histórica y de las consecuencias que puede tener un hecho inexistente o dudoso como el enterramiento de Santiago en tierras gallegas. Poco importa que el cuerpo del Apóstol se conserve o no en Compostela: lo que interesa es que los hombres de la Edad Media lo creyeron así y actuaron en consecuencia y el historiador debe explicar por qué se «inventó» y difundió el culto a Santiago y conocer sus efectos” (1).
Esta cuestión nos lleva, desde la consideración de respeto hacia las personas que en el pasado y en el presente creen de buena fe en que los restos del Apóstol Santiago se encuentran allí, a que, desde nuestro punto de vista, definieron y definen esos datos como reales. Se trata de la profecía que se cumple asimisma o Teorema del sociólogo norteamericano de Wiilliam I. Thomas (1863-1947):
“Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias” (2).
Mediante este teorema, Thomas hizo ver la capacidad del grupo para convertir en reales situaciones que suponen como tales, al adecuar su conducta a esa situación. Es decir, un colectivo tiene la capacidad de convertir en reales, situaciones que no lo son, simplemente por el hecho de comportarse como si lo fueran. Esta ha sido la base de los impulsores de teorías de la conspiración, leyendas negras, hagiografías, epopeyas, mitos, etc. Existe una intención de manipulación de la realidad por parte de un sujeto o sujetos y hay, una conducta ajustada a ese relato, por parte de los que de buena voluntad lo han aceptado como cierto.
En el caso de los mitos cristianos hay pensadores como el filósofo y teólogo Raimon Panikkar (1918-2010) que dan, incluso, un paso más, al considerar que en occidente lo que se ha podido percibir como real (siguiendo el Teorema de Thomas) llega a considerarse “histórico” y, eso (historia falseada), es inmediatamente contemplado como validación de que se trata de un hecho real (3).
CLAVES DEL ÉXITO DEL CAMINO DE SANTIAGO
Parte de la presentación que les ofrezco en este apartado sobre claves de éxito del Camino, procede de un trabajo mío anterior: “La formación de la ciudad de Estella”, estudio histórico del año 1981, preparado como ponencia para la IIª Semana de las Merindades, que bajo el lema “Navarra, ayer, hoy y mañana” se iba a celebrar en Estella del 1 al 10 de mayo de 1981, y que fue prohibida unos días antes por orden del Gobernador Civil. Un resumen fue publicado en el periódico La Merindad Estellesa. Semanario independiente, órgano defensor de los intereses del Distrito. Nº 16, del 21-11-1981, págs. 8 y 9. Una copia del estudio completo, 63 páginas, quedó depositado en la Biblioteca Municipal.
Tomás Álvarez Domínguez, autor la guía “El Camino de Santiago, para paganos y escépticos” (4), destaca que:
“el Camino de Santiago es uno de los fenómenos comunicativos más interesantes de la historia, una invención capaz de generar una grandiosa movilización humana que afectó a gran parte de Europa. Condicionando el desarrollo de la cultura de la España medieval cristiana. Mitos, leyendas y falsedades convivieron con la realidad para asentar el prestigio y el vigor de una peregrinación difícil, que conducía a gentes de mil países hasta el extremo occidental del mundo conocido”.
Para este autor el origen de la peregrinación obedece a dos circunstancias estratégicas de primer orden:
1ª. “Otorgar una doctrina ideológica al expansionismo de los reyes cristianos, que peleaban en el norte de la península frente al dominio árabe”.
2ª “Afianzamiento del Cluny por la misma zona marginal y dura de la cristiandad europea.”
Ideas motoras que coinciden plenamente con las señaladas por el Profesor José Luis Martín (5):
“La peregrinación no adquiere importancia hasta el siglo XI, hasta el momento en que confluyen una serie de circunstancias en las que podemos destacar el auge económico europeo, el triunfo de la reforma gregoriana y el fortalecimiento de los reinos cristianos de la Península a expensas de los musulmanes”.
A ello añade otro leitmotiv que también es decisivo en el desarrollo del Camino:
“El resurgimiento de las ciudades y, con ellas, del comercio a distancia y de la artesanía, y la aparición de un nuevo grupo social, el de los burgueses, son el símbolo del desarrollo europeo, que pronto se hará sentir en los reinos occidentales de la Península”.
Geopolítica y geoestrategia derivada de la herencia de Sancho III
Ahora bien, asumiendo que las explicaciones no pueden ser sencillas, sino todo lo contrario, hay que añadir la geopolítica y geoestrategia derivada de la herencia del Sancho III El Mayor de Pamplona (992- 1035), la muerte de su hijo y sucesor Sancho IV de Peñalen, la ocupación del reino de Pamplona por Alfonso VI de Castilla y Sancho Ramírez de Aragón.
Según la tradición, como señala Lacarra (6), los monarcas de Pamplona deberían dejar su herencia patrimonial al primogénito. Con respecto a las nuevas adquisiciones territoriales podían disponer con mayor libertad.
En contra de los que suele decirse, Sancho III El Mayor no dividió en reino entre sus hijos. Al primogénito García, le trasmitió el reino patrimonial de Pamplona. A Fernando, aun en vida, le dio el Condado de Castilla. A Gonzalo le correspondieron los territorios adquiridos en Sobrarbe, Ribagorza, Loarre y Samitier. Ramiro recibió el núcleo aragonés con algunas villas del reino de Pamplona. Ahora bien, exceptuando a Fernando, cuya herencia le correspondía por vía materna (7), tanto Gonzalo como Ramiro quedaban sometidos a García, primogénito y rey de Pamplona. Gonzalo muere y sus territorios pasan con el mismo régimen de dependencia a Ramiro. ”Si alguien intentase actuar violentamente o resistir al rey de Pamplona, Ramiro contraía la obligación de ayudarle con todo su poder” (8). La falta de auxilio a su hermano le dejaba incurso en delito de felonía, con lo cual su soberano adquiría con todos sus vasallos naturales, el derecho a actuar contra la persona y bienes del traidor.
A pesar de ello, Ramiro se enfrentó a García en la Arrancada de Tafalla (9), pero fue derrotado quedando aun más claro que no reinaba en Aragón, sino que gobernaba por delegación. Muerto García en la batalla de Atapuerca (1054), le sucede en el reino de Pamplona su hijo Sancho IV el de Peñalen. Asimismo, Ramiro es sucedido en Aragón por su hijo Sancho Ramírez (1063) las relaciones de dependencia continúan igual y, como veremos más adelante, Sancho Ramírez busca una salida a su situación con la alianza con el Papa Alejandro II.
El asesinato de Sancho IV en el barranco de Peñalen (1076) que muere sin herederos precipita los acontecimientos.
Alfonso VI de Castilla, hijo de Fernando y por tanto nieto de Sancho III el Mayor de Pamplona, y Sancho Ramírez se disputan el reino de Pamplona. Alfonso ocupa militarmente la mayor parte de territorio, quedando desde entonces vinculados a la Corona de Castilla: La Rioja, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Los pamploneses, temerosos, eligen como rey a Sancho Ramírez, pero este debe rendir vasallaje por el Condado de Navarra (Pamplona, Monjardín, Tafalla, Falces, Aibar, Leguín y Erro). Este vasallaje obliga a Sancho Ramírez a un doble planteamiento geopolítico; mantener sus alianzas con el papado y buscar una alternativa económica para su reino, al quedar, con la perdida La Rioja, mermadas sus posibilidades de anexión de territorios musulmanes por el Sur.
Con la Iglesia al lado
Sucintamente ya tenemos cuales eran los intereses de Sancho Ramírez para aliarse con la Iglesia. Su vinculación a la casa del primogénito le situaba en una posición de inseguridad, que trata de remediar con la encomendación a la autoridad papal.
Sánchez Albornoz opina que es sometimiento, ya que Sancho Ramírez se declara -miles beati Petri- (caballero de San Pedro), es un síntoma de debilidad (10). Pero nuevamente nos encontramos, con que esas relaciones no son fruto de la casualidad, ni siquiera de un capricho pasajero, sino que obedecen a un proceso iniciado por Sancho III el Mayor. La Orden de Cluny fue fundada en 910 a instancias del Duque Guillermo de Aquitania por los monjes del monasterio de Baume, cuyo abad San Bernón pasó a serlo de Cluny. Los fines de esta reforma benedictina eran tratar de terminar con el desorden y la simonía a que habían llegado los miembros de la Iglesia, para ello querían reforzar los poderes del Papa, bajo cuya jurisdicción se pusieron (11). Hasta principios del siglo XI no llegan los cluniacenses a España (12), estableciéndose en primer lugar en Cataluña, pero raíz de un encuentro de Sancho III el Mayor con el rey de Francia y los principales nobles de aquel país (13), trae a los cluniacenses a su reino. La coincidencia de miras entre Cluny y el papado se centra en el problema religioso más grave de los reinos hispánicos. Esos reinos habían quedado aislados por la invasión musulmana de las corrientes católicas europeas. Aquí se practicaba el rito mozárabe o visigodo que difería sustancialmente del romano (14). Ya en tiempos de Sancho Ramírez, el Papa Alejandro II envió a Aragón como legado al cardenal Hugo Cándido, que llegó en la primavera de 1065. Reunió dos concilios, uno ese mismo año y otro en 1067. Se llevaron a Roma cuatro libros litúrgicos para su aprobación: Misal, Sacramental, Antifonal y Oracional (15). Tres bulas de Alejandro II para las abadías de San Juan de la Peña, San Victoriano y San Pedro de Loanes fechadas el 18 de octubre de 1071, prueban el triunfo del rito romano (16).
Sancho Ramírez había viajado a Roma en 1068, poniendo su persona y su reino en manos de Dios y de San Pedro. El sucesor de Alejandro II, Gregorio VII, perteneciente a la orden de Cluny, decidió apoyarse en su vasallo aragonés, que en 1076 es también rey de Pamplona. Encargó la dirección de la iglesia aragonesa al abad de Saint Pons de Thonnieres, Fretario, que llega a Aragón en 1077 y hace funciones de delegado pontificio. En la sede de Pamplona estableció a otro monje de Saint Pons, Pierre d’Andouque, que fue consejero permanente de Sancho Ramírez y propicio un “pacto de amistad” con Cluny (17).
Señala Lacarra (18), que el definitivo vasallaje a la Santa Sede se formalizó cuando el rey navarro-aragones se comprometió a enviar un censo anual de 500 monedas de oro (19), a cambio, los reyes recibirían el reino de manos del Pontífice. El siguiente papa, Urbano II, también de Cluny, añadió en 1095 una cláusula por la que ningún obispo, ni arzobispo, ni siquiera legado romano, podía excomulgar al monarca, ni condenarle a interdicción, sin mandato especial del Papa.
El peligro para un rey medieval de ser excomulgado era muy grande, ya que sus súbditos quedaban liberados del juramento de fidelidad y libres para repudiarle y elegir otro monarca. Al quedar esa posibilidad en manos del Pontífice, con quien las relaciones eran excelentes, alejaba de sí otros peligros más próximos.
Los cluniacenses afincados en San Juan de la Peña se dedicaron a organizar y promover las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Las principales etapas de los caminos franceses y españoles estaban marcadas por cenobios (monasterios) de la orden, según indica Jimeno Jurio (20): Sant-Gilles, San Pedro de Moissac, La Magdalena de Vézelay, Saint-Jean d’Angely, San Eutropio de Saintes, San Juan de la Peña, San Zoilo de Carrión, San Facundo de Sahagún. El considerable patrimonio y riqueza que habían acumulado les aleja cada vez más de los místicos principios de su fundación. Su labor de proyección del Camino los lleva a buscar apoyo en Alfonso VI de Castilla que les acoge en Sahagún (21), con lo que las relaciones siempre amistosas con Sancho Ramírez, sin dejar de serlo, pierden cierto calor.
En los esfuerzos por adoptar el rito romano en sustitución de mozárabe o visigodo, estaba a la par Alfonso VI de Castilla. “Jiménez de Rada, en su Historia Gothica, primera parte de su Historia de rebus Hispaniae. Relata los persistentes esfuerzos de Alfonso VI instigado por su mujer Constanza de Borgoña, por adoptar la liturgia romana (aquí llamada francesa) en reemplazo del toledano” (22).
El Camino necesita hombres libres
Este es un momento decisivo para la promoción del Camino de Santiago desde el poder político según subraya el Profesor Martín (23):
“Alfonso VI de Castilla y Sancho Ramírez de Navarra eximen de peajes y portazgos a los peregrinos, garantizan la seguridad del viaje y lo facilitan mediante la reparación de caminos y puentes y, ante todo, mediante la creación de hospitales y ciudades en las que los peregrinos puedan hallar cuanto necesiten. El interés de los monarcas navarroaragoneses y castellanoleoneses no radica sólo en facilitar el paso de los peregrinos; sus reinos necesitan hombres de armas, pobladores que cultiven las tierras abandonadas y artesanos y mercaderes que atiendan a las necesidades de los peregrinos y revitalicen la economía al ponerla en contacto con los modelos europeos”.
El verdadero precursor de estas políticas fue Sancho Ramírez. Cuando inició su reinado en 1063 se encontró con dominio escasamente poblado y con una estructura social trinitaria: el clero rezaba, lo nobles luchaban y el resto, la inmensa mayoría, trabajaba en el campo. Esos trabajadores agrícolas se dividían en pecheros y collazos. Los pecheros son propietarios de sus tierras, pero están sometidos al señorío jurisdiccional del rey, un noble o una institución eclesiástica a la que deben pagar diversas pechas o tributos. Los collazos o siervos trabajan en tierras propiedad de un señor (rey, noble o abadía), están adscritos a ella y pueden ser vendidos o permutados con las tierras.
Resulta evidente, máxime siendo escasos, que el rey no pudiera contar con esa población para nuevos proyectos, entre otras cosas, porque encontraría la oposición de los propietarios de los señoríos que vivían de la plusvalía del trabajo de los collazos.
El padre de Sancho Ramírez, Ramiro I, se propuso instalar en Jaca la sede episcopal (24), pero murió antes de realizarlo. Jaca es la primera etapa en Aragón para los peregrinos que han seguido la vía Tolosana y por ello se sentían una serie de necesidades (servicios), que no era posible atender con los medios humanos existentes. Es probable que de una forma espontánea algunos francos se hubieran establecido ya en Jaca, debería tratarse de comerciantes ambulantes (cambiadores de moneda, zapateros, tenderos en general) que al olor del mercado continuo que suponía el tránsito de peregrinos fijarían sus puestos en ese punto. Según Pirenne, el proceso de renovación de la vida urbana se hallaba en el nacimiento de una clase de mercaderes y artesanos que abandonan sus viejas prácticas trashumantes para instalarse en lugares estratégicos (25).
Debemos destacar, por otra parte, que en aquella época “civitas” y “burgo” no significaban los mismo. Por “civitas” se entiende la vieja población (romana) rodeada de murallas; por “burgo” el barrio exterior predominantemente mercantil o artesano (26). La situación jurídica de estos francos es incierta, no son rústicos pecheros o collazos dependientes de la tierra, pero tampoco se trata ni de eclesiásticos, ni nobles, ni “milites” o caballeros. Para definir su situación y, a la vez, atraer el establecimiento de nuevos extranjeros, Sancho Ramírez otorga un fuero (1063), que libraba a sus personas de toda sumisión señorial y sus bienes alcanzaban libertad de comercio y exenciones económicas hasta entonces desconocidas. La fórmula tiene un gran éxito, ya que con rapidez se instala un núcleo importante de francos formado en gran parte por artesanos, mercaderes y posaderos (27). Cuando este rey obtiene en 1076 el reino de Pamplona, lleva las fórmulas de repoblación que tan buenos resultados le habían dado en Aragón, a los puntos de Navarra que eran etapas importantes del Camino de Santiago: Pamplona y Estella, así como también para Ujue y Sangüesa.
Esos fueros respetaban los derechos de los señoríos. Si Sancho Ramírez hubiese otorgado carta de población indiscriminada para todos los habitantes de esas localidades, pecheros y collazos hubieran abandonado a su señor para acogerse a la nueva situación. Esa alternativa era impensable en una sociedad cerrada donde los vínculos se trasmiten de generación en generación. Una injusticia que será motivo de tensiones en etapas sucesivas.
Alfonso VI de Castilla pronto imitó a Sancho Ramírez y en 1085 concedió fuero a los francos de Logroño (28).
En este punto se hace preciso comprobar lo que se entendía por “franco”. La épica castellana -Cantar del Mio Cid- centrada históricamente en esta época, pero escrita siglo y medio más tarde, identifica a franco con francés (29). Pero lo cierto es que el nombre de franco se aplica genéricamente a todo extranjero venido de allende de los Pirineos. Concretamente en las lenguas hispánicas el sentido de franco es de hombre libre, más que señalar su origen étnico (30).
El reinado de Sancho Ramírez coincidió con un momento expansivo del imperialismo castellano. Alfonso Vi roe las fronteras occidental y meridional del reino de Pamplona. El Cid es el jefe mercenario del ejército de la Taifa de Zaragoza (31). Navarra esta imposibilitada para su ensanche a costa de territorios musulmanes (32).. Aragón aún no ha madurado, el propio Sancho Ramírez morirá durante el sitio de Huesca en 1094.
¿Cuál es entonces la situación del reino de Pamplona?
Su territorio está tabicado políticamente, su geografía, su estructura física, su configuración, van a determinar sus únicos desarrollos posibles: el comercio del Camino de Santiago y su proyección hacia Francia (33).
Fuente de ingresos
La peregrinación por sí misma suponía una fuente de ingresos para la realeza, a través de aranceles en puentes y pasos principales. Los peregrinos no pagaban nada en los portazgos por lo que llevasen para su uso personal, pero “per si fuesen romei mercatores que leuent trossellos”, deben pesarse a la ida y a la vuelta y por la diferencia pagaran lo que sea justo (34).
Este hecho, explica el interés real por mejorar las condiciones del Camino (reparación de la calzada, puentes, hospitales, leyes de protección…) ya que los servicios y comodidad de este atraerían a los peregrinos, Concretamente el Fuero de Estella determina que aquellos peregrinos que quieran desprenderse de ropas, alhajas o caballerías, deben realizar las transacciones ante testigos (35), de forma que, en caso de robo, el ladrón, al no poder probar la legitimidad de su tenencia quedase al descubierto.
Los ingresos más importantes procedían de las pechas sobre las ventas. Ventas que son realizadas por francos y judíos establecidos como comerciantes en las ciudades y barrios aforados. Vicens Vives coincide en considera estos factores como motores de la evolución económica (36).
Estamos viendo, que el reino de Pamplona avocado geopolíticamente a abandonar la guerra como fuente de ingresos suplementarios, mantiene los señoríos como infraestructura económica de subsistencia, pero encuentra en la promoción del Camino de Santiago una alternativa de desarrollo. Las definiciones sociales comunes a grupos y colectividades -en este caso motivado por las circunstancias- constituyen una parte importante de la dinámica social. Así, al existir un mercado potencial por las necesidades de los peregrinos, se genera un auténtico circuito de comercio en términos objetivos (37).
Estos fenómenos supondrán un cambio considerable en la estructura política, social y económica de Navarra durante el siglo XII. Ha surgido una nueva clase de hombres libres, “francos” o “ruanos” (artesanos, mercaderes cambiadores de moneda, posaderos…) que viven bajo una economía monetaria (38). La influencia de esa economía en el sector agrario de los pecheros supondrá una paulatina tendencia a sustituir sus pagos a los señoríos en prestaciones y especies por censos en dinero.
Las luchas del éxito
Este escenario de éxito económico de los nuevos burgueses del Camino llegó a todo su recorrido con sus innumerables variantes. También, como es lógico, al mismísimo Santiago de Compostela, el Profesor Julio Valdeón, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, así nos lo retrata (39):
“La ciudad del Apóstol experimentó a lo largo del siglo XI un desarrollo espectacular. La abundancia de tiendas y talleres, la presencia de mercaderes y cambistas, la afluencia de peregrinos, todo hacía de Santiago a principios del siglo XII, como dice el profesor García de Valdeavellano, una «animada y populosa ciudad mercantil y artesana”
Situación boyante que disfrutaban todas las ciudades del Camino, desde Pamplona hasta Santiago, pasado por Logroño, Burgos Sahagún, León, Astorga… en todas ellos había mercados regentados por francos, por las libertades y exenciones que habían conseguido, pero que chocaban con los señores feudales de cada lugar (nobles o eclesiásticos) que conservaban privilegios contrarios a con sus intereses. Explica el Profesor Valdeón, que en 1110 estalló la revuelta de los burgueses de Sahagún que se levantaron contra el abad, lo mismo ocurrió en los años siguientes en Santiago (1116) y en otros puntos de Camino:(38)
“Los burgueses pedían la supresión de diversas trabas que obstaculizaban su propio crecimiento económico. En unos casos querían aprovecharse mejor del tráfico mercantil: en otros, controlar directamente el mercado (caso de Santiago). En definitiva, su pretensión consistía en pedir una participación más amplia en la renta feudal. La burguesía en ascenso trataba de encontrar su puesto en la estructura de la sociedad feudal. En el siglo XII la burguesía no buscaba de ninguna manera la destrucción del orden existente, sino simplemente su articulación dentro del mismo”.
Como muestra, veamos los privilegios de Alfonso VI concedió a los monjes de Cluny en Sahagún, en el relato de estos que hace Fernando Sánchez Dragó (40):
(…) ”Los vecinos del pueblo no podían cocer el pan en más horno que el de los monjes, ni mercadear vino de cosecha laica antes de que estos hubieran terminado de vender el suyo”.
Las excomuniones decretadas por el Papa Pascual II a todos los burgueses que no se sometieran, permitió a los señores eclesiásticos dominar la situación. La revuelta fue dominada en 1117.
HETERODOXIA
Dado el significado que la Iglesia Católica da al Camino de Santiago es heterodoxia todo lo que se aparta de la doctrina oficial.
¿Está enterrado o no el Apóstol Santiago en la catedral de la ciudad que lleva su nombre?
El Papa León XIII en carta apostólica de las calendas de noviembre de 1884, señala que en virtud de su autoridad “tenga perpetua fuerza y valor la identidad de los sagrados cuerpos del Apóstol Santiago el Mayor y de sus santos discípulos Atanasio y Teodoro enterrados en la Catedral de Santiago” (41).
Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), en su obra Historia de los heterodoxos españoles, publicada entre 1880 y 1882 (42), tras advertir “católico soy, y, como católico, afirmo la providencia, la revelación, él libre albedrío, la ley moral, bases de toda historia. Y si la historia que escribo es de ideas religiosas, y estas ideas pugnan con las mías y con la doctrina de la Iglesia, ¿qué he de hacer sino condenarlas? En reglas de lógica y en ley de hombre honrado y creyente sincero, tengo obligación de hacerlo”, señala:
“La venida de Santiago a España no es de histórica evidencia (…) Realmente, la tradición de la venida de Santiago se remonta, por lo menos, al siglo VII, puesto que San Isidoro la consigna en el librillo “De ortu et obitu Patrum”, capítulos LXXI y LXXXI; y, aunque algunos dudan que esta obra sea suya, es indudable que pertenece a la época visigoda. Viene en pos el testimonio del oficio del misal que llaman Gótico o Muzárabe. (…) Temeridad sería negar la predicación de Santiago, pero tampoco es muy seguro el afirmarla. Desde el siglo XVI anda en tela de juicio (…) En cuanto a las tradiciones que se enlazan con la venida de Santiago, hay mayor inseguridad todavía, la del Pilar, en sus monumentos escritos, es relativamente moderna. En 1155, el obispo de Zaragoza, D. Pedro Librana, habla de un antiguo templo de la Virgen en esta ciudad, pero sin especificar cosa alguna”.
Entendemos que el propio Menéndez Pelayo, campeón del catolicismo, desde el rigor de su erudición histórica no tiene otra opción que cuestionar la tradición sobre Santiago el Mayor y tratar de dejarla en terreno de nadie: “temerario es negar, pero tampoco es seguro afirmarlo”.
No obstante, en Historia de los heterodoxos, si arremete contra quién en Galicia puede hacer sombra a Santiago, como en caso el obispo y mártir Prisciliano (340?-385), del que nos ocuparemos con más detalle. En concreto, sobre Prisciliano, Menéndez Pelayo indica:
(…) “esto a pesar de ser panteísta la doctrina de Prisciliano y enlazarse con ritos célticos y tener algunas condiciones de vida por lo ordenado y consecuente de sus afirmaciones! ¿Qué resultados tuvo el priscilianismo? Directamente malos, como toda herejía; (…) consta por Sulpicio Severo que Prisciliano, empeñado en propagar la gnosis y el maniqueísmo, no como los había aprendido de Marco, sino con variantes sustanciales, atrajo a su partido gran número de nobles y plebeyos, arrastrados por el prestigio de su nombre, por su elocuencia y el brillo de su riqueza. Acudían, sobre todo, las mujeres, ansiosas siempre de cosas nuevas, víctimas de la curiosidad, y atraídas por la discreción y cortesanía del heresiarca gallego, blando en palabras, humilde y modesto en el ademán y en el traje: medios propios para cautivar el amor y veneración de sus adeptos. Y no sólo mujeres, sino obispos, seguían su parecer, y entre ellos Instancio y Salviano, cuyas diócesis no expresa el historiador de estas alteraciones” (…).
Menéndez Pelayo, también sitúa entre los heterodoxos a Alfonso Valdés (1490/92 – 1532) humanista y secretario de cartas latinas del emperador Carlos V, que arremetió contra las reliquias. El autor de los heterodoxos señala sobre él:
(…) “Y aquí vienen los insulsos chascarrillos (de Alfonso Valdés) de los lignum crucis, «que cargarían una carreta» y; de los quinientos dientes, de la sombra del bordón de Santiago; condimentos relegados hoy a la ínfima cocina protestante y volteriana, y entre nosotros, a lo que por excelencia llamamos literatura progresista. Cierto que no valdría la pena recordar tales cosas si no caracterizasen una época y no las escudara la gallardía del lenguaje, que en Valdés es rico y flexible, a la par que vehemente y acerado”.
Estas dos indicaciones de Menéndez Pelayo sobre Prisciliano y el culto a las reliquias, nos sirven de anclaje para las siguientes consideraciones.
SINCRETISMO
Prisciliano pasa a ser Santiago
En Xacopeia (43), obra de ediciones Bolanda copatrocinada por Xacobeo Galicia, Galicia o bo Camiño y la Xunta de Galicia, dentro del apartado Leyendas Medievales hay una detallada entrada a la figura de Prisciliano. Así lo presentan:
Prisciliano, obispo de Ávila, hereje hispánico y padre del priscilianismo (ca. 340-385) (…) En el siglo IV, Prisciliano revolucionó las bases del cristianismo primitivo chocando frontalmente con la Iglesia, por lo que fue acusado de hereje y ejecutado en Tréveris en el 385 por orden del emperador Teodosio. Sus restos habrían sido llevados a Galicia por sus seguidores, tal como se cita en la Crónica de Sulpicio Severo, a principios del siglo V (…)
El francés Louis Duchesne, en el año 1900, publica en la revista de Toulouse, Annales du Midí, un artículo bajo el título “Saint Jacques en Galice”, en el que sugiere que quien en realidad está enterrado en Compostela es Prisciliano, basándose en el viaje que sus discípulos hicieron con sus restos mortales, hasta Galicia. Posteriormente Sánchez-Albornoz y Miguel de Unamuno se hicieron eco de esta hipótesis que ha pasado a convertirse en una teoría muy popular, aunque muy controvertida. Son muchos los historiadores españoles y extranjeros que la suscriben. Algunos de estos pensadores críticos, que replantearon los cimientos del culto a Santiago en Compostela, son el profesor Henry Chadwick, de Oxford, Américo Castro, Fernando Sánchez Dragó y Ramón Chao. También Menéndez Pelayo, aunque entiende que “sería temeridad negar la predicación de Santiago apóstol, pero tampoco es muy seguro afirmarla”, no vacila a la hora de abordar esta hipótesis (…) En cuanto a la traslación de sus restos a Galicia, que se realizó según Sulpicio Severo el año 389, se teoriza, sin referentes históricos, que se pudo haber hecho a través de la ruta que luego seguirían los peregrinos a Compostela, iniciándose así el Camino de Santiago, cuatro siglos antes de que comenzara la peregrinación histórica conocida. (…) Según Xosé Luis Méndez Ferrín, la posibilidad de la presencia de Prisciliano en la catedral siempre ha sido muy bien vista por los galleguistas, incluso por muchos cristianos: “El hereje gallego, heredero de un cierto panteísmo céltico y verdadero cristiano evangélico y distanciado de los poderes terrenales, estaría enterrado en Compostela, con el tiempo, su memoria habría sido suplantada por la de un Santiago el Mayor, cuyo culto le convenía fomentar a los grandes intereses económicos de la Reconquista”.
La Iglesia Católica ha practicado el sincretismo (asimilar a deidades de otras religiones) desde que el emperador romano Constantino (306-337) inició la fase de identificar cristianismo y poder político. Tenemos numerosos ejemplos. Quizá, el primero de todos ellos fue el del Papa Julio I (320-325) que fijó la fecha del 25 de diciembre como celebración del nacimiento de Jesucristo, fecha en la que, en el Imperio, se celebraba el “Natalis Solis Invicti” (nacimiento del Sol invencible) o nacimiento de Apolo (44). Un ciclo astronómico, el solsticio de invierno, a partir del cual los días comienzan a ser más largos; es decir, triunfo del Sol que aprovechaban los romanos para celebrar las fiestas Saturnales, en honor a Saturno, dios de la agricultura. Se paraban las guerras, se celebraban reuniones con amigos y familiares y banquetes con exceso de comida, se intercambiaban regalos y se consideraban los días más alegres y felices del año. Puede imaginarse que la intención de Papa era no competir con los paganos y atraerlos hacía su religión con una tradición fácilmente asimilable.
En el terreno de las hipótesis, puesto que tan dudoso es que los restos de Santiago el Mayor estén en la catedral de Santiago, como que esos huesos correspondan a Prisciliano, puede pensarse que los monjes y nobles que suscitaron la leyenda de Santiago utilizaran las creencias populares de que allí se encontraban los restos de un mártir. Mártir igual que Santiago. Estamos en una sociedad analfabeta, en la que las comunicaciones son orales y es precisamente la Iglesia la que dispone de mejor infraestructura para transmitir relatos; en este caso el relato que se corresponde con los intereses del poder político y religioso.
Carmen Cardelle de Hartmann, catedrática de Filosofía Latina Medieval y Moderna de la Universidad de Zürich (45), que ha analizado profundamente las fuentes de los siglos V y VI referentes al priscilianismo, indica que, “se ha formulado la hipótesis de que los tres varones enterrados bajo el altar de la catedral de Santiago podrían ser Prisciliano y dos de los seguidores ajusticiados con él. No obstante, nos faltan demasiados datos para poder resolver satisfactoriamente la cuestión del lugar de enterramiento de Prisciliano, aunque podemos partir de la base de que era en algún lugar de Galecia”.
El experto en Prisciliano, el filósofo y teólogo Victorino Pérez Prieto (46), nos ilustra sobre más opciones de sincretismo entre él y las religiones previas al cristianismo por su posible contacto (no contrastado) con druidas célticos de dónde pudieron venirle sus conocimientos esotéricos. Sus predicaciones contra la Iglesia corrompida desde que se había aliado con el poder a partir de Constantino se difundieron rápidamente a través de camino norte que conecta Burdeos, capital de la Aquitania, con Zaragoza y, luego, por calzadas romanas con Toledo y Mérida. Añade seguidamente, pág. 59, las controversias que se han levantado que aumentan el número de interrogantes o preguntas:
“Si no podemos garantizar que los huesos de Compostela son de Prisciliano, aunque hay bastantes probabilidades que sea así y la voluntad eclesiástica de ocultarlo. Creo que es mucho menos posible (por no decir improbable) que sean las del Apóstol Santiago, como se admite por la mayoría de los historiadores actuales, a pesar del insistente mantenimiento de la posición eclesiástica oficial al respecto, tanto ayer como hoy. La polémica ha hecho correr ríos de tinta en los últimos cien años. Unamuno escribe: "La tumba de Santiago es una tumba por toda España. La tumba de Galicia puede ser la de Prisciliano, el gnóstico gallego, obispo de Ávila, que en el siglo IV mezcló el paganismo galo con las doctrinas cristianas”. Y Sánchez Albornoz, un autor más "católico", escribe: ¿Santiago? ¿Prisciliano? Es dudoso que alguno de ellos esté enterrado en Compostela. La leyenda que afirma la primera (la de Santiago) es casi ocho siglos después de la muerte del Apóstol”.
Pérez Prieto concluye (págs. 148 y 149) afirmando el sincretismo mencionado con una cita de Portela Valladares, uno de los políticos galleguistas que reivindican a Prisciliano:
“Hasta el siglo VIII perduraba en nuestra tierra la memoria y la glorificación del primer mártir de la intransigencia católica. La tumba de Prisciliano era el centro focal de la adoración popular... Al oscurecerse el culto a Prisciliano, surge el del Apóstol Santiago, en el mismo país, en Iria Flavia, en el territorio de una de aquellas diócesis cuyos obispos se negaron a toda retractación en Toledo; y en sitio recóndito, como aquel en que la devoción a Prisciliano podía estar a resguardo de atentado y persecución. ¿Qué de particular, pues, que conociendo el tacto político de la Iglesia para acomodarse a los tiempos, para infiltrarse en el pueblo aprovechando sus inclinaciones y sentimientos, para transformar sus ritos y creencias en afirmaciones de catolicidad, se haya pensado que la devoción al apóstol y su tumba son aquella sustitución sobre la devoción y la tumba de Prisciliano? (Nota de 13. Portela Valladares, M. “Ante el Estatuto. Unificación y diversificación de las nacionalidades”. Nota sobre el priscilianismo. Barcelona, 1932, 195-196. Cf. 195-200”.
El padre del nacionalismo gallego Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao, conocido simplemente como Castelao (1886-1950), colocaba a Prisciliano –portando un báculo rematado con la hoz de los druidas- a la cabeza de un desfile de gallegos inmortales durante el discurso que, ya en el exilio, pronuncio en Buenos Aires en Día de la Patria Gallega de 1948 (47).
Otro gallego, Ramón Chao (1935-2018), periodista y escritor afincado en Francia, que ha trabajado afanosamente para reivindicar la figura de Prisciliano, apunta que pudo haber sido precursor de los albigenses, los cátaros, Savoranola y Lutero (48).
CURACIÓN
Enfermedad como castigo de los dioses
En la antigüedad la enfermedad era considerada como un castigo de los dioses, razón por la que los dioses o los mediadores con dichos dioses fueron simultáneamente los primeros médico-farmacéuticos. En casi todas las tradiciones: Dhanvantari, en la veda; Ching-Nong, en la china; Gilgamesch, en la sumeria; Imhotep, en la egipcia o Asclepio entre los griegos, son dioses y médicos, reyes, o médicos de los reyes (49).
En la época greco-romana, indica la doctora en Historia Antigua Mercedes López (50), “Asclepio fue uno de los dioses más populares del mundo helenizado, llegando a rivalizar con el cristianismo en el siglo III d. C. Los viajes hacia los santuarios relacionados con la salud y dedicados a Asclepio (más de 200) tenían por objetivo, después de determinados ritos y sacrificios de pureza, y tras pagar una cuota, dormir una noche en el santuario con el propósito de tener un sueño para obtener la cura: el sueño significaba la esperanza de curarse”.
Reliquias, culto y tráfico
Durante el medievo, con el cristianismo, explica Adeline Rucquoi, historiadora francesa experta en el Camino de Santiago y miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia de España (51), la orientación de las peregrinaciones se centra, más que en la curación del cuerpo, en la salvación del alma y para ello se establecen las indulgencias, una especie de contrato -puntualiza-, entre el cristiano y el cielo en general o un santo en particular a cambio de una protección especial. Añade que las peregrinaciones exclusivamente de enfermos se dirigen generalmente hacia centros locales o regionales, casi nunca Jerusalén, Roma o Santiago. Tras enumerar distintos motivos de peregrinación como penitencia, castigo o incluso por procuración (peregrinación por cuenta de otra persona), incluye la fe que depositan los peregrinos en el valor taumatúrgico, en la capacidad prodigiosa de las reliquias (cuya clasificación abordaremos más adelante) para la curación del alma o quizá de alguna parte de cuerpo. Un culto a las reliquias -literalmente restos o residuos-, prosigue Rucquoi, que se inició en el siglo IV pero que se convirtieron en objeto de tráfico comercial. Concluye subrayando que “la afluencia de peregrinos en el siglo XII provocó el desarrollo de una fantástica organización de construcción y mantenimiento de vías y puestes, edificación de hospitales, medidas de seguridad y de orden público. Es inútil insistir sobre el famoso auge comercial que experimentaron por el mismo motivo las ciudades y villas que jalonaban el Camino”.
La veneración a las reliquias de mártires y santos ya se daba en España en época romana. Están documentadas peregrinaciones a tumbas de santos famosos como San Vicente, en Sagunto, San Félix, en Gerona, o Santa Eulalia, en Mérida. Gallegos Vázquez, profesor de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad Rey Juan Carlos (52), sitúa el auge de las peregrinaciones hacia las reliquias con los restos de Santiago Apóstol:
(pág. 30) “Con el aumento de reliquias, traídas de la España Musulmana, principalmente con las del ''Arca Santa" de Oviedo, así como con la reconquista de nuevos territorios en los que existían iglesias, en muchos casos con restos de santos y mártires, renacen las peregrinaciones en la España Cristiana; ejemplos de éstas serían las que tenían como meta Oviedo o San Millán de la Cogolla.
Pero será el descubrimiento (inventio) de la tumba con los restos del Apóstol Santiago, en el extremo noroccidental de la Península, el que provoque que las peregrinaciones adquieran en España una dimensión desconocida en el Occidente Europeo. Hacemos mención separada de las peregrinaciones jacobeas por dos razones: primero, por la importancia que adquirieron en la Edad Media, constituyendo una de las tres peregrinaciones consideradas mayores, junto a la de Tierra Santa y la de Roma, llegando a ser en algunos momentos la más importante, cuantitativamente hablando, por el gran número de peregrinos que acudían a Compostela; y segundo, por ser una peregrinación no sólo española, sino europea e incluso universal, pues además de acudir a ella peregrinos de Europa Occidental, también lo hacían peregrinos nórdicos, del este de Europa e incluso de las zonas más alejadas de la Cristiandad”.
Entre las reliquias se puede establecer una jerarquía. En primer lugar, tenemos que situar las relacionadas con Jesucristo, sobre todo con la pasión: la vera cruz, la lanza sagrada, el santo grial, la corona de espinas, el sudario o sábana santa, los clavos de la cruz; también, la columna de la flagelación, la santa esponja, el santo ombligo, el santo prepucio, la santa lágrima, la santísima sangre y túnica. Las reliquias de los santos ocuparían un segundo lugar (entre estos tendrán mayor prelación las de los apóstoles, Pedro y Pablo (en Roma) y Santiago (Santiago de Compostela) y detrás el resto, dando más valor a los mártires). El prestigio de las iglesias y santuarios se medía por la riqueza de los relicarios que poseían. Advierte Ángel Luis Molina (53), que “los abusos de todo tipo generados por esta forma de devoción (coleccionismo, falsificaciones, supercherías y numerosas supersticiones) fueron frecuentes.
El problemas es que el fetichismo mágico de la reliquias proporcionaba a las iglesias y santuarios que las poseían unos excelentes beneficios, una situación que se disparó a base de fragmentaciones y falsificaciones hasta ser denunciada por la Reforma protestante, pero que por el movimiento de reacción que supuso el Concilio de Trento (1545 – 1563), restableció su culto indiscutido dentro del catolicismo, aplicando, eso sí, algunos filtros de verisimilitud, pero sin cuestionar las ya existentes que constituyen un patrimonio religioso, y también económico, para las instituciones que las poseen.
Como ejemplo puntual de este desmadre, y en lo referido exclusivamente a Santiago Apóstol, veamos los enclaves de sus restos que ha podido enumerar Álvarez Domínguez (54):
1. Iglesia de Santa María de Todas las Vírgenes, de Merida. Una reliquia.
2. Catedral de Santiago de Compostela. Cuerpo entero.
3. Catedral de San Zenón, en Pistoya (Italia), un huesecillo en el relicario, aunque la tradición dice que Diego Gelmídez, primer arzobispo de Santiago en 1100, le regaló a San Otón la mismísima cabeza de Santiago.
4. Antonio López Ferreiro enumera diversas sedes citadas como depositarias del cuerpo del Apóstol: Toulouse, Angers, Verona y Zibiti (pueblo de la diócesis de Milán). Según este autor la cabeza del santo se la disputan Toulouse y Venecia (dos monasterios), Roma, Pavía y Nápoles. Hay brazos de Santiago en Tercas, Monreal de Sicilia, Torcelli, Capri, Pavía, Roma y Baviera.
5. Rober Plotz, otro estudioso del tema compostelano, citado también por Pablo Arribas, sintetiza así las existencias de reliquias santiagueñas: tres cuerpos íntegros, seis cráneos, varios brazos (tres de ellos en Alemania), etc.
6. Históricamente, no cabe duda de que la plaza que ha disputado más notoriamente la posesión del cuerpo del santo es la de Toulouse, pero la duda es imposible de zanjar y la discusión está garantizada. Es cuestión de fe.
7. En la polémica sobre la autenticidad de los restos enterrados en Compostela jamás se podrá decir la última palabra. En el libro de Arribas se cuenta: “Cuando menos se piensa salta la liebre. El 23 de mayo de 1992, en uno de los tres días grandes de la Basílica (…) llegó una peregrinación palentina, de la Tierra de Campos, llevando (…) una costilla del Patrón”.
El investigador José Luis Bouza (55): puntualiza que “después del Concilio de Trento, y a partir del último tercio del siglo XVI, renació vigorosamente en la Europa católica el fervor hacia las reliquias de los mártires, objeto de crítica de erasmistas y protestantes, quienes consideraban la veneración de las reliquias -como cualquier otra manifestación externa de piedad-, característica de la religiosidad vulgar e introductora de la superstición e idolatría (…) La Contrarreforma multiplicará las sugestiones emocionales, irracionales y sensibles en las manifestaciones religiosas que propone a la piedad común, halagando las representaciones materiales y externas de la devoción popular y su gusto por lo maravilloso, excesivo y sorprendente”.
Entonces, ¿y los hospitales del Camino de Santiago?
Con carácter previo vamos a recurrir a los que se entendía por “hospital” en el primer diccionario de castellano conocido, el Tesoro de la lengua castellana o española, de Sebastián de Covarrubias, publicado en 1611 (56):
“HOSPITAL.
Hay muchas diferencias de hospitales, en algunos se curan enfermos, en los que llaman Generales, o que están dotados de mucha renta, curan de calenturas, de heridas, de mal francés, locos, niños expositos. Otros curan una sola suerte de malacia. También hay hospitales de incurables, hay los de san Antón, san Lázaro, santa Lucía, san Roque.
La orden de caballería del señor Santiago tiene en todas partes hospitales donde se curan de todas enfermedades, y ni más nimonoslos Comendadores de san Juan. Hay hospitales de peregrinos, particularmente por la carrera del camino del señor Santiago, en les dan a los tales cama, leña y agua, u en muchos de comer un día mas; y a Dios gracias, en toda España hay muy pocos lugares por pequeños que sean que no tengan un hospital para los peregrinos. Refiere el padre Pineda, en su Monarca Eclesiatica, libro 30 captó. 3 - 3 que a los Godos les fue encargada por el Rey Carlos la hospitalidad con tanto rigor que si se probare que uno, por tres veces la hubiese negado al peregrino forastero, le quemasen la casa. Todo ello se eludía con tener lugar público donde los recojan, aunque sea con las limosnas de los naturales del pueblo. Los que tienen con que pagar van a los mesones, y quedan los hospedajes particulares par los amigos o personas grandes y religiosas, que no están con decencia en los sobredichos lugares”.
Este texto del siglo XVII, al describir los “hospitales” de peregrinos del Camino de Santiago, especifica que les dan “cama, leña, agua y de comer”; es decir, son hospitales más próximos a lo que hoy en día podemos entender por una hospedería, pero añade que en tiempos de los visigodos era obligatorio dar hospitalidad a los peregrinos y que si se probase que alguien la hubiese negado por tres veces le quemarían la casa. Un castigo que se podía eludir si en el pueblo existía un lugar público, un hospital u hospedería, donde se pudiesen recoger, aunque estuviese sostenido por limosnas de los vecinos.
Información que nos permite imaginar que, en los primerísimos tiempos del Camino de Santiago, por sus distintas variantes, los peregrinos ya contaban con posada-hospital-hostal en calidad de invitados por un plazo muy limitado de tiempo. Las normas visigodas que en los siglos VIII y hasta el XI que podían seguir vigentes en los reinos cristianos hispánicos, era la Ley Visigothorun, que era una compilación de leyes romanas y visigodas promulgada por Rencesvisto en el año 654 (57).
Enunciados parecidos sobre la obligatoriedad de los vecinos a proporcionar hospitalidad a los peregrinos, estaban vigentes de Francia en la Lex Burgundionun, que en su título 38 especificaba que quien niega a un huésped un techo será multado, o en la norma del emperador Carlomagno del 802, Capitulare Primun, cuyo apartado 27, sobre hospitalidad, indica que a los peregrinos nadie les negará el fuego y el agua (58).
En los reinos hispánicos, se mantenía el uso por costumbre de la Lex Visigothorun citada, pero debía aplicarse con laxitud, explican desde Xacopedia (59), puesto que “a finales del siglo IX los diplomas reales empiezan a mencionar de forma genérica a los peregrinos como beneficiarios de las donaciones y se organizan las primeras manifestaciones de hospitalidad. Son aún anónimos, quizás mayoritariamente hispanos, atraídos desde lugares dispares”. Ya en el siglo XII aparecen textos que especifican esta hospitalidad, será Aymeric Picaud en el Códice Calixtinio, el que señale: “que todos deben acoger con respeto y caridad a los peregrinos, ya sean ricos o pobres, que van o vuelven del lugar de Santiago, ya que quien los acoja con caridad tendrá como huésped no sólo a Santiago, sino también al Señor, como bien dicen las palabras de Jesús en el Evangelio: “Quien os acoge a vosotros, me acoge a mí”.
Desde finales del siglo XI, cuando se consolida el auge económico que puede tener la promoción del Camino, es cuando empiezan a multiplicarse las donaciones de reyes y reinas, nobles, abadías y órdenes militares para la construcción de hospitales, entendidos como refugios de hospedaje (en la mayoría de los casos por un máximo de tres días), así como para la reparación y construcciones de caminos y puentes.
En esos hospitales-hospederías, nunca concebidos como centro de curación, se atendían, eso sí, las dolencias derivadas del esfuerzo y las penalidades del Camino, en ocasiones las enfermedades infecciosas sobrevenidas y, asimismo, en otras, la atención de cementerio para los fallecidos. Caso especial debió merecer la lepra, tal y como comenta Luis del Campo en La medicina en el Camino de Santiago (60):
“La temible lepra constituía un azote en los siglos medievales, tanto para quienes poblaban las regiones atravesadas por los caminos del romeraje como para los habitantes de los países cuya fe les impelía a visitar el Sepulcro compostelano. Trabajos de solventes investigadores calculan la morbilidad europea alcanzando cifras del 10 al 50 por 1.000, desarrollándose endémicamente con preferencia entre los años 1200 al 1300; en España, durante los siglos XIII y XIV el número de leproserías, también llamadas lazaretos y malaterías, aumenta tan considerablemente que constituyen la prueba indiscutible de las obligaciones y necesidades creadas por la enfermedad de San Lázaro. Diversos documentos que se conservan patentizan su emplazamiento en las inmediaciones de la ruta Jacobea, encontrándose con frecuencia situadas a la entrada o salida de las villas y ciudades de cierta importancia del recorrido”
Este mismo autor, destaca que “al crecer el número de pacientes, dado el auge jacobeo, se creó la necesidad de construir edificios ad hoc, al resultar las enfermerías insuficientes, que por las noticias que se conservan o por los restos arquitectónicos conservados difieren conforme avanzan los siglos”, situación que dará lugar a la construcción de los hospitales enfermería de mayor tamaño: del Rey, en Burgos, de San Marcos, en León, de los Reyes Católicos, en Santiago.
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) MARTÍN, José Luis. “Santiago: religión, comercio y política”, en AA.VV. El Camino de Santiago. Cuadernos Historia 16. Nº 88. 1985. (7 – 21).
(2) “El teorema de Thomas”. WIKIPEDIA https://es.wikipedia.org/wiki/Teorema_de_Thomas
(3) PANIKKAR, Raimon. “La nueva inocencia”. Sitio web oficial de Raimon Panikkar. https://www.raimon-panikkar.org/francese/XXXII-2-La-nueva-inocencia.html Visitado el 14-10-2024.
(4) ÁLVAREZ DOMÍNGUEZ, Tomas. El Camino de Santiago para paganos y escépticos. Madrid. Ediciones Endymion. 2000. 227 págs.
(5) MARTIN, José Luis. Obra citada (pág. 11).
(6) LACARRA, José María. Historia del Reino de Navarra en la Edad Media. Pamplona. Caja de Ahorros de Navarra. 1975. 571 págs. (pág. 169 y sig.).
(7) Fernando I recibe el Condado de Castilla aun en vida de su padre Sancho III. Como consecuencia del enfrentamiento de su hermano rey de Pamplona con el rey Bermudo de León, y la muerte de este último, Fernando pasa a ocupar el trono de León y Castilla en 1037.
(8) LACARRA- Obra citada (pág. 171).
(9) HUICI HURMENETA, Vicente – JIMENO JURIO, José María - MONZÓN, Javier – ESTEVEZ, Alfonso. Historia de Navarra. Historia del País Vasco. Tomo 3º. San Sebastián. Txertia. 1980. 160 págs. (pág. 70 y sig.).
(10) SÁNCHEZ ALBORNOZ, Claudio. España un enigma histórico. Barcelona EDHSA (4ª ed.)1973. 2 vol. (pág. 354, vol 1º).
(11) LÓPEZ S., Robert. El nacimiento de Europa. Barcelona. Labor. 1975. 505 págs. (pág. 171 y sig.).
(12) FLICHE, Agustín. Reforma gregoriana y reconquista. Vol. VIII de la Historia de la Iglesia. Valencia. Edicep. 1976. 641 págs. (Pág. 36: “los monjes cluniacenses entran en España a principios del siglo XI. Primero en Cataluña, Ripoll (1008) y luego en Aragón donde Sancho III el Mayor les confía la abadía de San Juan de la Peña, finalmente en Castilla donde se afincaron en Oña (1032) y en Cerdeña (1033).
(13) DEFOREAUX, Marcelin. Les françaises en Espagne aux XI et XIIº siecle. P.V.F. Paris. 1949 (En pág, 15 y sig.: el encuentro que tuvo lugar en 1010 en San Juan Bautista, entre Sancho de Navarra, Guillermo Fierabras de Aquitania, Sancho Guillermo de Gasconia y el rey de Francia Roberto El Piadoso, aparece como símbolo dé la política de acercamiento entre la Francia feudal y los reinos cristianos de Hispania, con el deseo de los franceses de apoyar a los cristianos en sus luchas contra los infieles y de paso favorecerse con los botines de las conquistas.).
(14) “La liturgia mozárabe, llamada también visigoda, era anterior a la invasión musulmana y tenía afinidades con la liturgia galicana, que restaba autoridad al papa en favor del rey. Su calendario tenía algunas características especiales: el Adviento empezaba inmediatamente después de la fiesta de San Martín (11 de noviembre) y comprendía seis domingos. La Epifanía estaba precedida de tres días de ayuno y la Cuaresma también era peculiar. La misa tampoco era igual que la romana. Las oraciones eran distintas y la hostia se repartía en siete partes, dando la bendición antes de la comunión”. FLICHE, Agustín. Obra citada. (Pág. 36 y sig.).
(15) ROCA LAYMON, Jaime. Sch. Irache. Pamplona. Col. Navarra, Temas de Cultura Popular nº 79. Diputación Foral de Navarra. 1970. 31 págs. (en pag. 10 y sig. señala que los libros Antifonal y Oracional procedían del Monasterio de Irache. El Misal del Monasterio de Santa Gema, a dos leguas de Irache y el Sacramental del Monasterio de Albelda.).
(16) FLICHE, Agustín. Obra citada. (pág. 36 y sig.).
(17) DEFORNAAUX, Marcelin. Obra citada, (pág. 24).
(18) LACARRA. (Obra citada. (pág. 171 y 172).
(19) La moneda elegida fue el “mancuso”, pieza que circulaba en las zonas musulmanas y que seguramente provenía del tributo cobrado a la taifa de Zaragoza. LACARRA. (Obra citada. (pág. 171 a 176).
(20) JIMENO JURIO, José María. La hospitalidad del Camino de Santiago. Pamplona. Col. Navarra Temas de Cultura Popular, nº 103. Diputación Foral de Navarra. 1971. 31 págs. (pág. 11).
(21) FLICHE, Agustín. Obra citada (pág. 37).
(22) CABELLO LLANO, Ignacio. La sustitución del rito hispánico por el rito romano por Alfonso VI según algunas crónicas. Hypothesses, 11-11-2021, https://fontesmediae.hypotheses.org/1639 *Rodrigo Jiménez de Rada (1170 - 1247), arzobispo de Toledo durante casi cuarenta años, consiguió la primacía de esta sede y fundó su actual catedral sobre la antigua mezquita; sirvió como consejero y diplomático del rey de Navarra Sancho VII y de los castellanos Alfonso VIII y Fernando III, de quien fue canciller; organizó la cruzada cristiana contra los almohades de al-Ándalus, dirigiendo personalmente varias campañas de la guerra, entre las que destacó la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212. Como historiador, su obra más conocida es “De rebus Hispaniae”, en donde se describe la historia de la península Ibérica hasta 1243. Como historiador, cuestiona inteligentemente sus fuentes, haciendo uso de la documentación y recurre a fuentes árabes para contrastar sus datos (aspecto sumamente valioso, pues entonces solo la historiografía árabe prestaba aprecio al ámbito económico y social). Su “De rebus Hispaniae”, que sigue el modelo de la Crónica najerense, se convirtió en fuente de primer orden para la “Estoria de España” de Alfonso X el Sabio.
(23) MARTÍN, José Luis. Obra citada. (pág. 14).
(24) LACARRA. Obra citada (pág. 179).
(25) PIRENNE citado por GARCÍA DE CORTAZAR. La época medieval. Historia de España Alfaguara. Madrid. Alianza (5º ed.)1978. (pág. 195).
(26) GARCÍA DE VALDELLANO, Luis. Orígenes de la burguesía en la España medieval. Madrid. Espasa. Col. Austral nº 1.461. 1969. 220 págs. (pág. 114).
(27) LACARRA, José María. Fueros de Navarra. Fueros derivados de Jaca. Estella – San Sebastián. Pamplona. Institución Príncipe de Viana. 1969. 364 págs.
(28) ALVARADO PLANAS, Javier. “A modo de conclusiones: el Liber Iudiciorum y la aplicación del Derecho en los siglos VI al XI”, Dosier. Le droit hispanique latin du VI e au xii e sièclen. Contrapunto - Mélanges de la Casa de Velázquez, 41-2. 2011. (págs.109-127). Accesible en: https://journals.openedition.org/mcv/4056?lang=pt
(29) Cantar del Mio Cid. Edición de Colin Smith. Madrid. Cátedra (6ª ed.) 1980. 359 págs.
(30) DEFORNEAUX, Marcelin, Obra citada. (pág. 240).
(31) SMIT, Colin. Obra citada (26), estudio histórico del personaje (pág. 32).
(32) SOLVEVILLA, Fernan. Historia de España (Tomo I). Barcelona. Ariel (3ª ed.)1972. 461 págs. (pág. 178).
(33) Sobre los fundamentos teóricos de todo este proceso geopolítico, resulta especialmente clara la visión de CERELIER, Pierre. Geópolitique et Géostratégie. Paris. Presses Universitaires de France, Col Que sais-je? (3ª ed.). 1969. 128 págs.
(34) LACARRA, José María. Capítulo “La población del Camino”, en VAZQUEZ DE PARGA – LACARRA - URIA. Las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Madrid. CSIC. 1948. Señala Lacarra: “Estos aranceles carecen de fecha (1076 – 1094 ?), se conservan en una copia de principios del siglo XIII en el Archivo de la Catedral de Pamplona. Arca B. nº 59).
(35) FUERO DE ESTELA (traducción al castellano). Versión de Julio Camps Sch. P. del texto latino del Fuero de Estella de 1164 sobre redacción de José María Lacarra. Fueros Navarros I.I. 1969 (pág. 87 a 149). (Inédito depositado en la Biblioteca Municipal de Estella. 1980, signatura c-3-22) IIª parte. Artículos 8, 48, 64 y 66.
(36) VICEN VIVES, Jaime. Historia económica de España. Barcelona. Editorial Vicen Vives (4ª ed.). 784 págs. (pág. 129 y sig.).
(37) Este caso es otra transposición de ya mencionado al inicio Teorema de Thomas: “las situaciones que los hombres definen como reales, son reales en sus consecuencias”, citado por MERTON, Robert King. Ambivalencia sociológica y otros ensayos. Madrid. Espasa Calpe. 1980. 333 págs. (pág. 208 y sig.).
(38) LACARRA, José María. Estructura político-administrativa de Navarra antes de la Ley Paccionada, en separata de la revista Príncipe de Viana, nº 92 y 93. Pamplona 1963.
(39) VALDEÓN. Julio. “Burgueses contra feudales”, en AA.VV. El Camino de Santiago. Cuadernos Historia 16. Nº 88. 1985. (34 – 41).
(40) SANCHEZ DRAGÓ, Fernando. Gárgoris y Habídis. Un historia mágica de España. 2. Ciclos cristianos. Madrid. Hiperión (18ª ed.). 1981. 4 Vol. (2º - pag. 162).
(41) Letras apostólicas de N. S. P. León XIII. En las cuales se confirma la declaración dictada por el Cardenal arzobispo de Compostela acerca de la identidad de los cuerpos del Apóstol Santiago el Mayor y los de sus discípulos San Atanasio y San Teodoro. Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo VI. 1885. Accesible en https://www.cervantesvirtual.com/portales/historia/obra-visor/boletin-de-la-real-academia-de-la-historia--65/html/
(42) MENÉNEZ PELAYO, Marcelino. Historia de los heterodoxos españoles. Edición digital basada en la de la Editorial Católica. Madrid. 1978., accesible en: https://www.cervantesvirtual.com/obra/historia-de-los-heterodoxos-espanoles/ Edición digital no paginada, aunque si estructurada en sus ocho libros y sus correspondientes capítulos. Para localizar las citas textuales que se incluyen utilizar la opción buscar, reproduciendo parte del texto, en el lector de PDF.
(43) Prisciliano, en Xacopedia: https://leyendasmedievales.over-blog.es/article-la-historia-de-prisciliano-88584741.html , visitada el 28-07-2004.
(44) ERILL SOTO, Berta. Una festividad pagana de la antigua Roma originó la Navidad tal y como la conocemos. Historia. National Geographic. 12-12-2023. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/origenes-navidad_6901
(45) CARDELLE DE HARTMANN, Carmen. El priscilianismo tras Prociliano, ¿un movimiento galaico?. Habis. Universidad de Sebilla. Nº 29. 1998 (269-290). https://www.institucional.us.es/revistas/habis/29/22%20cardelle%20de%20hartmann.pdf
(46) PÉREZ PRIETO, Victorino. Prisciliano na cutura galega. Un símbolo necesario. Madrid. Editorial Galaxia. 2010. 332 págs. Accesible en: https://www.academia.edu/50124558/Prisciliano_na_cultura_galega_Un_simbolo_necesario
(47) PONTEVEDRA, Silvia R. “Vigencia y apología de Prisciliano de Compostela, primer hereje de la Iglesia”, en diario El País, 9-02-2023. https://elpais.com/cultura/2023-02-09/una-mano-negra-desentierra-a-prisciliano-de-compostela-primer-hereje-de-la-iglesia.html
(48) CHAO, Ramón. “Prisciliano y basta, España”, en blog del autor. 20-05-2012. https://ramonchao.wordpress.com/2012/05/20/prisciliano-y-basta-espana/, visitado el 4-10-2024.
(49) MARTÍNEZ SEGURA, Pablo. Pensamiento mágico, poder y valor del medicamento. El caso de la triaca. Revista Acceso Junto al Medicamento. Nº 1, marzo 2021, (18-22). Accesible en https://accesojustomedicamento.org/pensamiento-magico-poder-y-valor-del-medicamento-el-caso-de-la-triaca/
(50) LÓPEZ PÉREZ, Mercedes. “Los Asclepia, templos de curación y centros de peregrinación” en Ver, viajar y hospedarse en el Mundo romano. Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos (coord.) Gonzalo Bravo (ed. lit.), Raúl González Salinero (ed.lit.). Signifer Libros. 2012 . (137-149). Accesible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7593525
(51) RUCQUOI, Adeline. “Peregrinos medievales”, en Tiempo de historia. Año VII, nº 75 (1-2-1981 (82-99). Accesible en https://gredos.usal.es/bitstream/handle/10366/24634/THVII~N75~P82-99.pdf?sequence=3&isAllowed=y
(52) GALLEGOS VÁZQUEZ, Federico. Estatuto jurídico de los peregrinos en la España medieval. Santiago de Compostela. Xunta de Galicia. Conseselleria de Cultura. 2005. 363 págs.
(53) MOLINA MOLIONA, Ángel Luis. El culto a las reliquias y las peregrinaciones al Santuario de la Vera Cruz de Caravaca. MVRGETANA. ISSN: 0213-0939. Número 133, Año LXVI, 2015. Pág. 9-34.
(54) ÁLVAREZ DOMÍNGUEZ. Obra citada (4), págs. 214 y 215.
(55) BOUZA ÁLVAREZ, José Luis. Religiosidad contrarreformista y cultura simbólica del barroco. Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Cientófica. 1990. 496 págs. (pág. 475).
(56) COVARRUBIAS OROZCO, Sebastián. Tesoro de la legua castellana o española. Madrid. Imprenta de Luis Sánchez. 1611. 1.402 págs. Accesible en Internet Archive, procedente del Fondo Antiguo de la Universidad de Sevilla: https://archive.org/details/A253315/page/n13/mode/2up
(57) OSABA GARCÍA, Esperanza. Deudores y derecho de asilo en la lex visigothorun. Revue internationale des droits de l'antiquité, Nº 53, 2006, págs. 299-322.
(58) GALLEGOS VÁZQUEZ. Obra citada (52).
(59) Hospitalidad, en Xacopedia, https://xacopedia.com/hospitalidad visitada el 16-11-2024
(60) CAMPO JESÚS, Luis del. La Medicina en el Camino de Santiago. Príncipe de Viana, año XXVII, Nº 102-103, 1966, págs. 169 a 180), accesible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1301542