La llegada de los meses de calor se traduce en el aumento de las personas que disfrutan de su tiempo libre en zonas acuáticas tanto en el interior como en la costa española. Esta multiplicación supone también que aumenten las probabilidades de ahogamiento, ya que las medidas tanto de prevención como de reacción no son siempre las apropiadas, hasta el punto de que en 2016 hubo 437 muertes por esta causa.
Según señala el último Informe Nacional de Ahogamientos elaborado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS), el pasado año se sufrió un aumento del 5,03 % en ahogamientos, con 22 más que en 2015. Esta institución también ha publicado los datos reunidos entre enero y mayo de este 2017 con un balance de 140 muertes por ahogamiento en toda España, 15 menos que en el mismo periodo de 2016.
El verano es el momento de más riesgo, ya que 225 de estas defunciones se produjeron entre mayo y septiembre. Los datos muestran que las playas, responsables de un 51,7 % de estos sucesos, son los puntos más peligrosos, aunque los ríos, piscinas o embalses de interior arrojan también cifras preocupantes en esta clase de fallecimientos. El perfil de los ahogados se corresponde habitualmente con varones (80 %) mayores de 45 años (61,2 %), mientras que el 86 % de las defunciones ocurrieron en espacios no vigilados.
El aumento de quienes buscan refrescarse en arenales poco frecuentados o puntos de interior poco conocidos y sin vigilancia genera este incremento, que demuestra que los servicios de salvamento y socorro son fundamentales para el bienestar de sus visitantes. Desde el espacio Proyecto+Vida, que busca concienciar acerca de una vida saludable y con prevención cardíaco, se ha lanzado la campaña #MásVidaEnVerano con recomendaciones para disfrutar del verano en la playa o la piscina con seguridad y sin riesgos.
Por tanto, la primera medida de prevención es buscar zonas con vigilancia adecuada y seguir las indicaciones de este personal especializado, así como las recomendaciones de los paneles informativos y las banderas. Además, protegerse del calor con crema solar, gorras e hidratación frecuente aleja el riesgo de insolación.Elegir bien cómo y dónde lanzarse, especialmente en zonas no vigiladas, reduce las probabilidades de contusiones graves o pérdidas de consciencia derivadas de no medir bien la profundidad del agua. En cuanto a los niños, es crucial seguir estos consejos y tenerlos controlados incluso en las piscinas poco profundas y aparentemente sin riesgo. No obstante, y sea donde sea, ante cualquier indisposición lo más recomendable es pedir ayuda y avisar a los socorristas y salir del agua para reducir al máximo el peligro de ahogamiento.
Para contrarrestar los efectos de posibles paradas cardíacas en espacios acuáticos, tanto en playas de costa como en piscinas o áreas de interior, la presencia de desfibriladores de uso público contribuye a un servicio más completo de atención sanitaria. Así se puede combatir el paro cardíaco, principal causa de mortalidad en España, que carece de legislación nacional en cardioprotección, si bien País Vasco, Andalucía, Canarias, Cataluña y Asturias han desarrollado leyes sobre la presencia de estos dispositivos.
Con respecto a las playas con el galardón de Bandera Azul, el 82 % cuenta con desfibriladores para prestar un servicio de atención completo. Son 475 de estos 579 arenales los que han suscrito este compromiso, a pesar de que su normativa lo establece solo como recomendable y no obligatorio. El uso de estos equipos en los primeros cinco minutos en los que la persona entra en paro cardíaco es esencial para su supervivencia, mientras que cada minuto que pasa a partir de ese momento eleva un 10 % las probabilidades de fallecimiento del afectado.
Desde Proyecto+Vida se recomienda la instalación de desfibriladores en playas o piscinas para garantizar la mejor prevención general y atención cardíaca ante posibles paradas cardíacas resultantes de ahogamientos. Los desfibriladores como el DOC incluyen geolocalización y tele-asistencia para hacer eficaz y sencilla la atención desde el usuario hacia el afectado hasta la llegada de los servicios de emergencia.