- El Código mejora la atención a los pacientes en las primeras cuatro horas tras la manifestación de los síntomas y logra que el 60% sea independiente tres meses después
- El Ictus es la primera causa de fallecimiento en mujeres, la segunda en hombres, el motivo más frecuente de discapacidad en adultos y la segunda causa de demencia
En solo una década, el protocolo Código Ictus ha logrado triplicar el número de pacientes de Madrid con acceso a un tratamiento adecuado: de un 7% en 2008 a un 26% en 2015. Esto supone una gran mejora en su calidad de vida, ya que más del 60% es independiente al cabo de tres meses. Así lo ha afirmado el neurólogo José Egido, coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y moderador de una mesa redonda en la Jornada “Plan de Atención del Ictus de la Comunidad de Madrid, 10 años después”, organizada por el Grupo Casaverde, con el patrocinio de la farmacéutica Ferrer, y celebrada ayer en Madrid.
En la jornada se han presentado los resultados de los diez primeros años de la implantación del Código Ictus, “un protocolo de organización de toda la cadena asistencial (medicina extra-hospitalaria, SUMMA 112, urgencia hospitalaria, Unidad de Ictus) para garantizar el acceso de todos los pacientes al mejor tratamiento, en el menor tiempo posible, independientemente de su lugar de residencia”, según explica el doctor Egido.
Su motivación es reducir las secuelas y la mortalidad del ictus, “un problema sanitario de primer orden, que constituye la segunda causa de muerte, la primera en mujeres, la razón más frecuente de discapacidad en adultos y la segunda causa de demencia”, de acuerdo con Egido. Las cifras demuestran que está funcionando. No obstante, el doctor puntualiza que estos tratamientos son muy dependientes del tiempo, pues “sólo son eficaces y seguros si se administran muy pronto tras la aparición de los primeros síntomas del ictus”.
Alberto Giménez Artés, presidente del Grupo Casaverde, coincide en que una de las claves del Código es que ha optimizado la atención al enfermo en las primeras cuatro horas tras manifestar síntomas, “lo que no solo ayuda a salvarle la vida, también reduce lesiones”. Así, “ha evitado muchos fallecimientos y ha reducido la aparición de secuelas”, explica. “Este programa es necesario para el SNS, ya que el ictus no solo es un problema sanitario, sino también social, por las secuelas que provoca. Indudablemente, mejora el tratamiento del ictus y también beneficia a la economía del sistema”, afirma.
Las tres mesas redondas celebradas durante la jornada han tratado las diferentes fases terapéuticas relacionadas con esta patología: la asistencial extra-hospitalaria, la de atención aguda intra-hospitalaria y la de rehabilitación. Después, la conferencia de clausura ha analizado el Código Ictus desde un punto de vista económico. Por tanto, se han abordado los avances conseguidos en el tratamiento de la fase aguda y subaguda del ictus en materia terapéutica, de rehabilitación y de gestión hospitalaria. “Dónde estábamos hace diez años, dónde estamos ahora y qué medidas hay que implantar en el futuro”, resume Gimenez Artés.
El futuro del abordaje del Ictus
El presidente del Grupo Casaverde considera que aún queda mucho trabajo por hacer. En su opinión, además de optimizar la calidad de los fármacos necesarios durante la fase aguda, en la hospitalización del paciente, hay que seguir trabajando en los retos asociados a la fase subaguda, de recuperación. “Una rehabilitación multidisciplinar mejoraría los datos y evitaría la dependencia moderada y grave en el 60% de los casos”, asegura.
Por último, Giménez Artés señala que es fundamental insistir en la prevención de la salud. “Cada vez hay más casos de ictus, pero podemos evitar un gran porcentaje de episodios con hábitos de vida saludables. El tabaquismo y una mala alimentación son dos de los principales factores de riesgo” sostiene.