En el último año han aumentado los accidentes de tráfico, los incidentes de violencia doméstica, las enfermedades de transmisión sexual, las auto-lesiones, los decomisos de drogas ilegales y la detección de puntos de venta de drogas.
“¿Por qué no se consigue reducir su incidencia, a pesar de que existen programas subvencionados de prevención y de intervención?”, se pregunta Dr. Josep Guardia Serecigni
Vicepresidente de SOCIDROGALCOHOL: “Tal vez estos programas no han tenido en consideración algún factor que puede contribuir decisivamente a estos accidentes e incidentes, en cuyo caso, probablemente la epidemia seguirá creciendo”.
Un factor que se encuentra detrás de todos ellos y que puede contribuir a cada uno de ellos, es el consumo excesivo de alcohol y sobretodo cuando se hace en forma de “atracones” de bebida, es decir, ingestas de más de 4 consumiciones de contenido alcohólico en poco rato (entorno a las 2 horas) o más de 3 consumiciones en mujeres, menores o ancianos.
“Este patrón de consumo perjudicial produce una elevada concentración de alcohol en el organismo que genera un gran impacto en el cerebro. Y se manifiesta a través de alteraciones del comportamiento, que son la manifestación de un estado transitorio de mal funcionamiento del cerebro intoxicado por el alcohol”, explica el doctor Guardia.
Desde la sociedad científica Socidrogalcohol, y un año más, se conmemora el Día Sin Alcohol, celebrado cada 15 de noviembre con le objetivo de visibilizar el trastorno por consumo de alcohol como una enfermedad común que tiene tratamiento.
Las consecuencias negativas de los “atracones” de bebida son: (1) inestabilidad a la marcha e incoordinación motora, que son la causa de accidentes, caídas, lesiones y fracturas. (2) Desinhibición de impulsos agresivos, que puede ser la causa de conflictos, discusiones, peleas y agresiones. Y (3) desinhibición de impulsos sexuales, que aumenta el riesgo de contagio de enfermedades de transmisión sexual y también de embarazos no deseados.
“La desinhibición sexual producida por el consumo de alcohol aumenta el riesgo de actividad sexual no protegida, lo cual contribuye a una mayor expansión de enfermedades de transmisión sexual como sífilis, gonorrea, hepatitis víricas, sida y otras, que están repuntando últimamente, a pesar de los actuales planes de prevención. A esta desinhibición sexual se puede sumar la desinhibición de impulsos agresivos, aumentando el riesgo de maltrato y abuso sexual”.
La Organización Mundial de la Salud (2010) ha identificado el consumo abusivo de alcohol como uno de los factores de riesgo en la violencia contra la pareja y la violencia sexual. Un porcentaje significativo de maltratadores presentan un consumo excesivo o una adicción al alcohol. Asimismo, se estima que alrededor del 20% de hombres que participan en programas de tratamiento de alcohol y drogas han cometido alguna agresión hacia su pareja durante el año anterior al inicio del tratamiento para la adicción.
Por otro lado, el consumo de drogas ilegales favorece un mayor consumo de alcohol y aumenta la gravedad de sus consecuencias. Bajo los efectos del alcohol, asociado a drogas o a medicamentos tranquilizantes, aumenta la probabilidad y la gravedad de los accidentes de tráfico y también de las agresiones a la pareja, familiares y de auto-agresiones.
El incremento en la cantidad de drogas decomisadas y la detección de un claro incremento en los puntos de venta, como narcopisos o clubs cannábicos, suele ir en paralelo a un incremento del consumo de drogas, que contribuyen también a un aumento del consumo de alcohol y a cambios en el funcionamiento del cerebro que facilitan el desarrollo de una adicción al alcohol. Algunas personas que han sufrido un episodio de consumo de marihuana, cocaína, o incluso de heroína en su juventud y que lo han superado (con o sin tratamiento especializado), sin embargo pueden desarrollar años más tarde un grave episodio de adicción al alcohol, que únicamente responde a un tratamiento especializado intensivo.
El Dr. Guardia Serecigni añade: “El alcohol también tiene propiedades adictivas que pueden contribuir a que determinadas personas desarrollen un “estado de necesidad biológica” de tomar bebidas alcohólicas en exceso, a pesar de que ya les hayan ocasionado enfermedades, consecuencias negativas o “problemas” reiterados, que no pueden evitar, si han desarrollado una adicción al alcohol”.
El impacto repetido del alcohol y las drogas sobre el cerebro contribuye al desarrollo de un condicionamiento adictivo que moldea, no sólo el comportamiento de la persona, sino también sus emociones y sus creencias. Por otro lado, la adicción al alcohol tiene repercusiones biológicas (cambios adaptativos en el funcionamiento del cerebro), psicológicas (cambios cognitivos, conductuales y emocionales) y también sociales (familiares, económicas, laborales y legales).
La persona que ha cometido un delito en estado de intoxicación, tras haber hecho un “atracón” de bebida, puede aprender de la experiencia y reducir sus consumos de alcohol por ocasión, si desea evitar la reincidencia en el delito (que le puede haber llevado incluso a prisión). “Sin embargo”- explica el doctor- “la persona que hace “atracones” de bebida, no porque quiere sino porque no puede evitarlo, debido a que ha desarrollado una adicción al alcohol, tiene un elevado riesgo de consumo descontrolado de alcohol que inevitablemente le llevará a la reincidencia del delito”.
“Por este motivo, cuando una persona padece una adicción al alcohol, y ha cometido ya algún delito, bajo los efectos de la intoxicación alcohólica, debería incorporarse a un tratamiento especializado del alcoholismo, que debería ir acompañado de un seguimiento judicial, con la finalidad de evitar (o por lo menos minimizar la gravedad) de la reincidencia en el delito”, opina el vicepresidente.
La adicción al alcohol es una enfermedad común que responde al tratamiento especializado, siempre que la persona con adicción siga las instrucciones de los profesionales que la atienden. El tratamiento especializado del alcoholismo detiene el curso progresivo de esta enfermedad la cual, abandonada a su evolución espontánea, tiende hacia el empeoramiento progresivo, la cronicidad y el acúmulo de consecuencias negativas familiares, laborales, sociales, económicas y legales.
Diversas intervenciones psico-sociales, acompañadas de medicamentos específicos, han demostrado que son eficaces para la recuperación de la adicción al alcohol. Sin embargo, la mayoría de personas que sufren una adicción al alcohol no han hecho nunca un tratamiento especializado.
MEDIDAS A ADOPTAR
Otros países ya han adoptado medidas para reducir las consecuencias negativas del consumo excesivo de alcohol y después han evaluado su eficacia. Gracias a ello tenemos evidencias científicas que nos permiten afirmar que actualmente las medidas más eficaces son (1) la prohibición de la publicidad –tanto directa como indirecta-, de la promoción y del patrocinio de bebidas alcohólicas, ya que todo ello producen un incremento del consumo de alcohol, sobretodo en los menores. (2) Elevar el precio de cada bebida, de acuerdo con su contenido de alcohol, ya que cuanto más barato es el precio relativo de cada gramo de alcohol, más asequible es la bebida y mayor es su consumo, sobretodo para los menores. (3) Reducir las horas de venta nocturna y también la densidad de puntos de venta de bebidas alcohólicas. (4) Garantizar el cumplimiento de la legislación vigente, tanto por lo que se refiere a la prohibición del consumo de alcohol en menores, como en relación al límite legal para conducir. (5) Sensibilizar a la población general acerca de las consecuencias negativas del consumo excesivo de alcohol, con la finalidad de superar la actual banalización de su potencial peligrosidad ya que, entre todas las sustancias adictivas, las bebidas alcohólicas son las que la población considera como las menos peligrosas. Y (6) informar a la población sobre el concepto y las consecuencias de la adicción al alcohol, y también sobre la disponibilidad de tratamiento especializado público y gratuito. El tratamiento especializado de la adicción al alcohol puede detener el curso de la enfermedad adictiva y evitar las graves consecuencias que más adelante se van a producir, y que afectarán negativamente tanto a la persona que bebe en exceso como a sus familiares.
Para más información:
Mireia Pascual Mollá, periodista de Socidrogalcohol
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