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  • Profesionales sanitarios, pacientes y decisores políticos se reúnen para debatir y analizar cómo lograr un abordaje integral del ictus y poner en marcha las políticas sanitarias necesarias para optimizar la atención de la que supone la primera causa de muerte en mujeres y principal causa de discapacidad grave en adultos en España

Madrid, 4 de abril de 2019. Con el objetivo de debatir sobre posibles mejoras en la prevención y la atención del ictus y el abordaje multidisciplinar de esta patología, la Alianza Bristol Myers Squibb-Pfizer ha organizado una jornada en donde se han congregado representantes de los principales grupos políticos, profesionales sanitarios y pacientes, bajo el títuloAbordaje multidisciplinar del Ictus. Políticas sanitarias para una mayor prevención y una mejor atención’. Este encuentro, que ha contado con el aval de Freno al Ictus, el aval científico de la Sociedad Española de Neurología (SEN) y el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares (GEECV) de la SEN, ha servido para tratar aspectos como el impacto del ictus en nuestro país o las implicaciones sanitarias y sociales que conlleva esta enfermedad.

Los expertos de las diferentes áreas han hecho especial hincapié en el área de prevención con temas como la importancia de contar con un modelo multidisciplinar para la prevención del ictus. El ictus es la primera causa de muerte en mujeres, la tercera causa de muerte en hombres y la principal causa de discapacidad grave en la vida adulta en España[i],[ii]. Por esta razón, el objetivo de esta jornada ha sido plantear áreas de mejora, tanto en la vertiente asistencial como en la definición de políticas sanitarias en relación a esta enfermedad, en sus facetas asistenciales y preventivas.

En este sentido, la Dra. María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares (GEECV) de la SEN, ha explicado que “el ictus es una enfermedad en la que se produce una pérdida de la función de una zona del cerebro como consecuencia de la alteración de la circulación que aporta el oxígeno y los nutrientes necesarios. Los factores de riesgo que pueden dar lugar a dicha alteración son múltiples y, en muchos casos, están relacionados y se potencian entre sí. Estos incluyen hábitos de vida, como el sedentarismo, el consumo de tabaco, alcohol y otros tóxicos, enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad o el aumento de colesterol, algunas enfermedades del corazón como las arritmias cardiacas, de las cuales la más frecuente es la fibrilación auricular, y otras”.

La Dra. Alonso de Leciñana ha añadido que “es necesaria la implicación de médicos expertos en cada una de estas áreas que, cuando atienden a un paciente por algún trastorno relacionado con su especialidad, tengan además una visión integral y puedan identificar a aquellos sujetos de riesgo para informarles sobre la necesidad de una adecuada prevención y para instaurar el mejor tratamiento”. Se prevé que el impacto de esta enfermedad crezca en el futuro próximo debido a un aumento de la incidencia por el incremento de la esperanza de vida y al envejecimiento progresivo de la población. Este incremento se estima en un 35% para el año 2035[iii].

Por su parte, el Dr. Julio Zarco, del Hospital Universitario Clínico San Carlos, ha destacado que: “el ictus debería tener una mayor importancia en la agenda sanitaria española. Es una patología cuya incidencia tiende a aumentar, pero que en un buen número de casos su morbi-mortalidad es evitable. De ahí que como patología reclame nuevas orientaciones sanitarias, y que tengamos que aumentar la proactividad de las organizaciones sanitarias en esta materia. Además, el Dr. Zarco ha querido resaltar que “aunque sea complejo, hacer más congruentes las acciones preventivas primarias y secundarias es la auténtica raíz de la reducción del impacto del ictus. No debemos conformarnos con tratar su fase aguda, sino aceptar el reto de que prevenirlo no es sólo la mejor inversión sanitaria, sino también la más ética”.

Y es que, según ha comentado la Dra. Alonso de Leciñana: “aunque el tratamiento en prevención ha mejorado mucho aún es posible mejorar más. Es necesario aumentar el conocimiento de la población y favorecer el desarrollo de políticas para promover hábitos de vida saludables, así como para facilitar la implicación del paciente en el cuidado de su salud. Es necesario también adecuar los sistemas de atención urgente para que todos los avances científicos lleguen a toda la población independientemente de su lugar de residencia. Ello permitirá reducir las secuelas. En prevención debe facilitarse el acceso a aquellos tratamientos más eficaces”.

Otro aspecto a considerar dentro de esta patología es el social, por esta razón Julio Agredano, presidente de la asociación Freno al Ictus, ha comentado que “El ictus es una enfermedad que afecta a 120.000 familias cada año por lo que podemos decir que no es solo una enfermedad que afecte al paciente, sino que se trata de una enfermedad que también afecta al entorno ya que supone un drama personal, familiar y por supuesto social”, ha resaltado Agredano. “El ictus supone, en mucho casos, una enfermedad mortal pero en los casos en los que no lo es, suele dejar algún tipo de secuela. Nuestro sistema de salud está preparado para la atención de la fase aguda pero, en algunos casos, se olvida de la reintegración del afectado en la sociedad”, ha concluido.

Retos en el tratamiento

Durante el encuentro, también se ha debatido sobre los retos futuros respecto al manejo de los pacientes con ictus y el manejo práctico de los ACODs. Para la Dra. Inmaculada Roldán, del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de La Paz, el reto principal es el siguiente: “en nuestro país no se trata la Fibrilación Auricular de inicio como indican las guías de práctica clínica, con ACODs y, además, la calidad de la anticoagulación con anti vitamina K (AVK) no es del todo adecuada en más del 50% de los pacientes debido, fundamentalmente, a los múltiples inconvenientes del acenocumarol. El inconveniente principal es su estrecho margen terapéutico ya que, por encima de un INR de 3 aumenta el riesgo de hemorragia y por debajo de 2 aumenta el riesgo de ictus. Mantener el INR entre 2-3 resulta complicado porque factores de la vida diaria como la comida, los medicamentos, el estado de ánimo, los viajes o las enfermedades intercurrentes interfieren en el correcto funcionamiento del acenocumarol. Esto se traduce en un peor pronóstico para el paciente con un aumento de la mortalidad, el ictus y la hemorragia. De hecho, por cada punto de caída del TTR (tiempo en rango terapéutico) aumenta un 2% la mortalidad. Esto exige una monitorización continua que sería evitable con los ACODs”.

En cuanto a posibles áreas de mejora, los expertos participantes han destacado la importancia de incrementar la prescripción de los ACODs en pacientes subsidiarios, estandarizar el manejo de las complicaciones y el uso de agentes de reversión y hemostáticos, aplicar las recomendaciones de las guías de práctica clínica respecto a la dosificación adecuada y, finalmente, adecuar el manejo periquirúrgico y periprocedimiento a las recomendaciones del documento de consenso nacional.

Y es que, según ha comentado la Dra. Alonso de Leciñana: “es necesario facilitar el acceso a fármacos que se asocien a un menor riesgo de hemorragias como son los ACODs. Estos fármacos han demostrado tener al menos igual eficacia en prevención de ictus en pacientes con FA y no requieren los análisis de sangre frecuentes para ajustar la dosis como los AVK, lo que facilita mucho su uso”. Además, esta experta ha querido concluir: “hoy en día, en muchas comunidades autónomas, la receta debe ser visada para obtener financiación pública. Los criterios de financiación no se corresponden con las indicaciones de uso según las recomendaciones de las sociedades científicas por lo que es necesario replantear la supresión del visado en aquellas indicaciones en las cuales los anticoagulantes directos son más seguros que los AVK”.

En este sentido, el Dr. José Luis Llisterri, Presidente de Semergen, ha comentado que "después de 10 años de la llegada a España de los ACODs los médicos de Atención Primaria seguimos teniendo barreras administrativas y clínicas para la prescripción de estos fármacos. La heterogeneidad y la variabilidad, entre CCAA, en la accesibilidad a la prescripción, ha llevado, por una parte, a la inequidad en la atención de los pacientes con FANV y, por otra, a la confusión que actualmente subyace entre los profesionales de este ámbito a la hora de recomendar los ACODs. El visado de inspección está obsoleto, no está adaptado a las recomendaciones actuales de las guías y, lo que es peor, supone una pérdida de oportunidad para optimizar el tratamiento de los pacientes con FANV en España".

 

Referencias:


[i] Instituto Nacional de Estadística. Defunciones según la causa de muerte. 2006.

[ii] Álvarez Sabín J, Mortalidad hospitalaria por ictus. Rev Esp Cardiol. 2008; 61:1007-9

[iii] Eleanor Stevens, Eva Emmett, Yanzhong Wang, Christopher McKevitt, Charles Wolfe; The Burden of Strok_STEVENS_Published11May2017_GOLD VoR (CC BY-NC); SAFE-King's College London

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