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El confinamiento a causa del COVID-19, ha puesto en evidencia diversas situaciones, ya anteriormente graves, que sufren algunas personas. Es el caso de las mujeres que padecen violencia de género que han quedado recluidas con sus agresores en los domicilios, limitando así las ya de por sí reducidas posibilidades de protección en algunos casos y expuestas a mayor riesgo de violencia. También, de las personas sinhogar, cuyo sustento se basa en gran parte en la mendicidad o en la microeconomía sumergida, que tienen grandes dificultades para alimentarse y que, además, están siendo sancionadas por estar en la calle por los cuerpos de seguridad.

Un grupo de población que ha presentado particularidades durante el devenir de este confinamiento han sido las personas usuarias de servicios de atención a las adicciones y salud mental, especialmente los servicios residenciales de drogodependencias. Se trata de las personas atendidas por comunidades terapéuticas y pisos de inserción que residen en estos servicios de forma temporal como parte de un tratamiento integral, y que reciben el apoyo de multitud de servicios ambulatorios. Estas personas han tenido que ser confinadas también y la atención que reciben, se ha tenido que adaptar a dichas circunstancias.

Según señalan desde el Área de Adicciones, Género y Familia de la Fundación Salud y Comunidad (FSC), los centros residenciales y ambulatorios gestionados y dirigidos por FSC del ámbito de las adicciones y de la mujer, se han visto muy afectados por esta situación. Gran parte de las personas atendidas en estos servicios continúan confinadas en ellos, y el resto ha vuelto a sus domicilios de origen, de forma temporal, para evitar los contagios.

En la Fundación Salud y Comunidad, nos planteamos si ello ha de significar un retroceso o una interrupción de su tratamiento y nuestra respuesta es que no. Desde el momento en el que tuvimos constancia de la situación, nos organizamos para adaptar la intervención a estas circunstancias, trabajando sin descanso, conectados a través de correo electrónico, teléfono, videollamadas y servicios de mensajería instantánea; adaptando normativas, protocolos y requerimientos de los diferentes estamentos responsables. Los equipos profesionales hicieron y están haciendo grandes esfuerzos para adaptar sus horarios a las nuevas necesidades: tratando de permanecer menos tiempo en el centro para evitar el riesgo de contagio, y seguir trabajando desde casa.

Pero, ¿cómo se trabaja desde casa en servicios de tratamiento residencial?, ¿no es una contradicción en sí misma? Existe amplia evidencia científica que respalda el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para trabajar en el ámbito de las adicciones, incluso en personas en situaciones de exclusión social, de acuerdo con autores como McInnes, Li y Hogan (2013).

No se trata de suplir la intervención presencial con la virtual, sino de complementarla, tal y como señalan Neale y Stevenson (2014). Estudios recientes realizados en Cataluña han demostrado cómo el uso de mensajería instantánea (WhatsApp, entre otros) complementa el tratamiento en situaciones en las que se dan limitaciones de presencialidad, siguiendo a autores como Calvo, Turró-Garriga y Carbonell (2020).

Las TIC reducen las distancias en las comunicaciones, permiten la inmediatez cuando las personas requieren de apoyo y potencian la sensación de que hay otra persona al otro lado. La comunicación asincrónica de los servicios de mensajería permite poder expresarse o recibir mensajes. A ello se añade la presencia en estos canales virtuales de un equipo de profesionales formados para atender las demandas del tratamiento. Por ello, estamos consiguiendo mantener la eficacia y efectividad de nuestros servicios.

Las crisis nos permiten valorar nuestra capacidad de adaptación, son oportunidades de cambio y autoconocimiento para los recursos, los equipos profesionales y también, para las personas usuarias. Desde FSC, nos hemos adaptado a esta situación ofreciendo una serie de recursos alternativos dirigidos a minimizar el impacto de esta crisis.

En el Área de Adicciones, Género y Familia de FSC, basándonos en la evidencia científica, hemos adaptado intervenciones grupales a servicios virtuales grupales como Skype, Zoom, Teams y WhatsApp para conectarnos con los usuarios/as a diario y continuar haciendo seguimiento de su tratamiento.

Los equipos profesionales contactan también a diario para hacer seguimientos terapéuticos individualizados desde casa. Con ello, hemos formado personas usuarias que nunca antes habían usado las TIC de forma regular. De hecho, en pocos días han aprendido a utilizar con soltura y de forma adecuada las diferentes herramientas TIC.

Creemos de forma fehaciente que esta situación nos reportará refuerzos y saldremos con más capacidades. Os deseamos un buen confinamiento, esperando que pronto podamos volver a la normalidad.

 

Referencias:

-     McInnes DK, Li AE, Hogan TP. Opportunities for enganging low-income, vulnerable populations in health care: A systematic review of homeless persons’ access to and use of information technologies. Am J Public Health. 2013;103(2):11–20.

-     Neale J, Stevenson C. The use of computer-assisted therapy by homeless drug users living in hostels: An explorative qualitative study. Drugs Educ Prev Policy [Internet]. 2014;21(1):80–7.

-   Calvo F, Turró-Garriga O, Carbonell X. Evaluación de la eficacia de WhatsApp en un programa grupal de reducción de daños asociados al consumo inyectado de drogas. Adicciones. 2020 Feb 6;0(0):1329. 


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