El obligado confinamiento representa una prueba de resiliencia añadida para las personas que padecen algún tipo de enfermedad mental. Una situación cuyo riesgo se incrementa en la medida en que esta situación se alarga el tiempo y que requiere un esfuerzo certero y eficaz para readaptar sus rutinas.
Neutralizar el miedo con información para que su hogar no se les venga encima es la clave para mantener su bienestar físico y mental. Un hogar que en algunos casos son los pisos tutelados donde viven desde hace años. Este es el caso de las personas que viven en alguno de los que integran la Asociación de Iniciativas Sociales (AISS), cuya Fundadora y directora es Ana Villota. Gracias a su veteranía en el ámbito de la salud mental con una experiencia acumulada en más de 20 años que lleva trabajando con este tipo de pacientes, se adelantó a los acontecimientos en cuanto a protocolos de profilaxis y atención clínica de sus residentes para mantener las condiciones óptimas de convivencia.
Esta actitud ha sido muy bien valorada por las familias de estas personas, cuyo principal temor era que el confinamiento potenciara en ellos sus vulnerabilidades, como el miedo que les genera enfrentar una situación nueva y las consecuencias que ello puede tener para el control de su patología.
Sin embargo, semanas después del inicio del confinamiento, estas familias se sienten tranquilas porque el protocolo establecido por AISS está dando resultado, dado que se basa en tres aspectos fundamentales. Uno, es la información constante de los cambios que se van produciendo, tanto a familiares como a pacientes. No hay nada que desasosiegue más que la incertidumbre.
El segundo factor tiene que ver con la reorganización de los recursos asistenciales y humanos de todos los profesionales, cuyo eje está en preservar la salud de pacientes y personal sociosanitario. La figura de su cuidador de confianza es la clave, y por ello vive el confinamiento con ellos. El resto actúa por teléfono y videollamada para evitar riesgos de contagio.
Y el último término es mantener el rigor en todas las rutinas. Es fundamental que estas personas sientan que la situación está controlada. La sensación de seguridad es clave para su bienestar físico y mental.
Jorge Hernández, hermano de una de las pacientes, comenta: “para nosotros, nuestra principal preocupación era que mi hermana pudiera desestabilizarse. Si está situación nos afecta a nosotros, pensábamos que para ella sería más duro. Pero, para nuestra sorpresa, es ella la que nos tranquiliza a nosotros porque nos comenta que está plenamente integrada en los nuevos roles porque le brindan toda la información que se va generando, porque sus cuidadores están en permanente vigilancia y porque el cambio de rutinas supone una novedad que le hace sentir segura. Ella está aceptando la situación mucho mejor que nosotros. Podemos comprobarlo todos los días, porque lo que no hemos perdido en ningún momento, ha sido el vínculo con ella, gracias al teléfono”.
Alejandro Escarpa es hermano de otra de las pacientes, y dice al respecto: “Al comienzo, percibimos que el potencial miedo que podía sentir mi hermana estaba latente, dadas sus circunstancias y que tenía verdadera necesidad de sentirse segura. Una persona que padece alguna enfermedad mental siempre tiene mucho más desarrollada la sensación de inseguridad que cualquier otra persona. Sin embargo, nos hemos dado cuenta de que mi hermana ha ido minimizando sus temores. Acepta la situación y la sobrelleva bien porque siente la seguridad de que nada se le oculta, ni de ella, ni del resto de sus compañeros, que son la familia que ha formado en AISS. Todos actúan como una piña en todas las rutinas y se ayudan unos a otros. Están preparados para cualquier novedad y nos están dando una lección de resiliencia”.
Ana Ortiz de Obregón
Especialista en información Sociosanitaria