- La OMS publicó el pasado abril una “guía internacional sobre la certificación y clasificación del covid-19 como causa de la muerte” para poder conocer en profundidad el comportamiento del virus.
- “Unificar el lenguaje de codificación aporta unas relevantes ventajas para gestión sanitaria” asegura Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO.
Julio, 2020- La CIE-10 es el acrónimo de la Clasificación Internacional de Enfermedades, y sirve para determinar la clasificación y codificación de las enfermedades y una amplia variedad de signos, síntomas, hallazgos anormales, denuncias, circunstancias sociales y causas externas de daños y/o enfermedad.
La OMS es la encargada de publicar esta clasificación, que sirve a nivel internacional para fines estadísticos relacionados con morbilidad y mortalidad, los sistemas de reintegro y soportes de decisión automática en medicina. Este sistema está diseñado para promover la comparación internacional de la recolección, procesamiento, clasificación y presentación de estas estadísticas.
En la coyuntura actual, esta clasificación a demostrado ser una herramienta muy relevante a la hora de conocer los protocolos a seguir para trata pacientes de COVID-19.
“La CIE-10 ha tenido un proceso de implantación complejo en nuestro país, pero la unificación del lenguaje nos ha permitido avanzar, está claro que aún queda la parte más compleja, la unificación del criterio de codificación, pero sin duda, unificar el lenguaje de codificación aporta unas relevantes ventajas para gestión sanitaria” asegura Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO, empresa líder en codificación en el mercado español.
La codificación sanitaria en el contexto COVID-19: controversia en el criterio de codificación
La importancia de este sistema es tal, que, a finales de abril la OMS publicaba una guía específica para la codificación de los casos de SARS-CoV2. Según esa guía, los fallecimientos por COVID-19 deberían ser codificados según el CIE-10 con dos códigos diferenciados, en función de si el paciente había recibido o no una prueba que confirmara la presencia del virus, como puede ser una PCR.
De este modo, la OMS explicaba que se debía utilizar un código para los casos en los que el virus SARS-CoV2 hubiera sido identificado; mientras que los casos en los que el virus no hubiera sido identificado y el diagnóstico fuera clínico o epidemiológico y clasificado como probable o sospechosos, utilizarían otro código distinto. Así, conocer los datos reales de la incidencia del virus en la población mundial, sería mucho más rápido y preciso.
Paralelamente a las directrices de la OMS, en España, el Ministerio de Sanidad publicó un anuncio que hacía referencia a este sistema de codificación aclarando que, dada la situación de crisis sanitaria que se estaba produciendo en el momento del anuncio de la OMS y “tras consulta con los representantes de la Unidad Técnica de todas las Comunidades Autónomas”, se decidió́ no implementar el nuevo código “hasta que se produjese una disminución en la presión asistencial y los sistemas de información pudiesen asumir el cambio.”
Sin embargo, “tras constatarse una ralentización en la progresión de la enfermedad y una cierta recuperación del sistema sanitario, se considera oportuno realizar el cambio en la codificación clínica incorporando el código especifico, con el fin de identificar mejor los casos de infección por COVID-19 y converger con los países de nuestro entorno. “
Este texto, que anuncia la entra en vigor del código para próximo 1 de julio, se distingue porque solo hace referencia a la codificación de casos confirmados por PRC y el código para los casos sospechosos y probables. Además, se reafirma la codificación correcta solo de los casos confirmados y se indica que “solo deben codificarse como covid-19 los diagnósticos confirmados que hayan sido constatados por el clínico o por la presencia documental de una prueba con resultado positivo a covid-19”.
En definitiva, pese a la división de criterio en la codificación, la unificación del lenguaje sanitario ha demostrado ser una herramienta efectiva, que nos permite conocer de forma precisa la incidencia y evolución de enfermedades como el COVID-19.