La importancia de establecer un diagnóstico precoz en los pacientes que sufren Raquitismo Hipofosfatémico ligado al cromosoma X (XLH) ha centrado el simposio “Hipofosfatemia al cromosoma X: más allá del raquitismo”, patrocinado por Kyowa Kirin en el marco del I Congreso digital de la Asociación Española de Pediatría (AEP). La XLH es una enfermedad rara que afecta a aproximadamente 1 de cada 20.000 personas1; es un trastorno musculoesquelético2 caracterizado por la pérdida renal de fosfato provocada por un exceso de la hormona FGF233. Los pacientes con esta enfermedad sufren deformidades esqueléticas, alteraciones en la marcha, talla baja, debilidad muscular, dolor óseo y articular y deterioro de la calidad de vida[i],[ii],6.
La hipofosfatemia ligada al cromosoma X (XLH) es la forma más común de raquitismo u osteomalacia hereditarios7. “En muchos casos, el patrón de herencia nos va a dar pistas importantes a la hora de establecer el diagnóstico. Aun así, se cree que la prevalencia real de esta enfermedad rara es mayor, ya que hay casos cuyo diagnóstico se hace de manera tardía o incluso que nunca llegan a diagnosticarse. Esto se debe a que las manifestaciones clínicas y radiológicas son muy variables y, en muchas ocasiones, atípicas”, expone el Dr. Francisco de la Cerda Ojeda, de la Unidad de Nefrología Pediátrica del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla).
“De esta manera, hay miembros afectos de XLH en una misma familia que, teniendo la misma mutación, pueden presentar unas manifestaciones muy diferentes, que abarcan desde un cuadro de raquitismo florido hasta una hipofosfatemia aislada con un fenotipo esquelético y un crecimiento normales. En estos últimos casos, habría que indagar y buscar rasgos atípicos, como puede ser la pérdida de piezas dentales a una edad temprana”, añade el experto.
En este sentido, existen guías de recomendación internacionales que aconsejan que el seguimiento de estos pacientes debe hacerse a nivel clínico, químico y radiológico, además de monitorizar el tratamiento y hacer el screening de todas las complicaciones (dentales, neuroquirúrgicas, cardiovasculares, etc.)5. Asimismo, el experto incide en que “resulta necesario un abordaje multidisciplinar realizado por un equipo familiarizado con esta enfermedad (pediatra, radiólogo, ortopeda, fisioterapeuta, dentista, etc.) para el manejo de todas las manifestaciones y posibles complicaciones. Es importante realizar un diagnóstico precoz para empezar el tratamiento lo antes posible y mejorar el pronóstico de estos pacientes”.
Un impacto en la calidad de vida de los pacientes
Las manifestaciones de esta enfermedad en los pacientes pediátricos son múltiples3,8,9: pueden presentar anomalías a nivel craneal; padecer problemas dentales; deformidad en las extremidades inferiores, y retraso en el crecimiento; disminución de la fuerza muscular en las piernas; dificultades de movilidad; y dolor óseo y articular. “Son niños que, cuando van al parque con 2 o 3 años, a veces no pueden saltar ni subirse a los columpios. Además, las deformidades esqueléticas pueden ocasionarles una distorsión de su autoimagen y problemas de autoestima, a los cuales a veces se une la no aceptación por niños de su edad. Por otro lado, el tratamiento convencional que reciben les provoca una serie de efectos secundarios, como el dolor abdominal de manera frecuente, diarrea, fragmentación del sueño, y todo esto ocasiona unos importantes problemas de su calidad de vida”, explica el Dr. de la Cerda.
La terapia actual para la XLH implica múltiples dosis diarias de fosfato oral y vitamina D5. El experto comenta que este tratamiento no controla de manera eficaz las manifestaciones propias de la XLH. Además, en muchas ocasiones es necesario recurrir a un tratamiento quirúrgico de cirugía ortopédica. Sin embargo, el Dr. de la Cerda apunta que “estamos esperando la llegada de un nuevo tratamiento que parece que va a cambiar el curso de la enfermedad, burosumab. Se trata de un anticuerpo monoclonal que permite, sin necesidad de aportes de fósforo y vitamina D, un mayor control de la enfermedad y de los síntomas. El último estudio de fase 3 demostró que los pacientes tratados con burosumab presentaban una mejoría en términos radiológicos, de severidad del raquitismo, de la talla y de los niveles de fosfatasa alcalina, en comparación con el grupo que había recibido tratamiento convencional. Todo ello junto con un buen perfil de seguridad”, concluye el Dr. de la Cerda.
4 Ruppe MD. Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK83985/. Última actualización: abril de 2017. Último acceso: octubre de 2020.
5 Haffner D, et al. Nat Rev Nephrol. 2019;15;435–455.
6 Skrinar A, et al. J Endocr Soc. 2019;3:1321–1334.
7 Che H, et al. Eur J Endocrinol. 2016;174(3):325–333.
8 Linglart A, et al. Endocr Connect 2014; 3(1): R13–R30.
9 Veilleux LN, et al. J Clin Endocrinol Metab. 2012;97(8):E149–8.