Según diferentes estudios, la COVID-19 no ha frenado los tratamientos de reproducción asistida, al contrario, los tratamiento de preservación de la fertilidad aumentaron en 2020. Además, la nula incidencia del coronavirus en el sistema reproductivo, confirmada por sucesivos trabajos científicos, ha animado a miles de parejas a seguir adelante con su proyecto familiar. En todo caso, según los doctores Jan Tesarik y Raquel Mendoza-Tesarik, la mejor opción, es asegurar la fertilidad antes de un posible contagio, criopreservando óvulos, espermatozoides o embriones.
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, los directores de la clínica MARGen de Granada, han buscado soluciones para promover la fertilidad en parejas con problemas, y un estudio, recién publicado por investigadores canadienses, confirma las tesis publicadas por los granadinos a lo largo de 2020. Se sabe que la enfermedad no se transmite mediante los óvulos ni los espermatozoides y que el riesgo de transmisión de la madre al niño durante el embarazo es mínimo. Tampoco se ha detectado una evolución desfavorable de un eventual contagio con la COVID-19 en mujeres embarazadas en comparación con mujeres no embarazadas. Además, el virus no se transmite de la madre al bebé ni al amamantarlo, siempre que se mantengan todas las precauciones de higiene.
Evitar riesgos
“Sin embargo -apuntan los doctores Tesarik y Mendoza-Tesarik- no tenemos información suficiente para predecir el efecto de un eventual contagio sobre el futuro desarrollo y la funcionalidad de los gametos. En teoría, las células del testículo tienen muchas puertas que pueden servir de entrada para el virus. Aunque el virus no entre en los mismos espermatozoides, el sufrimiento de las células acompañantes, importantes para nutrir y proteger a los espermatozoides, puede afectar la fertilidad masculina indirectamente. Por ello, recomendamos la criopreservación preventiva del semen de todos hombres en edad reproductiva afectados por la COVID-19, aunque no hayan sufrido los síntomas de la enfermedad. Mediante las técnicas de fecundación asistida, los espermatozoides congelados fecundan con la misma eficacia que los espermatozoides frescos, y se pueden mantener durante muchos años antes de ser utilizados”.
En cuanto a la función reproductiva femenina, el riesgo de deterioro debido a una infección COVID-19 parece menos probable. Pero, según los doctores Tesarik y Mendoza-Tesarik, “Hay que prestar una particular atención a las mujeres con insuficiencia ovárica, tanto como la natural, como la relacionada con la edad y la prematura. Aunque tampoco disponemos de información suficiente sobre estos grupos de personas en relación con la COVID-19, hay argumentos razonables para sospechar que una eventual infección con el virus pueda disminuir sus posibilidades de procrear. Por ello, puede ser más perjudicial posponer los tratamientos de infertilidad hasta que desaparezca cualquier riesgo de contagio. Nadie sabe cuándo ocurrirá y, en esos casos, cada mes cuenta para aprovechar de la capacidad de la actividad residual de los ovarios. Por lo cual recomendamos realizar la fecundación in vitro lo antes posible para todas estas mujeres”.