- El posicionamiento señala que se requieren importantes modificaciones en la manera actual de abordar la vigilancia epidemiológica, la metodología diagnóstica, la organización de los sistemas asistenciales, la aplicación de medidas de prevención de la transmisión y, finalmente, la aplicación de los avances científicos en los campos de la terapéutica y de la utilización de las vacunas en la población general
Madrid, 7 de febrero de 2022. El mundo está experimentando una intensísima ola de transmisión de la variante ómicron de SARS-CoV-2. Las estimaciones basadas en los modelos matemáticos realizados por instituciones académicas de gran prestigio sugieren que actualmente se están produciendo en el mundo más de 125 millones de infecciones diarias, valor al menos 10 veces superior al observado en el pico máximo de la pasada ola de transmisión, causada principalmente por la variante delta. De hecho, ómicron es la variante predominante o casi exclusiva en la mayoría de los países del planeta.
Este nivel de contagiosidad sin precedentes sugiere que más del 50% de la población mundial podría estar infectada antes del final del próximo mes de marzo. Además de ello, se ha determinado que hasta el 80-90% de las infecciones producidas podrían ser asintomáticas, porcentaje muy superior al 40% estimado para otras variantes. La frecuencia de hospitalización, de ingreso en las unidades de críticos o de fallecimiento en pacientes sintomáticos también se han reducido de forma muy considerable con esta variante en relación con la incidencia de casos diagnosticados.
La elevada frecuencia de casos en la comunidad y la alta transmisibilidad de la variante ómicron condicionan, sin embargo, que en el momento actual muchos pacientes sean diagnosticados de COVID-19 al ingresar en el hospital por otras causas. Lo que ocasiona en las instituciones sanitarias una excesiva carga laboral y asistencial, así como relevantes problemas organizativos que afectan a la atención a los pacientes, tanto a los que sufren COVID-19 como a los que padecen otras patologías, al aplicarse las mismas estrategias y recomendaciones que en pasadas olas de la pandemia, producidas por variantes diferentes de SARS-CoV-2.
Estas circunstancias epidemiológicas, clínicas y evolutivas hacen necesario un posicionamiento por parte de la SEIMC, que se basa en dos premisas principales. La primera, que la variante ómicron puede producir enfermedad grave en personas no vacunadas, incompletamente vacunadas y en pacientes vulnerables, y que, por tanto, es en estos grupos de población donde hay que centrar el esfuerzo preventivo, diagnóstico y terapéutico; y la segunda, que la contagiosidad de la variante ómicron es de tal magnitud que hace muy probable que la mayoría de la población acabe infectada. Como tal documento de posición, no se trata de un protocolo o guía, está abierto a discusión pública, y puede tener que cambiar en el futuro si aparecen nuevas variantes con características biológicas diferentes y con mayor riesgo de producir una enfermedad más grave.
Los hechos científicos relacionados con este posicionamiento son:
1. La variante ómicron de sars-cov-2 tiene un comportamiento diferente respecto a todas las variantes anteriores del virus. Parece probable que la vacunación no va a evitar que la mayoría de la población se infecte por la variante ómicron, ya que es una variante con modificaciones genéticas que le permiten un escape inmunitario y, por tanto, es capaz de infectar a personas vacunadas y a las que han tenido una infección previa. Sin embargo, está bien demostrado que las vacunas actuales son capaces de contribuir de forma notable a conseguir una “protección de grupo” frente a la enfermedad grave, a la necesidad de hospitalización en unidades convencionales o de cuidados intensivos y al fallecimiento en la mayoría de las personas infectadas.
2. La respuesta frente a la variante ómicron debe de ser diferente y proporcional a la carga de enfermedad que produce. Las acciones de prevención, diagnóstico y tratamiento deberían focalizarse en los grupos de personas vulnerables. Para ello, planteamos que deben considerarse las siguientes modificaciones de determinadas estrategias de control de la transmisión del virus:
-Suprimir la obligatoriedad del uso de mascarillas en exteriores.
-Transmitir y explicar que determinadas medidas que se realizan con frecuencia, como el control de la temperatura corporal a la entrada de los establecimientos públicos o pulverizar las superficies con soluciones antisépticas en dichos establecimientos, carecen de utilidad.
- Suprimir la obligatoriedad de certificados de vacunación para entrada en locales públicos.
-Recomendar dosis vacunales adicionales.
- Como indicadores principales de evolución del impacto clínico de la pandemia deben utilizarse los de incidencia de hospitalización y mortalidad.
- Consideramos que no es necesario realizar pruebas diagnósticas en casos leves en personas no vulnerables.
-La estrategia de detección de variantes en nuestro país adolece de varios defectos: se secuencia un número bajo de aislados en comparación con países de nuestro entorno, no se focaliza en pacientes de mayor riesgo de desarrollar nuevas variantes y proporciona los datos con retraso. Por ello, consideramos que es necesario lograr una nueva estrategia.
3. La situación actual de la infección por la variante ómicron requiere una modificación de la atención médica en la comunidad. Hay que incrementar los esfuerzos de protección de los pacientes vulnerables para evitar la enfermedad grave, diseñando medidas específicas.
4. La situación actual de la infección por la variante ómicron requiere una modificación de la atención médica en los hospitales. Los hospitales deberán diseñar medidas de protección para personas vulnerables que requieren hospitalización y se establecer protocolos que permitan el tratamiento precoz de la enfermedad leve en grupos de pacientes ingresados vulnerables de alto riesgo de progresión a formas graves.
Por último, SEIMC señala que en ausencia de vacunas pan-coronavirus o universales efectivas frente a múltiples variantes y/o vacunas con capacidad esterilizante que sean eficaces en la población vulnerable, el escenario más probable para la COVID-19 en el futuro inmediato es el de una enfermedad endémica o hiperendémica. La COVID-19 va a suponer una sobrecarga adicional a un sistema sanitario que ya operaba en condiciones de máxima presión antes de la aparición de esta pandemia. Los responsables políticos deben priorizar el fortalecimiento del sistema sanitario en su conjunto. La estructura actual de la mayoría de los hospitales no permite que los pacientes vulnerables sean ingresados de forma preferente en habitaciones individuales con condiciones de bioseguridad adecuadas. La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de que se realicen las reformas estructurales necesarias que hagan posible esta recomendación.
Además, la pandemia ha evidenciado la necesidad de contar con redes de investigación financiadas que permitan la realización de ensayos clínicos a gran escala de forma eficiente y rápida. Es necesario resaltar que estas medidas han de ser promovidas homogéneamente porque, al unificar los mensajes, las medidas y los recursos empleados, las autoridades sanitarias facilitarán la compresión y la aceptación de estas por parte de la población.
La SEIMC manifiesta, una vez más, su voluntad de colaboración con las autoridades sanitarias en la toma de decisiones sobre este problema.
GRUPO REDACTOR DEL DOCUMENTO
D. Jesús Rodríguez Baño, D. Benito Almirante, Dña. Miriam Álvarez, D. José Ramón Arribas, D. José Miguel Cisneros, D. Federico García y Dña. María del Mar Tomás.