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Sus objetivos pasan por generar conocimiento, impulsar una regulación específica para los nanofármacos y poner de relieve el valor de su seguridad, eficacia y calidad
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La nanomedicina mejora el diagnóstico y tratamiento de enfermedades por su carácter de medicina de precisión, reduciendo el fracaso terapéutico y mejorando la calidad de vida de los pacientes
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Actualmente no existe en Europa una legislación concreta para el desarrollo, fomento y amparo de la nanomedicina
El Grupo de Expertos para la Regulación de la Nanomedicina (GERNA), nace como un punto de encuentro que se abre al debate y la reflexión sobre uno de los aspectos más punteros de la nanotecnología: la investigación y desarrollo de nanomedicamentos, con el objetivo de conseguir que España lidere a nivel europeo esta importante rama de la medicina.
Esta aproximación se realiza desde diferentes ámbitos clínicos, investigadores, reguladores, jurídicos y económicos. Así GERNA se funda en torno a tres pilares estratégicos: generar conocimiento actualizado de la nanomedicina en España y en comparación con países avanzados en este ámbito; impulsar la necesidad de una regulación específica que considere la singularidad y diferenciación de los nanofármacos, y poner de relieve la importancia y el valor de la seguridad, eficacia y calidad óptima de los tratamientos en el ámbito de la nanomedicina.
Entre los miembros de este grupo se encuentran nombres tan destacados como Rosario Sánchez Pernaute, directora científica de la Red Andaluza de Diseño y Traslación de Terapias Avanzadas; José Luis Poveda, jefe del Área Clínica del Medicamento del Hospital Universitari i Politècnic La Fe de València y presidente de la Comisión Nacional de la Especialidad de Farmacia Hospitalaria; Josep Samitier, director del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) y coordinador científico de NanomedSpain (plataforma española de Nanomedicina); Javier García, presidente de la Sociedad de Anestesiología, Cuidados Intensivos y Dolor (SEDAR); José Manuel Martínez, jefe del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid; María José Alonso, catedrática del Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Santiago de Compostela; Ana Castellanos, representante de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes; José Antonio García, director del Banco de Sangre y Tejidos de Navarra; Jordi Faus, fundador del despacho Faus & Moliner; Jaime Espín, economista de la salud y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública; Julio Sánchez Fierro, abogado experto en derecho sanitario y doctor en Ciencias de la Salud ; José María Recalde, experto en evaluación de medicamentos; Alejandro Martín, jefe de Sección de la Unidad de Gestión Clínica de Nefrología en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, y Pedro Aljama, líder de un grupo de investigación en el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (Imibic).
Importancia de los nanofármacos
Este grupo de expertos sostiene que la aplicación de la nanotecnología al sector de la salud es clave y puede ayudar a solventar problemáticas tan importantes como, por ejemplo, la aparición de pandemias mundiales. De hecho, dos de las principales vacunas actualmente comercializadas en Europa - Comirnaty (Pfizer-BioNTech; Spikevax (Moderna) - son nanomedicamentos.
Apuntan que la nanomedicina mejora el diagnóstico y tratamiento de enfermedades por su carácter de medicina de precisión, reduciendo el fracaso terapéutico y mejorando la calidad de vida de los pacientes. Y explican que, gracias a su tamaño nanométrico, estos medicamentos tienen la capacidad de superar barreras biológicas y de interaccionar con moléculas biológicas, presentes en órganos y tejidos a diferentes niveles, logrando así un acceso favorable a las dianas terapéuticas.
Sin embargo, alertan de que, pese a los avances que representa, actualmente no existe una legislación concreta para el desarrollo, el fomento y el amparo de la nanomedicina, y piden tener en cuenta que la nanotecnología aplicada a la medicina supone un alto grado de innovación y, en determinados casos, de complejidad, por lo que debe ser una prioridad para la administración pública el establecimiento de un marco regulatorio que dé seguridad jurídica y marque los estándares de calidad, aplicación, control y eficacia para la industria y para los pacientes.