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La experiencia del paciente evidencia graves situaciones de marginación, y dificultades sociales y laborales

  • El exceso de peso se asocia al desarrollo de enfermedades tales como la insuficiencia cardiaca y renal, el deterioro cognitivo o el cáncer, causando al menos 2,8 millones de muertes cada año

  • “Es difícil encontrar una patología que no sea más prevalente en una persona con obesidad que en una persona con normopeso, ni condición cuya gravedad no empeore ante la aparición de obesidad”, afirma la especialista Nuria Vilarrasa

  • Los fármacos actualmente comercializados para el tratamiento de la obesidad no están financiados por el Sistema Nacional de Salud, lo que supone una discriminación frente a otras enfermedades crónicas

Barcelona, 17 de novembre.- Buscando ejemplos similares, no los encuentran. Investigadores, clínicos y pacientes coinciden en su perplejidad ante la discriminación que sufren las persones con obesidad, no solo por el estigma social que arrastra, sino porque, a pesar de ser un modelo claro de enfermedad total y de que hay tratamientos cada vez mejores, no está ni adecuadamente reconocida como enfermedad ni se facilita el acceso de los pacientes a estas terapias

            La obesidad es una enfermedad no del todo reconocida, a pesar de ser una de las más prevalentes y de que, globalmente, el exceso de peso causa al menos 2,8 millones de muertes cada año, asegura la Dra. Nuria Vilarrasaespecialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), que participa en el XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).

            Un modelo de enfermedad total 

            El exceso de grasa corporal acaba depositándose en casi todos los órganos del organismo y termina por dañarlos, dando lugar a múltiples enfermedades asociadas que van desde las más conocidas, como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, la apnea del sueño o el hígado graso, hasta otras menos distinguidas, como el deterioro cognitivo, la insuficiencia cardiaca y renal, y el cáncer; de hecho, hasta ahora, la obesidad se ha asociado al desarrollo de 13 tipos de cáncer

Según la experta del Hospital Universitario de Bellvitge, “sabemos que la obesidad puede ser responsable de muchas enfermedades, siendo difícil encontrar una patología que no sea más prevalente y frecuente en una persona con obesidad que en una persona con normopeso, ni condición cuya gravedad no empeore ante la aparición de obesidad”.

Este impacto sistémico de la obesidad tiene una explicación, un “hilo etiopatogénico”. Cuando la grasa corporal excede la capacidad de depósito a nivel subcutáneo, se deposita a nivel visceral en diversos órganos (corazón, hígado, riñón, páncreas), dañándolos. Los adipocitos o células grasas liberan sustancias que aumentan el estado inflamatorio y la resistencia a la insulina; todo ello dará lugar a la afectación de la mayoría de los órganos. Por este motivo, detalla la Dra. Vilarrasa, “la obesidad causa muchas enfermedades directamente y también provoca graves complicaciones que se derivan de las mismas, como las psicológicas”.  

¿Soluciones?

Ante esta situación, la recomendación es clara: debemos dejar de estigmatizar esta enfermedad y tratarla como una enfermedad crónica con una gran repercusión en salud y que requiere un manejo activo tanto a nivel preventivo como terapéutico. La base de su tratamiento es realizar una dieta saludable y actividad física, pero si eso no es suficiente en la actualidad disponemos de fármacos que ayudan a controlar la ingesta”, reconoce esta especialista.

Sin embargo, los fármacos actualmente comercializados para el tratamiento de la obesidad no están financiados por el Sistema Nacional de Salud“de manera que su uso se encuentra limitado por las condiciones económicas del paciente, admite la Dra. Nuria Vilarrasa, algo que “supone una gran discriminación frente a otras enfermedades crónicas”.  Por otro lado, en los casos de obesidad grave, la cirugía de la obesidad o cirugía bariátrica es el tratamiento más efectivo para alcanzar una pérdida de peso muy significativa y mantenida en el tiempo, pero “también nos encontramos con la limitación que suponen las largas listas de espera, denuncia esta experta.

Con todo, la Dra. Vilarrasa reconoce que “los profesionales de salud que nos dedicamos a la obesidad vemos por fin la ‘luz’, después de muchos años sin posibilidades de tratamientos efectivos”. En los últimos años se ha avanzado mucho en el conocimiento de las bases biológicas de esta enfermedad y se han desarrollando fármacos muy efectivos, que ayudan al control de la ingesta y con estudios muy sólidos que muestran pérdidas significativas de peso (entre el 15-20% del peso corporal inicial); “son resultados muy esperanzadores y similares a los obtenidos con algunas técnicas quirúrgicas”, asegura la especialista en Endocrinología y Nutrición.

            La (desagradable) experiencia del paciente

El contrapunto lo ponen los pacientes, que con su experiencia revelan algunas injusticias y situaciones desagradables por las que suelen atravesar en su día a día. Es el caso de Morgan Salmon, “una persona que vive con obesidad” y que ha explicado su caso en el marco de este Congreso.

            “Antes de mi diagnóstico y tratamiento tuve que hacer frente a la culpabilización extrema hacia mi persona por mi físico: dejé de ser Morgan y me volví el ‘obeso ese’; tuve que vivir con una enfermedad, pero sentir que vivía con una decisión; debí desarrollar actitudes compensatorias, como tratar de agradar siempre; y, sobre todo, sentía que nada era suficiente”, narra este miembro de la Asociación Bariátrica Híspalis Nacional Asociación (ABHíspalis).

            Ahora, tras someterse a una exitosa cirugía bariátrica, Morgan se identifica como alguien que vive con una enfermedad crónica, y desde esa posición advierte sobre importantes déficits: “no es fácil encontrar profesionales de la salud sensibilizados para tratar sin culpabilizar (narrativa estigmatizante), se pone el foco en la prevención pero sin políticas claras de apoyo a quienes ya vivimos con esta enfermedad, existen barreras de acceso a tratamientos basados en la última evidencia clínica y, en definitiva, subsiste una falta de conocimiento y sensibilización sobre el problema de la obesidad”.  

En este sentido, un importante déficit se encuentra en la misma investigación y su divulgación. Los datos producidos por la ciencia sobre obesidad no han sido comunicados de la forma adecuada y masiva para sensibilizar a la población, asegura. Y Morgan Salmon va, incluso, más allá: “quien diseña protocolos, quien trata la enfermedad y quien recibe tratamiento, en muchas ocasiones, lo sigue haciendo desde aserciones que ya han sido superados por la ciencia existente”.  

En el proceso que ha experimentado, pasando de ser una persona con obesidad mórbida a tener normopeso, Morgan recuerda especialmente las dificultades para encontrar un empleo“si antes de comenzar mi tratamiento mandé más de 400 peticiones laborales sin conseguir respuesta, una vez comenzada la terapia resulta a la quinta solicitud conseguí mi primer trabajo (en Dinamarca)”.  También rememora los problemas para conseguir ropa, “siempre la misma contestación: ¡pero si no estás tan gordo, qué raro!”

Respecto al movimiento ‘Soy curvy’ o ‘empoderamiento gordo’ y su activismo a favor de la autoestima y contra la gordofobia, Morgan expresa ciertas reticencias“Los que decidimos identificarnos como personas viviendo con una enfermedad crónica complementamos el mensaje de que nadie debe ser discriminado por su tamaño. La no discriminación no debería afectar el derecho a la salud, y creo que muchos de los posicionamientos de ese movimiento interponen nuevas barreras de acceso a tratamientos recientes con suficiente evidencia médica”, asegura.  

Para más información/confirmación/gestión entrevistas:

Paco Romero. Telf. 639.64.55.70; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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