La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la infertilidad o esterilidad como “un trastorno del aparato reproductor (masculino o femenino) consistente en la incapacidad para lograr el embarazo tras 12 meses o más de relaciones sexuales regulares sin protección”. Los problemas de fertilidad afectan a aproximadamente 1 de cada 6 personas, y sus tasas son similares en todo el mundo occidental. A pesar de ello, se trata de una cuestión que sigue siendo tabú en la sociedad, impactando no solo a la capacidad de concebir, sino también a la salud mental y bienestar de las personas afectadas.
En este sentido, la Dra. María José Martínez-Cañavate, responsable de Ginemed Madrid Centro, afirma que ‘’los problemas de fertilidad pueden ser de distinto tipo y estar provocados por diferentes causas, por lo que es importante diagnosticar adecuadamente cada caso. Por encima de todo, es esencial que los problemas de fertilidad se conviertan en un tema de conversación libre de vergüenza, puesto que es un trastorno con altas tasas de prevalencia en la sociedad y que, hoy en día, gracias a los avances médicos, en muchos casos tiene solución’’.
La esterilidad secundaria, la gran desconocida
La esterilidad primaria es aquella en la que nunca se ha conseguido un embarazo. Sin embargo, cabe destacar que existe otro tipo de infertilidad, menos conocida, denominada esterilidad secundaria, que consiste en la imposibilidad de lograr un embarazo tras una gestación previa.
‘’La causa principal de la infertilidad secundaria en nuestra sociedad es el retraso en la maternidad, por lo que se puede decir que afecta principalmente a las mujeres de más de 35 años. No obstante, se trata de un trastorno multicausal, cuyo origen puede estar asociado a diferentes factores ambientales, iatrogénicos o fisiológicos. En la mayoría de los casos, la infertilidad secundaria no es reversible, pero tras un buen diagnóstico de la posible causa, hoy en día tenemos herramientas diagnósticas y terapéuticas para poder ayudar a conseguir y garantizar un embarazo evolutivo’’, comenta la Dra. Martínez-Cañavate.
Esterilidad y subfertilidad, ambas afectan más a mujeres que a hombres, debido principalmente al retraso de la maternidad
Los problemas de fertilidad pueden manifestarse en distintos grados. De este modo, mientras que la infertilidad se entiende como la no consecución de un embarazo, la subfertilidad consiste en la disminución de la fertilidad o incapacidad de conseguir una gestación espontánea en un periodo de tiempo similar al de la media poblacional.
Al igual que en el caso de la esterilidad secundaria, la subfertilidad es un problema que afecta más a mujeres que a hombres, debido principalmente al retraso en la maternidad. ‘’La calidad de los óvulos está íntimamente relacionada con la edad cronológica de los mismos, más que con la cantidad. Con el paso del tiempo, los ovocitos maduran con cada vez más alteraciones cromosómicas. Cada mujer nace con un número limitado de óvulos que se va reduciendo en cada ciclo menstrual. Por lo tanto, con la edad va disminuyendo la probabilidad de conseguir un embarazo y aumente la probabilidad de aborto’’, apunta la especialista de Ginemed.
De hecho, según los recientes datos publicados por el INE, los partos de mujeres de 40 años o más han aumentado un 19,3% en los últimos diez años, evidenciando la tendencia al alza del retraso en la maternidad en nuestro país y, con ello, del incremento de los problemas de infertilidad y subfertilidad. En este contexto, informar y concienciar a todas aquellas personas en edad fértil, pero sin deseo gestacional inmediato, del impacto de la edad en la salud reproductiva, así como de los factores que influyen en la disminución de la fertilidad, se erige como una necesidad en una sociedad cuya tasa de natalidad se encuentra en mínimos históricos.
‘’Como profesionales, está en nuestras manos ofrecer un consejo reproductivo personalizado e informar de la posibilidad de preservar la fertilidad femenina. Para congelar los óvulos, es preciso llevar a cabo una evaluación de la reserva ovárica mediante la realización de una ecografía y la determinación de la hormona antimülleriana, ya que el paso de los años va asociado a una disminución de la cantidad de óvulos, así como de la calidad de los mismos’’, concluye la responsable de Ginemed Madrid Centro.