- La espasticidad es un signo clínico que ocurre en numerosas afecciones neurológicas, como ictus, párkinson, parálisis cerebral, paraparesia espástica, daño cerebral hipóxico, esclerosis múltiple, lesión cerebral traumática, tumores, lesión medular, enfermedades degenerativas, etc.1
- Según la doctora Raquel Cutillas, la formación de los sanitarios proporciona el acceso a las últimas investigaciones, tecnologías y técnicas en el manejo de la espasticidad.
- Uno de cada 1000 habitantes tiene espasticidad en España y, en el mundo, más de 12 millones de personas sufren esta condición2.
Los Centros de Excelencia para rehabilitación son centros donde se imparten formaciones para impulsar el conocimiento de los profesionales de la salud, así como otros programas de formación. La doctora Raquel Cutillas, jefa asociada del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid y responsable de Innovación, Tecnología, Formación e Investigación de la SERMEF señala que estas formaciones “proporcionan acceso a las últimas investigaciones, tecnologías y técnicas en el manejo de la espasticidad, asegurando que los profesionales de la salud estén equipados con el mejor conocimiento y habilidades”.
“Es fundamental que los profesionales implicados en el abordaje de la Espasticidad, como los rehabilitadores y Atención Primaria estén formados y actualizados en el manejo de esta condición porque ello les permitirá entender más su comportamiento y cómo afecta funcionalmente y en la calidad de vida de los pacientes”, comenta la doctora.
La espasticidad es un signo clínico que ocurre en numerosas afecciones neurológicas, como ictus, esclerosis múltiple, daño cerebral hipóxico, lesión cerebral traumática, lesión medular, tumores y enfermedades degenerativas. La espasticidad tiene una repercusión importante para el individuo, por pérdida de funcionalidad y autonomía, y también por su afectación de la calidad de vida1. “Esta condición puede ser, en algunos casos, leve y causar sólo una ligera rigidez, mientras que en otros, puede ser severa y hacer que los movimientos sean dolorosos y muy limitados, afectando a la capacidad de realizar actividades diarias como caminar, vestirse u otras actividades de la vida diaria”, añade la doctora Cutillas.
Además, el tratamiento de la espasticidad es multidisciplinario y complejo, dependiendo de factores como la gravedad de la espasticidad, su localización o la patología subyacente y las comorbilidades y las complicaciones derivadas de la espasticidad1. Se estima que la espasticidad afecta, en España, a uno de cada 1000 habitantes y, en el mundo, más de 12 millones de personas sufren espasticidad2. No obstante, las cifras de incidencia y prevalencia de la espasticidad son variables. En el ictus, se estima que alrededor de un 38-40% de los pacientes tendrá algún grado de espasticidad3,4 y el 16% requerirá tratamiento. Esto será diferente dependiendo del tiempo transcurrido, y varía entre el 27% al mes y el 42,6% en la fase crónica (> 3 meses)5. En la lesión medular también hay cifras discordantes, pero se estima que un 40% de las personas con una lesión medular tendrá espasticidad. Sin embargo, los datos de los estudios varían entre un 40% y un 78%6. En la esclerosis múltiple, la espasticidad está presente en más del 80% de los pacientes en algún momento de la enfermedad7; en la parálisis cerebral, en el 72-91%8, y en el traumatismo craneoencefálico moderado-grave, hasta en el 63,4%9.
“Por ejemplo, en el caso del ictus la espasticidad puede agravar los síntomas típicos de la enfermedad, como el dolor, la rigidez, los espasmos, la postura, el equilibrio, etc. Esto puede hacer que actividades cotidianas como caminar, levantarse de una silla, escribir o incluso hablar sean más desafiantes y, por tanto, merme su calidad de vida”, resalta la doctora Raquel Cutillas.
Es por ello por lo que la formación de los profesionales implicados en el abordaje de la espasticidad se convierte en una prioridad, ya que además repercute de forma positiva en los pacientes. En este sentido, la jefa asociada del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz destaca que “la formación facilita al profesional sanitario la realización de diagnósticos más precisos y, por tanto, administrar tratamientos más eficaces”. “Esto es gracias, sobre todo, a los avances en medicina e investigación, ya que estos proporcionan nuevas terapias y enfoques. Y no sólo eso, sino que un manejo adecuado puede prevenir complicaciones secundarias, como el dolor, úlceras por presión, contracturas y deformidades”, argumenta la doctora.
Para Raquel Cutillas, “existen ciertas barreras que dificultan el abordaje de la espasticidad, como el acceso al tratamiento especializado, las limitaciones físicas y logísticas para los pacientes, el estigma y falta de apoyo psicosocial, los desafíos en la adherencia al tratamiento y, cómo no, el desconocimiento o falta de información”. Por ello, la doctora subraya que “es esencial realizar campañas de concienciación y educación para que las personas sepan qué opciones tienen y puedan buscar la ayuda adecuada”.