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La normalización de la vida personal, laboral y social del paciente con depresión mediante una actuación temprana y eficaz es actualmente el propósito final de la intervención psiquiátrica

Demorar el tratamiento puede perpetuar los cambios neurobiológicos, cronificar el cuadro depresivo y empeorar el pronóstico del paciente, según se ha abordado en la última edición de la ‘Jornada Vive. La innovación que se siente’

Modificar el curso de la depresión y mejorar su pronóstico pasa por comprender sus mecanismos neurobiológicos y, al mismo tiempo, acortar los tiempos en las decisiones sobre los tratamientos, sirviéndose para ello de la evidencia científica más reciente y maximizando el uso de las nuevas herramientas terapéuticas. Esta es una de las principales conclusiones de la “Jornada VIVE. La innovación que se siente”, organizada por Johnson & Johnson y celebrada en Sevilla. En este encuentro, 200 especialistas en Psiquiatría, así como farmacéuticos, han debatido acerca de los avances en el conocimiento de la neurobiología de la depresión y su tratamiento.

Gracias a los últimos avances en la investigación de la depresión, cada vez se conocen mejor las alteraciones neurobiológicas que causan esta enfermedad, que, según la OMS, será la primera causa de discapacidad entre jóvenes y adultos en el año 2030. Desde mediados del siglo XX se ha mantenido la teoría de que el desequilibrio de las monoaminas —neurotransmisores que regulan funciones como la atención o los estados emocionales—, está en el origen de la depresión. Sin embargo, “actualmente sabemos que el desequilibrio de monoaminas es más una consecuencia que una causa de lo que sucede en el cerebro de una persona con trastorno depresivo”, ha indicado el doctor Fernando Mora Mínguez, jefe de Sección de Psiquiatría en el Hospital Infanta Leonor de Madrid y profesor asociado de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid. “Las evidencias actuales destacan que la alteración en la neuroplasticidad cerebral, la neuroinflamación o las alteraciones estructurales, como la reducción del volumen del hipocampo y los cambios en la corteza prefrontal, son claves en el origen del trastorno depresivo”, ha añadido.

La importancia de intervenir a tiempo

“La intervención temprana del paciente con un trastorno depresivo resulta crucial”, ya que “demorar el tratamiento puede perpetuar los cambios neurobiológicos, cronificar el cuadro depresivo y empeorar el pronóstico”, ha indicado el doctor José Manuel Olivares, jefe de Servicio de Psiquiatría del Área Sanitaria de Vigo y director del área de investigación de Neurociencia Traslacional del Instituto de Investigación Sanitaria Sur de Galicia (IISGS) CIBERSAM.

El especialista destaca igualmente la importancia de atajar a tiempo el “enorme dolor psíquico que padecen los pacientes con depresión, que hace que la desesperación se vaya instalando poco a poco en ellos y en quienes les rodean” y cree que “la máxima prioridad en estos casos es reducir al mínimo posible tanto el tiempo para hacer un correcto diagnóstico como el del inicio de los tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos indicados en cada paciente”. El objetivo primordial es la “normalización de su vida personal, laboral y social, que le recupere funcionalmente como persona en la comunidad, por ello debemos ser ambiciosos y perseguir la completa recuperación funcional, eliminando síntomas residuales”, ha apuntado el doctor Olivares.

Nuevos tratamientos con mecanismos de acción diferentes

La doctora Marina Díaz-Marsá, jefa de sección de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) y co-investigadora principal del Cibersam, ha afirmado que “en los últimos 30 años, se han incorporado nuevos tratamientos, tanto farmacológicos como psicoterapéuticos, que han permitido poder hablar de la integración plena en la sociedad de las personas con trastorno mental”.

En el caso de la depresión resistente, esta especialista ha apuntado que, “en los últimos años se han desarrollado varias estrategias para mejorar el tratamiento, como las técnicas de neuromodulación, la estimulación cerebral profunda o la terapia magnética transcraneal y, fundamentalmente, la aparición de fármacos con un mecanismo de acción diferente a los antidepresivos convencionales, lo cual representa un avance significativo en el abordaje de la depresión resistente”.

La práctica basada en la evidencia

Como complemento a la investigación, hay una idea en la que los especialistas coinciden: la importancia de las Guías Clínicas para extraer el máximo rendimiento a la innovación terapéutica. En este sentido, el doctor Mora Mínguez cree que “los consensos y las guías clínicas son fundamentales en la práctica médica en general y en el manejo del trastorno depresivo en particular, ya que estandarizan el abordaje de esta patología basándose en la evidencia actual y reducen la variabilidad en la atención a las personas con depresión. Son herramientas que facilitan la actualización de los profesionales e integran nuevas estrategias de tratamiento, lo que en conjunto mejora el pronóstico del trastorno depresivo”.

Para el doctor Olivares, “el uso de guías clínicas basadas en la evidencia y de consensos clínicos facilita que el paciente reciba el tratamiento o los tratamientos que tienen mayor probabilidad de éxito en su caso, evitando errores o retrasos que puedan afectar a su correcta y rápida resolución”.

Y en la misma línea, Díaz-Marsá indica que resultaría de gran utilidad “contar con protocolos actualizados y revisar y actualizar periódicamente las guías clínicas para reflejar las mejores prácticas basadas en la evidencia más reciente”.

Mirando al futuro de la especialidad, el Dr. Olivares remarca que "debemos aprovechar el conocimiento generado a través de la experiencia para maximizar el uso de las herramientas terapéuticas de las que disponemos hoy", y la Dra. Díaz-Marsá detalla alguno de los retos, tales como “continuar con la investigación para avanzar en el conocimiento de los endofenotipos de las enfermedades psiquiátricas, la integración de las tecnologías en nuestra práctica clínica, conseguir mantener la excelencia en la formación de los futuros psiquiatras para enfrentar las crecientes demandas en salud mental, seguir luchando contra el estigma y promover una mayor conciencia pública sobre la salud mental, abogar por un acceso equitativo a la innovación y a los tratamientos integrales para todos los pacientes y seguir avanzando en la psiquiatría personalizada y de precisión contando con la colaboración de las personas con trastorno mental y sus familias”.

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