Simposio Precongreso SEEDO-EASO-LATAM
- Las guías de práctica clínica que se están implantando en Europa, España y Latinoamérica cambian el paradigma, con estrategias de abordaje basadas en la evidencia científica
- Las nuevas guías proponen ir más allá del índice de masa corporal (IMC) en la práctica clínica y dar cabida también a métodos que permitan confirmar el exceso de adiposidad
- Evaluar la composición corporal proporciona una comprensión más precisa del riesgo cardiometabólico asociado a la obesidad
- También se apuesta por llevar a cabo una valoración nutricional individualizada que facilite la pérdida de masa grasa, sin dejar de lado el apoyo emocional que necesitan las personas que viven con obesidad
- El simposio ha reunido a expertos internacionales, representantes de pacientes y organizaciones comprometidas con el abordaje de la obesidad, como la SEEDO, la EASO, la World Obesity Federation, varias sociedades científicas de LATAM y la Fundación Gasol
Málaga, domingo 11 de mayo.- “Actualmente, nos encontramos en un momento clave para redefinir cómo abordamos la obesidad, una enfermedad compleja y multifactorial con componentes genéticos, biológicos, ambientales y socioeconómicos”, admite la Dra. María del Mar Malagón, presidenta de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), que ha participado en el simposio precongreso organizado por esta sociedad científica, en colaboración con la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO), y que se enmarca dentro de las actividades del 32º Congreso Europeo de Obesidad (ECO), que se celebra en Málaga del 11 al 14 de mayo de 2025 y reúne a más de 3.500 de expertos de todo el mundo.
Expertos nacionales e internacionales, muchos de ellos representantes de sociedades científicas de referencia en obesidad de países latinoamericanos, han compartido impresiones y propuestas, revisando el panorama actual que se abre en el diagnóstico, estadificación y manejo de la obesidad. En este foro se han discutido las nuevas guías de práctica clínica y el nuevo marco publicado por la EASO, incidiéndose en las nuevas directrices y métodos para la evaluación clínica de la obesidad.
Tal y como se ha defendido en esta reunión, es necesario ir más allá del uso exclusivo del índice de masa corporal (IMC) en la práctica clínica y centrarse en métodos que permitan confirmar el exceso de adiposidad mediante técnicas precisas de composición corporal. Asimismo, como añade la Dra. Malagón, “es esencial llevar a cabo una valoración multicomponente (nutricional, psicológica, actividad física,…) individualizada que facilite la pérdida de masa grasa”, quien también aboga por “empoderar a los pacientes y erradicar el estigma asociado a esta condición”. También se exige “informar y facilitar el acceso equitativo a los tratamientos disponibles contra la obesidad, algo fundamental para reducir el impacto de la obesidad sobre la salud de las personas que viven con esta enfermedad y evitar el desarrollo de sus múltiples comorbilidades”, indica la presidenta de SEEDO.
Un nuevo marco de actuación
Recientemente, la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO) ha publicado en ‘Nature Medicine’ un posicionamiento que defiende un nuevo enfoque para el diagnóstico, estadiaje y tratamiento de la obesidad en adultos. A juicio de Gema Frühbeck Martínez, investigadora del CIBEROBN y codirectora del Área de Obesidad de la Clínica Universidad de Navarra, “supone un cambio de paradigma, al alinearse con el manejo de enfermedades crónicas y abordar la obesidad a largo plazo, de forma estructurada y personalizada”.
Fundamentalmente, este nuevo marco propone una actuación novedosa en aspectos esenciales:
- Diagnóstico: Basar el diagnóstico de la obesidad en el reconocimiento de la acumulación anormal y/o excesiva de grasa (componente antropométrico) y el análisis de sus efectos presentes y potenciales sobre la salud (componente clínico). Establecer el diagnóstico de obesidad con IMC 30 kg/m2 ó IMC 25 kg/m2 e ICA (índice cintura-altura) ≥ 0.5, junto a alteraciones o complicaciones médicas, funcionales o psicológicas
- Estadiaje: Clasificar la obesidad como una enfermedad crónica y recidivante, según la gravedad de sus complicaciones médicas, mentales y funcionales.
- Manejo de complicaciones: Incluir el manejo de las complicaciones relacionadas con la obesidad como parte del manejo integral de la obesidad.
- Tratamiento farmacológico: Considerar la presencia de obesidad y los efectos que los tratamientos pueden tener sobre el peso y la composición corporal o el estado metabólico al seleccionar los fármacos utilizados para tratar las complicaciones relacionadas o no con la obesidad en las personas que viven con ella.
Se apuesta por considerar la obesidad como una enfermedad crónica basada en la adiposidad (ABCD, en sus siglas en inglés). Por eso, tal y como detalla Gema Frühbeck, “su diagnóstico debe ir más allá del mero uso del IMC, añadiendo al componente antropométrico del IMC uno adicional, el índice cintura-altura, que es de fácil determinación y asociado al riesgo cardiometabólico cuando es igual o superior a 0,50”. Asimismo, continúa argumentando, “se añade un componente clínico, con el fin de incorporar también la evaluación de los efectos sobre la salud que puede ejercer el exceso de adiposidad”. De esta forma, se incluye la evaluación del estado de salud general y la severidad de las complicaciones para aplicar tratamientos personalizados.
Nuevas formas de ‘medir’ la obesidad
Un aspecto en el que coinciden los expertos reunidos en este foro, y que supone una evolución importante en la evaluación de las personas con obesidad, es la necesidad de progresar en las ‘métricas’ de la obesidad y adoptar un enfoque más detallado y personalizado en la evaluación y tratamiento de la obesidad, considerando la composición corporal y otros factores relevantes.
El índice de masa corporal (IMC) es una herramienta ampliamente utilizada para clasificar la obesidad, pero no refleja con precisión la adiposidad corporal ni la distribución de la grasa, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos. Por eso, se considera prioritario evaluar la composición corporal y, especialmente, el porcentaje de grasa corporal (BF%) y la masa muscular, ya que “proporciona una comprensión más precisa del riesgo cardiometabólico asociado con la obesidad”, asegura el Javier Gómez Ambrosi, que es profesor de Nutrición y Bromatología de la Unidad Docente de Endocrinología de la Clínica Universidad de Navarra (Pamplona) e investigadordel CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN, ISCIII, Pamplona), para quien “incorporar la evaluación de la composición corporal en la práctica clínica rutinaria es esencial si queremos mejorar el diagnóstico, la estratificación del riesgo y el manejo personalizado de la obesidad”.
Medidas antropométricas adicionales, como la circunferencia de la cintura (WC) y la relación cintura-altura (WHtR), pueden complementar al IMC para una mejor evaluación del riesgo asociado con la obesidad.Además, actualmente se cuenta con herramientas de estimación de adiposidad; así, ecuaciones como la CUN-BAE (Clínica Universidad de Navarra-Body Adiposity Estimator) permiten estimar el porcentaje de grasa corporal de manera más precisa que el IMC, facilitando una mejor clasificación de la obesidad.
Pero no sólo es importante la composición, sino también la distribución de la grasa corporal. “La grasa visceral tiene un impacto más significativo en el riesgo cardiometabólico que la grasa subcutánea, y su evaluación mediante técnicas de imagen puede mejorar la estratificación del riesgo”, aclara el Prof. Gómez Ambrosi.
Complementando estas ideas, Patricia Yárnoz (Área de Nutrición Hospitalaria, Clínica Universidad de Navarra) e Isabel M. Vegas Aguilar (nutricionista del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga), aseguran que “la combinación de medidas de variables antropométricas y bioquímicas, junto con las nuevas técnicas de valoración morfofuncional, permite detectar de manera precoz alteraciones nutricionales y cambios en la composición corporal que facilitan un seguimiento personalizado del paciente”. De la misma manera, estas investigadoras del CIBEROBN (ISCIII) insisten en que “actualmente cualquier tratamiento para la obesidad debe acompañarse de una adecuada valoración nutricional con fin de asegurar su éxito”. Y es que, como se ha puesto de manifiesto en este simposio, conocer la ingesta real del paciente permite establecer pautas adecuadas para asegurar el consumo óptimo de macronutrientes, con especial énfasis en la cantidad de proteínas, dentro de un patrón de dieta saludable que permita mantener la masa muscular del paciente y favorecer la pérdida de peso a expensas de la adiposidad disfuncional.
Un abordaje personalizado en la evaluación del paciente que vive con obesidad es el abordaje del fenotipado clínico con la valoración morfofuncional. Los Dres. Diego Bellido (jefe de la sección de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol) y José Manuel García Almeida (responsable de Nutrición Clínica en el Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga) consideran que actualmente “en el manejo de la enfermedad metabólica crónica adiposa es fundamental la implementación de la valoración morfofuncional centrada en la valoración tanto morfológica como funcional del tejido adiposo y del tejido muscular”.
Nuevas guías de práctica clínica: la visión latinoamericana
Las nuevas guías de práctica clínica que se están desarrollando en España y Latinoamérica recogen estas tendencias y conocimientos, marcando una nueva etapa en el abordaje de la obesidad. En general, promueven un enfoque multidisciplinar y personalizado, basado en la evidencia científica y con seguimiento a largo plazo, integrando a profesionales de distintas especialidades.
La obesidad constituye un problema de salud altamente prevalente en Iberoamérica, lo que motiva la necesidad de establecer un enfoque clínico homogéneo, sistematizado y adaptado a las realidades locales. Esto ha impulsado el desarrollo de diferentes guías de práctica clínica, muchas de ellas adaptadas a las necesidades de cada país. En el caso de Argentina, la Dra. María Natalia Nachón, jefa del Servicio Nutrición y Diabetes del Hospital Dr. Enrique Tornú (Buenos Aires) y directora del Consejo de Metabolismo y Obesidad Sociedad Argentina de Medicina (SAM), alude a un documento de consenso intersocietario que propone una guía integral para el abordaje de la obesidad como enfermedad crónica, centrada en la persona y sustentada en el trabajo de equipos interdisciplinares. “Reconoce la importancia de combatir el estigma y la discriminación, e incorpora una perspectiva que integra aspectos clínicos, conductuales y sociales, enfatizando la necesidad de diseñar tratamientos personalizados, con un vínculo terapéutico sólido y estrategias que favorezcan la adherencia a largo plazo”, señala.
En estos pilares también se asientan las guías chilenas. Como explica la Dra. Ada Cuevas Marín, del Centro Avanzado de Medicina Metabólica y Nutrición (Santiago de Chile), “nuestras estrategias se han fundamentado principalmente hasta el momento, en implementar políticas de prevención y en demandar guías para ayudarnos a obtener un mejor diagnóstico y tratamiento de la obesidad en Chile”. Respondiendo a esta necesidad, se ha empleado como referente la “Guía de Obesidad de Canadá”, adaptándose a la realidad de la población chilena.
Particular interés tienen las guías mexicanas, sobre todo porque este es uno de países del mundo con mayores índices de obesidad en personas adultas. La Sociedad Mexicana de Nutrición y Endocrinología ha elaborado las primeras “Guías de Práctica Clínica de México para el Manejo del Sobrepeso y la Obesidad en Adultos”, generando un documento basado en evidencia científica rigurosa y adaptado al contexto nacional. “Estas guías han sido desarrolladas por un equipo interdisciplinar de expertos en obesidad y con la participación de varios pacientes, y representa un hito en la atención integral y personalizada de los adultos que viven con obesidad en México”, indica la Dra. Emma Adriana Chávez Manzanera, coordinadora de la Clínica de Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (Ciudad de México), quien resalta “las recomendaciones específicas que se efectúan para la evaluación clínica, tratamiento nutricional, farmacoterapia y manejo de la salud mental de la persona con obesidad”.
El GIRO esperado
Con todo, resulta de especial referencia y se considera un hito la elaboración y publicación de la “Guía española del manejo Integral y multidisciplinaR de la Obesidad en personas Adultas” (GIRO), el resultado de un trabajo colaborativo de representantes de 39 sociedades científicas y de casi una docena de asociaciones de pacientes. “Es una herramienta valiosa para los profesionales sanitarios, los responsables de políticas de salud y todas aquellas personas comprometidas con la promoción y la mejora del tratamiento y la correcta prevención de la obesidad”, indica el Dr. Albert Lecube, que forma parte de la Junta Directiva de SEEDO como editor de la revista ‘BMI’.
Esta semana se ha publicado el resumen ejecutivo de la Guía en la revista ‘Obesity Facts’, lo que va a facilitar su difusión internacional y su referenciación. “Va a servir como ejemplo del cambio de narrativa que está generando SEEDO alrededor de la obesidad”, afirma el Dr. Lecube,
Y es que esta guía plantea el abordaje de la obesidad como una enfermedad crónica y compleja que debe ser tratada a largo plazo, poniendo el foco en las causas intrínsecas del problema y dejando de estigmatizar al paciente con obesidad. En definitiva, “se propone un enfoque holístico de la enfermedad, que mire a la salud del paciente en general y facilite su empoderamiento para que participe en el manejo y tratamiento de su enfermedad”. De ahí el papel fundamental que la Guía ofrece a la persona que vive con obesidad, pero también se le concede protagonismo a la Atención Primaria en el manejo de la obesidad y se da cabida a los decisores de salud (participa la Sociedad Española de Directivos de la Salud -SEDISA-) y a los comunicadores (con la colaboración de la Asociación de Informadores de la Salud -ANIS-).
Poniendo el foco en la prevención, esta Guía recalca la necesidad de actuar de manera temprana, con grandes medidas de salud pública y campañas de concienciación, para promover hábitos de vida saludables y dar a conocer los riesgos para la salud que tiene vivir con obesidad, con asignación de recursos presupuestarios propios a este fin dentro de un gran plan nacional frente a la obesidad. Igualmente, se demandan campañas de prevención específicas para la población infanto-juvenil en colegios y a través de redes sociales, así como campañas de concienciación alimentaria y de estilo de vida saludables para la población general, donde se incluya un diálogo entre las sociedades científicas y la industria alimentaria. Respecto a la estrategia terapéutica, se recomiendan las intervenciones multicomponentes de inicio temprano que incluyan el mantenimiento de una dieta saludable, actividad y ejercicio físico y pautas de modificación de conducta con acompañamiento psicológico.
Para más información
Prensa SEEDO
Paco Romero. Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Telef. 639 64 55 70