Pasado un mes de los atracones navideños, lo importante es ser consciente de que todavía hay tiempo para cumplir aquellos objetivos nutricionales que siempre se marcan tras el paso de las fiestas. Tras analizar los diferentes perfiles de personas que deciden ponerse a dieta, se distinguen, principalmente, dos de ellos: por un lado, aquellas que acuden a la nutricionista para cambiar sus hábitos, pero no se han planteado objetivos en cuanto al tiempo; frente a otras que sí expresan la necesidad de alcanzar un objetivo mucho más específico, en un corto periodo de tiempo.
En el primer grupo, las que no están encorsetadas por un objetivo temporal, la mayoría de casos corresponden a personas que son conscientes de necesitar un tratamiento nutricional a medio o largo plazo por motivos de salud (obesidad, diabetes, colesterol, etc.). Este perfil incluye también un grupo importante de clientes que simplemente quieren cambiar a una dieta más sana, pero prefieren tomárselo con calma.
En estos casos, para garantizar el éxito y la continuidad de la dieta, el tratamiento debe aportar al inicio un alto componente saciante, que acelere la adaptación a porcentajes calóricos más equilibrados, a la vez que frena la formación de nuevo tejido adiposo. De forma simultánea, debe proceder a la regulación de líquidos, uno de los motivos más comunes por los que aumenta el peso corporal (sobre todo en mujeres) y que, además, ayudará a reducir volumen y a mejorar el metabolismo. Optimizar la actividad metabólica os ayudará a disminuir los kilos de grasa acumulada y a frenar su nueva formación.
Por otro lado, para el segundo perfil en los que el tiempo y objetivos están muy definidos, las necesidades de los tratamientos nutricionales son diferentes. Aunque también aquí podemos encontrar a veces motivaciones relacionadas con la salud, es más frecuente que estas personas tengan objetivos estéticos a corto plazo (por eventos personales –comuniones, bodas, etc.-, porque quieren perder tallas antes de Semana Santa o verano, etc.), que condiciona un plan de tratamiento distinto, más específico e intensivo.
Trabajar para aumentar la diuresis (ideal en situaciones de retención de líquidos) y potenciar los efectos antigrasas-quemagrasas constituyen los objetivos principales de dicho tratamiento. Esto se consigue mediante estrategias dietéticas que aporten activos drenantes, combinados con otros que disminuyan la formación de nuevo tejido adiposo a la vez que optimizan el metabolismo de los macronutrientes (carbohidratos, grasas y proteínas), reduciendo significativamente los porcentajes de grasa corporal y visceral acumulada. Se añade además un alto contenido en antioxidantes, para neutralizar los radicales libres que se originan en todo proceso quemagrasas, sobre todo si se produce de manera más acelerada. Estas sustancias anti-edad, ayudan a que la piel luzca más sana, joven y radiante.
Como conclusión, es importante identificar cuáles son las necesidades personales y objetivos de cada uno, para así poderlos transmitir claramente a los profesionales. Identificarse en uno de estos dos perfiles principales, ayudará al equipo de nutricionistas a elaborar planes de tratamiento adecuados que cumplan con las expectativas, a la vez que mejoran sustancialmente la salud.
Por Dr. Carlos Fdez. Fuentes, director médico del Grupo NC Salud