Sin duda, uno de los referentes en el periodismo sanitario de nuestro país es Emilio de Benito, con una larga trayectoria escribiendo para El País, que ha sido presidente de ANIS y que actualmente forma parte de su junta directiva. Aunque no estuvo presente en los primeros compases de la pandemia de la COVID-19 por una baja, enseguida le tocó ponerse a trabajar duro y afrontar todos los cambios que esta situación generó en la profesión periodística.
Con él hemos hablado para saber cómo fue adaptarse a unos primeros momentos críticos, con el caos generado por la falta de información y hasta qué punto se ha transformado la profesión de periodista.
- ¿Cómo recuerdas los primeros momentos de la pandemia?
- Yo me incorporé a la información pura y dura de la pandemia en abril, después de regresar de una baja. Antes la seguía como periodista y hablaba con mis compañeros, aunque no estaba trabajando. Recuerdo que al principio comenté con ellos que aquello iba a ser como una gripe, porque era la información que todo el mundo manejaba y los periodistas no somos más que transmisores de lo que nos cuentan, no tenemos visión de futuro. Luego es cierto que hay compañeros más optimistas y otros más pesimistas, y en este caso los segundos han sido los que han acertado. Luego de repente fue todo un caos, el tema fue creciendo día a día y además hubo que cambiar toda nuestra manera de trabajar, porque nos volvimos todos teletrabajadores, lo que supuso un reto. Exagerando un poco, sobre todo al principio hubo días que dedicabas más tiempo a solventar cuestiones técnicas que a temas más concretos de la información.
- En los primeros compases también hubo la dificultad de la falta de datos. ¿Cómo fue trabajar con la incertidumbre, aquellos días, de no saber exactamente cómo estaba evolucionando la pandemia?
- Esto ha sido un proceso de aprendizaje continuo, en el que hemos visto como iba cambiando tanto la información como las fuentes de las que obteníamos los datos. Al principio íbamos sacando unos datos, como el de personas fallecidas, pero luego nos dimos cuenta de que esos datos valían lo que valían. El problema para los periodistas es cuando las fuentes no son claras, cuando no hay un mensaje unívoco. Tu trabajo, simplificándolo mucho, es contar lo que cuentan los que saben. Pero cuando estos te dicen cosas distintas, tienes un lío. Trabajar en la incertidumbre es muy complicado, y trabajar en la incertidumbre en salud lo es más todavía. No saber si el virus que llega es mortal o trivial es una incertidumbre con la que es muy difícil trabajar.
- ¿Complicó más el trabajo del periodista sanitario que todo el mundo tuviera de repente una necesidad de información voraz?
- Durante todo este tiempo es verdad que hemos tenido un problema, y que lo seguimos teniendo ahora, y es que los ritmos de la ciencia y de la salud no son los ritmos del periodismo. Nosotros usamos mucho la escaleta de minuto y resultado, que funciona muy bien con el fútbol o el baloncesto, pero no con la ciencia, que no va por minutos sino por días, semanas o idealmente meses y años. La gente nos estaba demandando una información al minuto y se vio al principio que no había ni sistemas de información, que luego se fueron creando. Todo esto ha ido evolucionando y se logró ofrecer información del día a día, que era un poco lo que demandaba la gente, pero siempre teniendo en cuenta que la incertidumbre es algo inherente al periodismo sanitario.
- ¿Fue necesario hacer también un trabajo de divulgación entre los responsables de los medios de comunicación que a lo mejor no entendían estos procesos de la ciencia y la medicina?
- A los jefes hay que estar educándolos todo el día, porque lógicamente no son especialistas de todas las áreas del periódico. Tú piensa sobre todo en los jefes de la sección de sociedad, en donde se engloba la salud, que ya de por sí es todo un mundo. Pero además tienen medio ambiente, educación, religión, menores, mujer… Tú no le puedes pedir a un jefe de ningún sitio que se lo sepa todo. Pero por otra parte también está bien esto, ya que te obligan a salir de tu burbuja. Los periodistas tendemos a aislarnos y nos creemos que todo el mundo entiende que un ensayo clínico lleva meses hacerlo, y entonces ha habido que explicarles muchas cosas. La gente a veces quiere cosas que no son posibles, y hay que saber también gestionar estas incertidumbres de que llega un jueves y no sabemos lo que harán el lunes las comunidades autónomas.
- ¿Ha sido más complicado trabajar con las fuentes de información de las instituciones, que ofrecían datos estadísticos y normativas, o con los especialistas que explicaban cómo funcionaba el virus?
- Yo creo que lo más complicado es trabajar con los especialistas, porque como buenos especialistas que son no se pringan ni con una pistola en la cabeza. Salvo para lo obvio, para el resto son extremadamente cautos, porque ninguno quiere que se le pille en un renuncio. La administración fue también complicada porque siempre tiende al oscurantismo. La prueba es que cada vez se han ido añadiendo más datos a la información que dan. Pero tiene la ventaja de que, una vez que se establece el sistema de información, este es muy regular y bueno. Aunque tienes que aprender a utilizarlo y saber por ejemplo que los muertos no son los muertos del día, sino los reportados. Lo bueno también es que la información de las fuentes oficiales de la administración es la misma para todo el mundo. Cuando vas a los especialistas no hay esa certidumbre y, dependiendo de con quién hables, te van a contar que la situación está mal pero no tanto o que vamos a morir todos. No hay una unanimidad, como es lógico, y tampoco podemos pedírsela. Pero también es cierto que son enriquecedoras, y si tienes agenda te permiten hacer una mejor información. Aunque son más complicadas de manejar por todas esas discrepancias que pueden surgir.
- ¿Hasta qué punto las nuevas tecnologías han permitido al periodista adaptarse a la nueva situación generada por la pandemia?
- Si esta crisis nos pilla hace cinco años, no sé si el periódico habría salido, y te lo digo en serio. La tecnología nos ha permitido seguir trabajando, e incluso lo comentaba con un jefe, que ha sido un milagro que el periódico haya salido todos los días, y no creo que el lector haya notado si ha sido con la redacción llena o vacía. También tiene sus cosas negativas. Lo bueno de la redacción es que, aunque tú no estés pendiente de lo que hace el de al lado, siempre puedes aportar cosas a su trabajo y él al tuyo, se genera un debate que enriquece nuestro trabajo. ¿Eso se nota fuera? Quizás lo notamos más los periodistas, es cierto. Yo noto por ejemplo que hacemos más historias repetidas de repente, quizás porque lo que a mí se me ha ocurrido y le he vendido a mi jefa no lo sabe otro compañero y luego este hace algo muy parecido. Pero claramente el teletrabajo funciona y muchos compañeros y compañeras van a teletrabajar prácticamente para siempre. Está claro que no es necesario ir la redacción todos los días, o no al menos para todos los trabajos. Yo voy porque me gusta mucho ir, porque mis jefes también van y así es más fluido el diálogo. Pero para la conciliación familiar, el teletrabajo hará las cosas más fáciles.
- ¿También se mantendrá el teletrabajo con las fuentes de información?
- Una cosa es no ir a la redacción y otra no ir a ver a las fuentes. A los que llevamos muchos años trabajando, las fuentes nos conocen y una teleconferencia puede funcionar, incluso hasta te puede servir el WhatsApp, porque ya hay una confianza. Pero creo que habrá que seguir yendo a ver a la gente, habrá que seguir tomando cafés y verse cara a cara.
- ¿Y las ruedas de prensa? ¿Se mantendrán en formato virtual?
- Las ruedas de prensa tienen que estar bien montadas. No puedes convocar una rueda de prensa a las once, que empieza a las once y media y en la que el primero que habla hace un panegírico de veinte minutos hacia la organización. Hay que entender que es un encuentro de trabajo, que debe empezar a su hora y tener un ritmo, con tiempo para las preguntas. Lo que habrá que hacer son ruedas de prensa buenas, las otras seguirán sin servir para nada, sean presenciales o virtuales.
- ¿Hasta qué punto la pandemia de la COVID-19 ha servido para poner de relieve la importancia del periodista sanitario?
- Sin duda ha tenido una gran importancia. La prueba la tenemos por ejemplo con Graziella Almendral, la presidenta de ANIS. Antes de todo esto, que una periodista sanitaria fuera a un medio de comunicación generalista, a una tertulia de las de horario de máxima audiencia por la mañana, era una cosa extremadamente rara. Graziella lleva meses yendo todos los días y todos los días tiene algo que decir. Luego los estudios nos dicen que en Internet, empiezan a aumentar las búsquedas de información con cabecera, avaladas por una firma. Se ha vuelto a buscar información en medios solventes y de prestigio, y eso es muy importante.
- ¿Cómo podrías resumir en definitiva el impacto de la COVID-19 en el periodismo sanitario?
- En resumen todo esto ha sido un tsunami, pero creo que en general la profesión ha sabido responder muy bien. Dentro del caos que era todo, porque era un caos de forma y de fondo, sin tener acceso a las fuentes, sin canutazos y trabajando desde casa. Pero muchas cosas que han llegado estos meses lo han hecho para quedarse. No creo que sean la solución para todo ni que se mantengan al 100%, pero yo mismo soy consciente de que muchos días, por ejemplo, teletrabajaré, y esto es algo que se quedará.